San Mateo, en su Evangelio de hoy, nos habla de que, después de que Juan el Baustista fue arrestado, Jesús se fue triste de su pueblo y se estableció en Cafarnaúm, junto al lago en la tierra de Zabulón y NeftalÃ.
Mateo nos recuerda una de las profecÃas de IsaÃas, que casi 1,000 años antes habÃa dicho:
“Tierra de Zabulón y NeftalÃ, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivián en tierra de sombras una luz resplandeció”.
Y es que, en tiempos de IsaÃas, Zabulón y Neftalà eran pueblos flagelados por la corrupción, prostitución, asesinatos, etc. Por eso IsaÃas los menciona que caminaban en tinieblas o tierra de sombras. Y Jesús, con su presencia, se convirtió en una luz resplandeciente sobre ellos.
Finalmente, Mateo nos dice que después de un tiempo de vivir y predicar cerca del lago, Jesús se encuentra a dos hermanos, Simón –que después se llamará Pedro– y Andrés, que eran pescadores. Jesús les dijo:
“SÃganme y los haré pescadores de hombres”.
Y he aquà una de las acciones más bellas de todos los Evangelios, los cuales sintetizan como debemos responder al llamado de Dios:
“Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.  Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca remendando redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida a la barca y a su padre, lo siguieron”.