Hoy es el segundo domingo de adviento, y es el dÃa dedicado a San Juan Bautista.
Recordemos que San Juan es el hijo de Isabel, la prima de MarÃa la Madre de Jesús, que se enteró de su embarazo cuando MarÃa fue a visitarla.
En el momento en que MarÃa entró en la casa de su prima, el bebé de Isabel brincó de alegrÃa.
“Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre”, es la frase que Isabel pronunció y que nosotros recordamos en el rosario.
Isabel dio a luz a San Juan Bautista tres meses después. Poco se sabe después de lo que pasó a San Juan niño y adolescente, y no es hasta varios años después que es descrito como “el mensajero”, el que antecede a Jesús.
San Juan Bautista es también considerado el último profeta de las sagradas escrituras. Después de él, no hay otro profeta más.
VivÃa de la forma más humilde en el desierto. Se alimentaba de saltamontes y miel silvestre y usaba un vestido hecho con piel de camello, ceñido con un cinturón de cuero; una descripción muy gráfica que es presentada en el Evangelio de san Marcos.
Previo a la vida pública de Jesús, Juan proclamaba la palabra, pedÃa al pueblo alejarse de las malas obras, predicaba un bautismo de arrepentimiento bañando a la gente en el rio Jordán, y hasta escuchaba confesiones de la gente que acudÃa a él.
Poco a poco, comenzó a tener un grupo cada vez mayor de seguidores, muchos de los cuales comenzaron a preguntarse si era él el esperado MesÃas.
Pero Juan, en su humildad, sabe que él no es el MesÃas, y frecuentemente se los hace saber a su discÃpulos:
“Ya viene detrás de mà uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de las sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el EspÃritu Santo”.
Este es el segundo mensaje de adviento.