Este XII domingo ordinario marca dos importantes eventos de la historia bÃblica: el primero se refiere a Pablo, quien declara que con la resurrección de Jesús el reino de Dios ya no es sólo “propiedad” de los judÃos, sino de todos nosotros.
“Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues cuantos han sido incorporados a Cristo por medio del bautismo, se han revestido de Cristo. Ya no existe diferencia entre JudÃos y no judÃos, entre esclavos y libres, entre varón y mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, son también descendientes de Abraham y la herencia que Dios le prometió les corresponde a ustedes”.
¿Quién dicen que soy?
El segundo evento ocurre cuando Jesús se lleva a parte a los discÃpulos y les pregunta quién dice la gente que es Él. Ellos le responden que unos dicen que Juan el Bautista, otros que ElÃas, otros que algún otro profeta.
Ahora, piensa que ellos mismos no saben quién es realmente Jesús. Los apóstoles lo han estado siguiendo durante sus enseñanzas, pero todavÃa tienen dudas. Para nosotros es fácil decir quién es Jesús, pero para ellos la Verdad aun no ha sido revelada.
Ahora, Jesús les pregunta directamente: Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
Pedro se delanta y le dice confiadamente: “El MesÃas de Dios“.
Ningún otro apostol lo hace sino Pedro. El está convencido de esto y más tarde se le recompensará, pues esta verdad no se la dicho nadie, sino que el mismo Dios se la ha revelado en su corazón y él la ha aceptado.
A muchos de nosotros se nos hacen revelaciones, y el mismo Dios es quien nos las da a conocer. Y aún asà nos rebelamos y nos queremos hacer sordos o ciegos. Pedro es nuestro ejemplo a aceptar con corazón abierto las revelaciones de Dios.