Baruc
Bar 1, 15-22
“Reconocemos que el Señor, Dios nuestro, es justo, y todos nosotros, los habitantes de Judea y de Jerusalén, nuestros reyes y prÃncipes, nuestros sacerdotes, profetas y padres, nos sentimos hoy llenos de vergüenza, porque hemos pecado contra el Señor y no le hemos hecho caso; lo hemos desobedecido y no hemos escuchado su voz ni hemos cumplido los mandamientos que Él nos dio.
Desde el dÃa en que el Señor sacó de Egipto a nuestros padres hasta el dÃa de hoy, no hemos obedecido al Señor, nuestro Dios, y nos hemos obstinado en no escuchar su voz.
Por eso han caÃdo ahora sobre nosotros las desgracias y la maldición que el Señor anunció por medio de Moisés, su siervo, el dÃa en que sacó de Egipto a nuestros padres, para darnos una tierra que mana leche y miel.
No hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a las palabras de los profetas que nos ha enviado y todos nosotros, siguiendo las inclinaciones de nuestro perverso corazón, hemos adorado a dioses extraños y hemos hecho lo que el Señor, nuestro Dios, reprueba”.
Evangelio según San Lucas
Lc 10, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo:
“¡Ay de ti, ciudad de CorozaÃn! ¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Por eso el dÃa del juicio será menos severo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo”.
Luego, Jesús dijo a sus discÃpulos: “El que los escucha a ustedes, a mà me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mà me rechaza y el que me rechaza a mÃ, rechaza al que me ha enviado“.