
La SabidurÃa es uno de los dones –algunos la identifican como regalos– del EspÃritu Santo, que junto con el Padre y El Hijo forman la SantÃsima Trinidad; y esta semana hablamos de ella en las tres principales lecturas.
Jesús, dirigiéndose a un grupo de judÃos, les dice:
“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida”.
Obviamente, cuando los judÃos escucharon estas palabras se escandalizaron, pues lo primero que pensaron fue que Jesús se referÃa literalmente a su piel y músculos, y a su sangre. Los comentarios no tardaron en escucharse de rechazo e incredulidad: “¿Cómo puede éste darnos a comer de su carne?”.
¿Por qué, para nosotros no es un escándalo escuchar este pasaje? Después de la Resurrección de Jesús, la Verdad fue revelada para todos en el dÃa de Pentecostés. En otras palabras, la SabidurÃa entró en la vida de todos nosotros. PodrÃa decirse que “se nos abrieron los ojos”. En ese entonces, todos tenÃan una venda que no les permitÃa ver la Palabra de Dios, pues todavÃa tenÃa que ocurrir la Pasión, Muerte y Resurrección.
Jesús nos trajo no sólo vida eterna, sino que también nos dio nuevos conocimientos para ayudarnos a entendernos a nosotros mismos y nuestra relación con Dios. Todo a través de Él.
En la Primera Lectura dice el Libro delos Proverbios:
“La SabidurÃa se ha edificado una casa, ha preparado un banquete, ha mezclado el vino y puesto la mesa. Ha enviado a sus criados para que, desde los puntos que dominan la ciudad, anuncien esto: ´Si alguno es sencillo, que venga acá´.
“Y a los faltos de juicio les dice: ´Vengan a comer de mi pan y a beber del vino que he preparado. Dejen su ignorancia y vivirán, avancen por el camino de la prudencia´”.
Finalmente, en la Segunda Lectura, San Pablo nos recuerda que la falta de SabidurÃa no traerá nada bueno al hombre:
“Hermanos: tengan cuidado de no portarse como insensatos, sino como prudentes, aprovechando el momento presente, porque los tiempos son malos”.
En verdad, los tiempo son malos y pueden ser todavÃa peores sin la presencia de la conciencia, el temor a Dios, y la prudencia que nos da la SabidurÃa.
Por favor, seamos dignos del gran regalo que Jesús nos dejó, que no lo tuvieron nuestros antepasados por espacio de miles de años. No nos portemos como insensatos.