No sabemos si el infierno existe. DecÃa San AgustÃn que lo que conocemos como El Diablo –el enemigo–, es el prÃncipe de la mentira. Y la mayor de las mentiras es negar a Dios.
¿Y qué puede ganar él engañándonos con eso? Cuando tu pierdes tu EspÃritu (checa nuestro tratado aquÃ) tu alma queda flotando. En tu muerte, tu Alma quedará sin incorporarse a Dios, la energÃa que forma a todo el universo. Es decir, tu Alma quedará a merced de cualquier otra entidad que pueda hacerse de esa energÃa… y asà crecer.
El verdadero infierno es que tu Alma, esa energÃa que fue diseñada para volver a Dios, no lo encuentre y esté buscándolo por la eternidad.
¿Te parece fantasioso? Pues no lo es. Ponte a pensar un poco y trata de ver que en esta vida se nos están llenando la cabeza de numerosas ideas que nos alejan de la religión. No, no se trata de “yo no creo en un Dios porqué nadie me lo puede demostrar“, estás cayendo de nuevo en la mentira, y ese es su juego.
Todos los acontencimientos (ataques terroristas, muertes violentas) que están sucediendo en este momento en nuestro mundo, están diseñados para hacerte temer y dudar. Muchos comentarios circulan con el tema “los ataque se hacen en nombre de un Dios, ¡despierten!“, y no cabe duda que lo hace la gente en buena intención, pero esa siempre ha sido la historia.
El enemigo tiene mucha paciencia, y por siglos ha preparado todos los engranes que ahora mismo se están moviendo para ponernos donde estamos.
Analiza la cosas. Todo se está haciendo por dinero, por los grupos que están detrás de las grandes organizaciones mundiales. Ellos tienen ya todo el dinero del mundo. Tienen todo el poder polÃtico. Ellos detienen todas las cosas que por lógica ya deberÃan estar creadas ahora mismo:
- Vacunas contra el cancer
- Autos eléctricos
- Formas alternas de energÃa
- Y muchas más
Si ellos tienen todo, ¿por qué quieren más? ¿No es más fácil que hagan cosas buenas por la humanidad? Claro que podrÃan hacerlas, pero no las harán. Todos ellos son parte de la gran mentira que tiene por misión acabar con la esperanza y la creencia en Dios.
¿Acaso no es más fácil manipular a un pobre, hambriento, y en necesidad que a uno satisfecho, tranquilo, y en paz?
Tu Alma tiene un gran precio, y ellos están ¡buscándola! ¡Despertemos!