Lecturas del Domingo: Septiembre 10, 2017 – “Lo que aten en la tierra será atado en el cielo; lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo”

los nudos
Nudos

Este domingo es conocido en algunos lugares como el Día de Atar y Desatar. Hace dos semanas escuchábamos a Jesús otorgarle a Pedro el poder de atar y desatar almas por sus acciones aquí en vida.

Pero ahora Jesús nos entrega ese mismo poder a todos… bueno, a casi todos.

“Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero, si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de a un pagano o de un publicano”.

Jesús nos da tres escalas de autoridad:

  • A solas con el infractor. Este es el primer paso, y como podemos ver, nos pide que seamos prudentes, pues se trata de algo serio. ¿No ocurre muchas veces que a veces queremos salir corriendo con la primicia del chisme?
  • Con uno o dos testigos, para que quede claro.
  • A la comunidad.

Si después de esto no hay resultados, y el infractor quiere seguir en su pecado, pues es hora de retirarnos.

Pero, ¿quiere decir esto que debo convertirme en el policía de mi hermano? ¿tengo yo la autoridad de juzgar?

No es tan sencillo. Imaginemos este caso: Una niña de sólo 15 años se embaraza, y su madre, de tan sólo 30 años, no le llamó la atención. ¿Debemos culpar a la madre por esta situación? ¡Ella misma fue una niña cuando estuvo embarazada! Ella no tenía el conocimiento en ese entonces y muy difícilmente lo tendrá ahora para guiar a su hija.

Si tu tienes el conocimiento, entonces es tu deber juzgar con prudencia la situación. Si eres un científico que sabes que el nuevo químico que se va a agregar a la comida que fabrica tu empresa es nocivo… y no haces nada… entonces eres tú el que se condena. No es el público, aunque digas que es una responsabilidad compartida. ¡Tu eres el que tiene el conocimiento!

Pero, si ni siquiera sabes todos los detalles de la situación e inmediatamente te pones a criticar y a juzgar… entonces también te estás metiendo en problemas.

Todos tenemos nuestras vidas en familia, con amigos, y en el trabajo. Y en todos estos lugares suceden cosas, a veces malas. Sepamos –y pidamos sabiduría para entender– las situaciones y obremos como nos lo pide Jesús, pero siempre con prudencia en el primer paso.

 

Jesús finaliza el Evangelio con una frase llena de optimismo para esta semana:

“Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”.

 

 

Lecturas del Domingo: Septiembre 4, 2016 – La Salvación no se hace a medias

La construcción de la torre
“La construcción de la torre” por Meister der Weltenchronik – The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=155203

La verdadera salvación no se puede hacer a medias, ni acepta tibios, ni trabajos sin acabar.

La verdadera Salvación es completa o no se hace, así de sencillo. Y para ejemplo, Jesús nos dice:

“¿Quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ´Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar´”. Lucas 14,25-33

Las cosas no se hacen a medias. Muchas veces Jesús nos habla de que los tibios no entrarán en el Reino de Dios:

“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre, a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”.

El día de hoy hay una conexión bien interesante en las lecturas. La primera (el Libro del Eclesiástico) empieza así: “¿Quién es el hombre que puede conocer los designios de Dios?”, y el Evangelio, casi 1000 años después, le da la respuesta.