Dice Jesús en el evangelio de San Juan:
“No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que El Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros”.
Vayan y den fruto. Dar testimonio y llevar el mensaje. La palabra de Jesús es tan importante y tan trascendental que estamos en el Siglo XXI y todavÃa tenemos dudas de qué significa realmente el amarse los unos a los otros. TodavÃa no logramos ayudar al prójimo. TodavÃa existe la violencia, el abandono, la muerte.
¿Acaso es tan complicado el mensaje de Jesús?
“Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros”
Vayan y den fruto. En la primera lectura, escuchamos un interesante pasaje del libro de los Hechos de los Apóstoles:
“En aquel tiempo, Pedro fue a la casa del oficial Cornelio, y éste le salió al encuentro y se postró ante él en señal de adoración. Pedro lo levantó y le dijo: ´Ponte de pie, pues son’y un hombre como tú´. Luego añadió: ´Ahora caigo en cuenta de que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere´”.
Este pasaje es tan importante, pues es el reconocimiento de la Iglesia no sólo para el pueblo JudÃo, sino que es una bendición para todos. Pedro también manda un mensaje a todas las generaciones de que la Iglesia está constituida por hombres y mujeres, con nuestros defectos y virtudes, para servirnos los unos a los otros.
Cornelio no es un personaje cualquiera, es un oficial romano, no un soldado, sino alguien con un alto rango y poder. Él ha llamado a Pedro para que le salve la vida a su criado, que está muriendo, pues ha seguido de cerca todos los acontecimientos de la vida de Jesús y sus seguidores. Cornelio es el primer no-judÃo que se convierte a la naciente religión del Cristianismo.
Esto no quiere decir que los romanos, siguiendo el ejemplo de este oficial, se convertirÃan de inmediato. No, pues pasarán más de 300 años y miles de muertes de los primeros cristianos por parte del pueblo y los gobernantes de Roma, para que Constantino –el emperador– declare a la Cristiandad como la religión oficial del Imperio Romano, y a los católicos como el grupo organizador.
Los Hechos de los Apóstoles es uno de los últimos libros de la Biblia y el cual contiene las narraciones de lo que hicieron los apóstoles de Jesús después de su muerte y resurrección. Ellos no se quedaron callados y solamente en el área de Israel. Comenzaron a predicar hasta tierras muy lejanas (Pedro llegó a ir hasta Roma, donde murió, y Tomás, el incrédulo, fundo muchas comunidades en Asia, hasta llegar a la India, en donde murió) y todos, excepto Juan, tuvieron muertes violentas por la causa de la Palabra.
Pero ellos en verdad caminaron, fueron, vivieron y sufrieron, y dieron fruto.
Tal vez es hora, de que pongamos atención y sigamos su ejemplo.