Hoy Domingo, Jesús nos habla de las recompensas y qué es lo que debemos esperar de ellas.
“El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña”.
La narración nos cuenta que al inicio del dÃa, el dueño contrató a un grupo de personas, y acordó un pago de un denario por todo el dÃa. Ellos comenzaron las arduas labores, con un sol tremendo bajos sus espaldas.
Por cierto, un denario era el pago ordinario para la mayorÃa de los trabajos de una jornada. Es también el pago que recibÃa un soldado por dÃa. Podemos pensar que era una muy buena cantidad.
Volviendo a la narración, a media mañana el dueño volvió a salir a contratar a otro grupo de trabajdores, acordando la misma paga. El dueño hizo lo mismo a media tarde.
Finalmente, al caer la tarde, encontró todavÃa a otros que estaban sin trabajar y les dijo:
“¿Por qué han estado aquà todo el dÃa sin trabajar? Ellos le respondieron: ´Porque nadie nos ha contratado´. Él les dijo: ´Vayan también ustedes a mi viña´”.
AsÃ, estos últimos trabajaron sólo un par de horas cuando mucho.
Al término del dÃa, el administrador de la viña recibió instrucciones del dueño para que les pagara lo mismo a todos los jornaleros, pero debÃa hacerlo en el orden inverso que llegaron, empezando por los últimos.
Cuando les toco su turno a los primeros trabajadores, éstos creÃan que les iban a pagar más que a los últimos, pues ellos habÃan trabajado todo el dÃa, soportando el terrible calor y sol en sus espaldas. Pero, para su sorpresa, recibieron el mismo denario que los que trabajaron sólo dos horas en la tarde fresca.
Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, el cual, dirigiéndose a uno de ellos –no a todos, sino sólo a uno de ellos– le dijo:
“Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagarÃa un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a tÃ. ¿Qué no puedo hacer con lo mÃo lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque soy bueno?”
¡Uff! ¡Qué difÃcil es seguir en verdad a Dios sin caer en el pensamiento humano! ¿Cuántos de nosotros no nos hubiéramos enojado por esta “injusticia“?
Un momento, ¿todos recibieron lo que se habÃa acordado, no? Nunca se habló de que recibirÃan más por trabajar más, o por trabajar con calor, o en la sombra, ¿verdad?
Es natural sentir un poco de indignación por esta situación. Al final, todos somos humanos. Pero, es aquà donde está la diferencia que Jesús nos pide para poder alcanzar el Reino de Dios: empezar a dejar de pensar en términos humanos egoÃstas, y pensar más en el prójimo. Tenemos que hacer un esfuerzo extra.
Si ponemos atención, hay una parte muy importante en la narración: cuando el propietario preguntó al último grupo que por qué no habian ido a trabajar a su viña ellos le dijeron: “Porque nadie nos ha contratado“.
Por eso nos pide Jesús compasión. Nadie les ha contratado a ellos. Nadie les ha hablado de la viña. Nadie les ha explicado el reino.
Nadie les ha llevado la palabra.
Y por eso, ¿Ellos no tienen derecho a la misma recompensa eterna?
Ciertamente, todos tenemos derecho a ella. Y como Jesús termina diciendo:
“De igual manera les digo: los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos”.