“Se acercaron a Jesús, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y le dijeron: ´Maestro, queremos pedirte que nos concedas lo que vamos a pedirte´, Él les dijo: ´¿Qué es lo que desean? Le respondieron: ´Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria´”.
Es interesante ver que, incluso con los seguidores más cercanos de Jesús, existÃa desde un principio la envidia y la vanidad: unos quieren ser más que los otros, y no importa lo que tengan que hacer, incluyendo ir y hablar directamente con el jefe para pedir un aumento o un ascenso.
Siempre hemos pensado que en nuestra actual cultura de trabajo debemos ser competitivos: premiamos, aplaudimos y admiramos a aquellos que son audaces y hacen cosas grandes en el trabajo, y menospreciamos a los flojos y a aquellos que no tienen iniciativa.
En el caso de Juan y Santiago, su audaz movimiento de pedir a Jesús estar a sus lados en el tiempo de la gloria, les trajo como consecuencia el enojo y furia de los otros apóstoles, quienes les mostraron su indignación al grado de que Jesús les llamó a todos y les dijo:
“Ya saben que los jefes de las naciones les gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos los oprimen. Pero no debe ser asà entre ustedes. Al contrario, el que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, asà como el Hijo del Hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.
Que quede claro, Jesús no sanciona al emprendedor, sino al avaricioso. Hay una lÃnea fina entre realizarse como persona en el trabajo y en la vida, y el querer todo y no ayudar a los demás. Jesús no nos dice que está mal que queramos más, siempre y cuando no nos olvidemos de los otros.
Humildad en el servicio. Cuando estás creciendo profesionalmente, o en tu negocio, o en tu educación, ayuda a los demás, cuando estés arriba en alguna posición de importancia, acuérdate de los otros que están por debajo de ti.
En tu negocio, no exprimas a tus empleados y ayúdalos, no sólo con el pago de lo que dice la ley que es justo, sino siempre un poco más.
Y en la escuela, recuerda a los otros compañeros que no son tan inteligentes como tú. Ayúdalos con tutorÃa y apoyo.