Lecturas del Domingo: Junio 13, 2021 – El granito de mostaza

semilla de mostaza
La semilla del grano de mostaza mide entre uno y dos milímetros, pero cuando crece puede alcanzar los 30 pies de alto (unos 10 metros).

¿Por qué Jesús daba sus enseñanzas en forma de parábolas? Sus discípulos y seguidores, en su mayoría eran gente sencilla, a la que nos se le podía dar explicaciones profundas y complejas. Gente que se la pasaba todo el día trabajando y mal comiendo, pero que se daban un tiempo para poder escuchar la Palabra de Jesús.

Por eso Cristo les hablaba en forma que pudieran entender: historias de pescadores, de agricultores, artesanos, carpinteros.

Hoy es el domingo número doce del tiempo ordinario. Ya han pasado la Cuaresma y la Pascua y hemos vuelto al tiempo “normal“. A pesar de estar en Junio, en un abrir y cerrar de ojos estaremos preparándonos para el Adviento y luego para la Navidad.

Pero hoy, en el Evangelio de San Marcos, Jesús nos habla del granito de mostaza y nos trae una lección de humildad y sencillez.

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha”.
Les dijo también: “¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podemos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra”.
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y nos les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.

 

Lecturas del Domingo: Marzo 7, 2021 – So yo, el que habla contigo

La Mujer Samaritana
La Mujer Samaritana, por GuercinoWeb Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Public Domain, Link

Mediodía en el desierto, la peor hora para salir. Este es el escenario de la narración del Evangelio de San Juan del día de hoy.

En aquel tiempo llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía.
Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber”. (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” (Porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le dijo: “Si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”.
La mujer le respondió: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?” Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”.
La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla”. Él le dijo: “Ve a llamar a tu marido y vuelve”. La mujer le contestó: “No tengo marido”. Jesús le dijo: “Tienes razón en decir: ‘No tengo marido’. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad”.
La mujer le dijo: “Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe de dar culto es en Jerusalén”. Jesús le dijo: “Créeme, mujer, que se acerca la hora que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen. Nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero, se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en Espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es Espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en Espíritu y en verdad”.
La mujer dijo: “Ya se que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga él nos dará razón de todo”. Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo“.
En eso llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: ‘¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?’ Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?”. Salieron del pueblo y su pusieron camino hacia donde él estaba.
Mientras tanto, sus discípulos le decían: “Maestro, come”. Él les dijo: “Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos comentaban entre sí: “¿Le habrá traído alguien de comer?” Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien, yo les digo: levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: ‘Uno es el que siembra y el otro el que cosecha’. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto”.
Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer. ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron a donde Él estaba, le rogaron que se quedara con ellos, y se quedó ahí dos días. Muchos más creyeron en Él al oír su palabra. Y decían a la mujer: ‘Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que Él es, de veras, el salvador del mundo.

La mujer samaritana sale a al mediodía, la peor hora para salir, pues es el momento en que no se encontrará con alguien en la calle que le pueda echar en cara sus pecados. La mujer tiene sed, pero también tiene vergüenza por sus pecados y no los quiere a la luz de la calle. Ella se siente sola y busca el perdón y consuelo, y es en Cristo que los encuentra.

¿No estamos todos sedientos de este amor, perdón y consuelo también?

Lecturas del Domingo: Julio 19, 2020 – Parábola del Trigo y la Cizaña

Ílustración de la parábola del trigo y la cizaña
Ilustración de la parábola del trigo y la cizaña. Tomada del libro Christ’s Object Lessons by Ellen Gould Harmon White, page 73 https://archive.org/details/christsobjectles00whitrich, Public Domain, Link

Hoy es el decimosexto domingo del tiempo ordinario. Muchas veces nos preguntamos porqué Dios no castiga a los malos y sólo deja a los buenos. Esta es una de las injusticias más grandes que los católicos –y muchos cristianos—tenemos que enfrentar de parte de gente de otras religiones, pero principalmente de los ateos.

El Evangelio de San Mateo del día de hoy puede darnos una buena idea para dar una respuesta apropiada:

“En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la muchedumbre: El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.
“Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: ‘Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?’ El amo les respondió: ‘De seguro lo hizo un enemigo mío’. Ellos le dijeron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’ Pero él les contestó: ‘No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos, hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en el granero’”.

Aunque parece obvia la narración anterior, los mismos discípulos se confundieron con su significado, por lo que le pidieron a Jesús que se las explicara:

“Luego despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: ‘Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo’.
“Jesús les contestó: ‘El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son los partidarios del maligno, el enemigo que la siembra es el diablo, el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles’.
“‘Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre'”.

Y concluyó Jesús diciendo:

“El que tenga oídos, que oiga”.