
Aunque parezca imposible, nuestra incredulidad e ingratitud es tan grande, que hasta el mismo Jesús fue vÃctima de estos desagradables términos.
Del Evangelio de San Marcos:
En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra con sus discÃpulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: “¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabidurÃa y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de MarÃa, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No vivien aquÃ, entre nosotros, sus hermanas?” y estaban desconcertados.
Pero Jesús les dijo: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa”. Y no pudo hacer allà ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar a los pueblos vecinos.
Es increÃble cómo nuestra naturaleza humana nos enseña que nos falta mucho para alcanzar la Gracia de Dios. Todos los dÃas nos topamos con señas de menosprecio, rechazo, incredulidad e ingratitud. A veces, con sólo una mirada, con un desdén, con un simple “sÃ, cómo no“.
O a veces, con otras señas no tan disimuladas.
Y lo pero es que a veces, eso ocurre hasta en nuestras propias familias.
A Jesús le pasó lo mismo que a otros profetas: Amós, ElÃas, JeremÃas, Ezequiel y hasta el mismo Juan el Bautista: elegidos por Dios, pero rechazados por su pueblo.
¡Ah! Pero la gran lección es que, a pesar de los rechazos, Jesús no olvida su misión y sigue haciendo su trabajo, lléndose a otros pueblos.Â
Por cierto, antes de que tu cabeza explote por la lÃnea del Evangelio que dice acerca de Jesús (una lÃnea que usan mucho los protestantes):
¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de MarÃa, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No vivien aquÃ, entre nosotros, sus hermanas?
¿Jesús con hermanos y hermanas? Santiago, José, Judás y Simón (Pedro) son sus seguidores, a los que consideraba sus hermanos, y cada uno de ellos son hijos de sus respectivos padres. Simón y Andrés son reconocidos como hijos de Juan . Las hermanas, son las seguidoras, pero por ser mujeres (recuerda el tiempo hace más de dos mil años) no se usaban sus nombres. Hermanos y hermanas son en este contexto: amigos.