Hoy es el último domingo del tiempo ordinario. La semana próxima será el último domingo del año litúrgico, y comenzará el tiempo de preparación para la Navidad.
Y en este dÃa las lecturas tienen tintes un poco obscuros, pues son tomadas de visiones apocalÃpticas. Recordemos que hay muchas profecÃas en la Biblia que nos hablan del final de los tiempos, especialmente los profetas ElÃas, Daniel, y San Juan y el mismo Jesús. Hoy escucharemos primero a Daniel.
“En aquel tiempo, se levantará Miguel, el gran prÃncipe que defiende a tu pueblo”.
Esta es una referencia al Arcángel Miguel, que junto con Gabriel son dos de nuestros principales defensores.
“Será aquél un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo. Entonces se salvará tu pueblo; todos aquellos que están escritos en libro”.
Obviamente, esto se refiere a la “lista de gente buena” que tendrá la dicha de salvarse, y eso incluye a vivos y muertos.
“Muchos de los que duermen en el polvo, despertarán: unos para la vida eterna, y otros para el eterno castigo”.
El libro de Daniel contiene muchas profecÃas, muchas de ellas relacionadas con Jesús. Pero hoy estamos hablando de una narración corta del Apocalipsis, y el contenido es muy similar al que más de doscientos años después nos presentará Juan en su propia versión.
Pero ahora, Jesús nos recuerda que:
“Cuando lleguen aquellos dÃas, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas, y el universo entero se conmoverá. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad. Y él enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra hasta lo más alto del cielo”.
De nueva cuenta, leemos que habrá elegidos, y que no todos serán tan afortunados para poder subir la escalera al cielo. Pero, ¿Cuándo ocurrirá esto? Jesús nos dice:
“Nadie conoce el dÃa ni la hora. Ni los ángeles del cielo, ni el Hijo; solamente el Padre”.
Asà que, no piensen ustedes que no hay que preocuparse por ahora. El dÃa del juicio va a ocurrir, y pasará cuando menos nos lo esperemos. Después, cada uno de nosotros, aunque ya estemos muertos, tendremos nuestra cita privada con Jesús, y después de evaluarnos personalmente, sin abogado, sin intermediario, nos dará nuestro resultado final:
Unos para la vida eterna, y otros para el eterno castigo.