Uno de los ángeles de las siete copas se le acerca a Juan y le dice que le mostrará a la gran prostituta, con la que se han revolcado los máximos gobernantes del mundo, y que está a la orilla de los grandes mares. Una mujer que está montada sobre la primera bestia, la cual está herida y muchas de sus cabezas han muerto ya.
El consenso de esta descripción –el cual es corroborado por el mismo angel que le habla a Juan– es que, obviamente, no se trata de una mujer, sino un reino, o gobierno, en el cual la gente ha cometido un sin fin de inimaginables pecados, excesos, y barbaridades. Lo más triste es que aquà se han martirizado y matado a una gran cantidad de seguidores de Dios y de Jesús.
Estamos en la Gran Babilonia, como también se le conoce.
Pero, ¿de cuál gobierno están hablando? Muchos piensan que se trata de algo situado en New York, pues es una de las más importantes ciudades del mundo, que está junto al mar y es donde reside la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de ahà que constantemente se mencione a reyes –o jefes de estado– de muchas naciones que se la pasan ahÃ.
Sin embargo, no nos dejemos engañar: puede ser cualquier otra ciudad que esté cerca de uno de los océanos. De hecho, el angel menciona que los océanos representan multitudes gigantes de pueblos y gente que se postran ante ella. Finalmente, todo esto no necesariamente tiene que ser ahora, en nuestros tiempos. Tal vez, se trate de un lugar que ahora mismo ni siquiera nos los podemos imaginar.
La caÃda de la gran ciudad
Poco después, Juan ve cómo baja un angel que, con una poderosa voz, clama:
¡Cayó, cayó la Gran Babilonia!
Y mucha gente, principalmente los reyes y jefes de estado, llorarán la pérdida de esta ciudad… ¡se les acabó su juego!
Y ahora, todo está listo para la llegada del Cordero para acabar con los últimos enemigos.
La boda del Cordero
Ahora, la Gloria del Cielo se vuelve a abrir y aparecerá un jinete con una corona de oro en un caballo blanco. Se trata de Jesús. Detrás de él viene un ejercito de miles de jinetes. Vienen directamente a destruir a la bestia, y a todos los que fueron marcados con su número, y al falso profeta. A estos dos últimos se les atrapa y se les arroja vivos “al lago de fuego que arde con azufre“.
Los mártires y fieles a Dios han sido resucitados y vienen a gobernar con nuestro Señor. Esta es la boda o unión de Jesús con su pueblo, con su gente. Oh, pero el resto de los muertos no ha sido resucitado aun. Sólo revivieron los perseguidos. A esa se le llama la Primera Resurrección; luego le tocará al resto.
Y finalmente, un último angel baja con una cadena gigantesca, y con ella amarra a Satanás — el dragón–, y lo arroja al abismo donde es puesto y encerrado con sellos y candados.
Pero, no por siempre.
Su castigo será por Mil Años. ¡Ay, Dios mÃo! O sea que ¡esto todavÃa no se acaba! No, aun no acaba, pues después de ese tiempo el dragón será liberado…