El año litúrgico está dividido en varias partes como el Adviento, la Cuaresma, el tiempo ordinario, etc. Hoy es el primer domingo del nuevo año litúrgico 2019, y también el inicio del tiempo de Adviento.
Cuando vamos a ir a una fiesta o celebración importante, usualmente nos preparamos fÃsica y mentalmente para poder atender dicho evento. Sabemos que tenemos que prepararnos mentalmente porque nos van a preguntar de la familia, el trabajo, los amigos, ¡y hasta el clima! Y sabemos que es siempre recomendable ir bien presentables, bien vestidos, y –especialmente– con alegrÃa en el rostro y en nuestra alma… si no es asÃ, entonces ¿para qué ir? ¿No crees?
Asà el tiempo de Adviento es para lo mismo: tendremos cuatro semanas para prepararnos espiritualmente para conmemorar uno de los principales eventos de la historia de la humanidad, el nacimiento de Jesús. Y si hay alguien que dude de la magnitud de este evento, me permito recordarles que la escala del tiempo está dividida en Antes de Cristo y Después de Cristo. Asà de grande es la importancia del nacimiento del Hijo de Dios.
Las cuatro semanas están representadas en nuestras Iglesias por una corona de ramitas, flores y cuatro velas, las cuales se irán encendiendo una por una durante este y los próximos tres domingos. Cada vela tiene un significado especial y la de hoy está dedicada a la Esperanza.
En la primera lectura escuchamos a JeremÃas, el profeta que fue enviado por Dios para predicar en medio de uno de los peores tiempos del pueblo judÃo, cuando no habÃa mucha esperanza pues la mayorÃa de los descendientes del rey David, el más poderoso, ya habÃan muerto o desaparecido. La gloria de tiempos pasados estaba lejos y no habÃa indicios de una nueva etapa de alegrÃa o resurgimiento del reino.
Pero, JeremÃas –por orden de Dios– predica con un gran mensaje de Esperanza:
“Se acercan los dÃas, dice el Señor, en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos dÃa y en aquella hora, yo haré nacer del tronco de David un vástago santo, que ejercerá la justicia y el derecho en la tierra. Entonces Judá estará a salvo, Jerusalén estará segura, y la llamarán ´El Señor es nuestra Justicia´”.
Jesús es hijo de José el carpintero de Belén, pero que es descendiente directo de David, por lo tanto descendiente también de David, tal como lo habÃa predicho JeremÃas, casi 600 años antes.
Este es un mensaje de esperanza para el pueblo JudÃo, el cual estaba muy abatido por todas las derrotas por las que estaba pasando. Ahora, las cosas cambian, pues es el comienzo de un perÃodo de esperar a que venga un MesÃas, de la misma casa del poderoso David.
Y al igual que ellos, nosotros también esperamos al nacimiento de Jesús como nuestro mesÃas, nuestro salvador, nuestro liberador. ¡Feliz inicio de Adviento!