Primera Carta del Apostol San Pablo a los Tesalonicenses
1 Tesalonicenses 4, 1-8
Hermanos: Les rogamos y los exhortamos en el nombre del Señor Jesús a que vivan como conviene, para agradar a Dios, según aprendieron de nosotros, a fin de que sigan ustedes progresando. Ya conocen, en efecto, las instrucciones que les hemos dado de parte del Señor Jesús.
Lo que Dios quiere de ustedes es que se santifiquen; que se abstengan de todo acto impuro; que cada uno de ustedes sepa tratar a su esposa con santidad y respeto y no dominado por la pasión, como los paganos, que no conocen a Dios. Que en esta materia, nadie ofenda a su hermano ni abuse de él, porque el Señor castigará todo esto, como se lo dijimos y aseguramos a ustedes, pues no nos ha llamado Dios a la impureza, sino a la santidad. Asà pues, el que desprecia estas instrucciones no desprecia a un hombre, sino al mismo Dios, que les ha dado a ustedes su EspÃritu Santo.
Salmo 96
Alegrémonos con el Señor.
Reina el Señor, alégrese la tierra;
cante de regocijo el mundo entero.
El trono del Señor se asienta
en la justicia y el derecho.
Alegrémonos con el Señor.
Los montes se derriten como cera ante el Señor,
ante el Señor de toda la tierra.
Los cielos pregonan su justicia,
su inmensa gloria ven todos los pueblos.
Alegrémonos con el Señor.
El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
Alegrémonos con el Señor.
Amanece la luz para el justo,
y la alegrÃa para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, con el Señor,
y bendigan su santo nombre.
Alegrémonos con el Señor.
Evangelio seg[un San Marcos
Marcos 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes habÃa mandado apresar a Juan el Bautista y lo habÃa metido y encadenado en la cárcel. Herodes se habÃa casado con HerodÃas, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decÃa: “No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano“. Por eso Herodes lo mandó encarcelar.
HerodÃas sentÃa por ello gran rencor contra Juan y querÃa quitarle la vida, pero no sabÃa cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabÃa que era un hombre recto y santo, y lo tenÃa custodiado. Cuando lo oÃa hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.
La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de HerodÃas bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: “PÃdeme lo que quieras y yo te lo daré”. Y le juró varias veces: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino“.
Ella fue a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?” Su madre le contestó: “La cabeza de Juan el Bautista“. Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista“.
El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.
Al enterarse de esto, los discÃpulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Crédito de la imagen: “La decapitación de San Juan Bautista”, por Caravaggio – Public Domain, Link