La Palabra del Lunes 27 de Febrero de 2023

Mujer pidiendo limosna
Mujer y su niño pidiendo limosna, por el fotógrafo Jorge Royan  Link

Levítico

Lv 19, 1-2. 11-18
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés:

“Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: ‘Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo. No hurtarán. No mentirán ni engañarán a su prójimo. No jurarán en falso por mi nombre; eso sería profanar el nombre de su Dios. Yo soy el Señor.

No oprimas ni explotes a tu prójimo. No retengas hasta el día siguiente el salario del que trabaja para ti. No maldigas al sordo, ni pongas tropiezos ante el ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.

No seas injusto en la sentencia, ni por favorecer al pobre ni por respeto al poderoso. Juzga con justicia a tu prójimo. No andes calumniando a los tuyos ni des testimonio contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.

No odies a tu hermano ni en lo secreto de tu corazón. Trata de corregirlo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengues ni guardes rencor a los hijos de tu pueblo. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor’ “.

Evangelio según San Mateo

Mt 25, 31-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante Él todas las naciones, y Él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?‘ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron‘.

Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’.

Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?‘ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo‘. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

 

Lecturas del Domingo: Septiembre 13, 2020 – Perdón y Misericordia

parabola del administrador astuto
“Parábola del administrador injusto” por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550875

En este domingo, número 24 del tiempo ordinario, terminamos una serie de lecturas en las cuales hemos esuchado acerca de pesadas cargas, cruces, correcciones a nuestros hermanos. Si después de todo esto no hemos aprendido nada, seguramente la lectura de hoy nos dará una buena lección:

“En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: ‘Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?’ Jesús le contestó: ‘No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete’.
Entonces Jesús le dijo: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con que pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces, lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces, el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.

Algo tan sencillo como la clemencia y la piedad no deberían ser cosas que se enseñan. Deberíamos tenerlas a flor de piel y activas todos los días.

Como todos los músculos de nuestro cuerpo, lo que no se ejercita se atrofia. Simples actos cada día nos ayudan a tener un corazón compasivo: Ceder el paso a alguien, pedir disculpas, aceptar disculpas, perdonar de corazón, ayudar sin esperar nada a cambio, etc.

Y un corazón compasivo será parte de nuestra llave al Reino de los Cielos.