Hace ya un año de la muerte de Juan Gabriel. Una muerte inesperada, que causó mucho dolor y que sin duda representa la pérdida de uno de los más grandes artistas mexicanos.
Me da mucha pena no haber apreciado o disfrutado más sus canciones. Durante mi juventud, sólo decÃamos que él era “joto“, “maricón“, y todos los adjetivos despectivos referentes a los homosexuales. Si querÃas insultar a alguien, sólo bastaba decirle que era como Juan Gabriel.
Cuando lanzó la canción “Querida“, si tú querÃas insultar a alguien diciéndole homosexual, pues le decÃas: “Ay si, querida“.
Y sin embargo, al ver recientemente una de sus biografÃas, me he dado cuenta de cómo nuestra cultura hispana ha hecho mucho daño a individuos que, por su identidad sexual, prefieren estar escondidos y pasan desapercibidos. La humanidad ha perdido muchos avances por esta causa.
En esta serie de televisión me dio muchÃsima pena todas las tristes situaciones por las que tuvo que pasar para lograr triunfar en la vida. Empezando por su familia y el desprecio tan violento de sus hermanos; y lo más terrible fue el desprecio de su mamá.
Pareciera que hay un designio, tal vez divino, de que los más grandes miembros de la sociedad tienen que pasar por una prueba de fuego tan grande como lo es el desprecio de los suyos. Muchas de las canciones más exitosas de Juan Gabriel fueron, en secreto, dedicadas no su pareja, sino a su madre, quien siempre encontraba la forma para minimizar el gran esfuerzo de su hijo.
Juan Gabriel fue grande. Su pena era mayor. Pero, en su grandeza pudo superar su pena y no se dejó caer. Supo salir adelante por más de 50 años de carrera. Dios le dio muchos dones y él los supo aprovechar para gloria a Dios y  embellecimiento de nuestras vidas.
No olvidemos al Divo de Juárez.