“Hijitos, ¡qué difÃcil es para los que confÃan en la riquezas, entrara el el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico entrar en el Reino de Dios”.
Anteriormente explicábamos que esta anécdota nunca se debe considerar literalmente, pues el contexto puede confundirnos fácilmente. El ojo de una aguja no se refiere a el pequeño agujero que está en la agujas de coser, sino a las estrechas puertas de una ciudad fortificada por las que sà puede pasar un camello… pero solo, sin nada encima.
Y esto significaba que si una persona rica, cargaba a los camellos con sacos llenos de oro, sedas, u otras riquezas, tenÃa que quitar primero todos esos pesos antes de que el pobre animal pudiera pasar por el ojo de la aguja.
Ahora, volvemos a escuchar acerca del joven rico, que toda su vida a seguido los mandamientos de la Ley. Nunca ha matado, ha honrado a su padre y su madre, no ha cometido adulterio ni deseado a la mujer de su prójimo, etc. Un muchacho muy respetable, sin duda.
Cuando se le acerca a Jesús, le pregunta qué debe hacer para alcanzar la vida eterna. Dice el Evangelio que Jesús, sabiendo toda la historia de este joven, le responde, mirándolo con amor:
“Sólo una cosa te falta: Ve y vende todo lo que tienes, da el dinero a los pobres y asà tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sÃgueme”.
Termina el relato diciendo que el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenÃa muchos bienes.
Dos puntos muy importantes: Primero, Jesús lo miró con amor. Nuestro Señor sabÃa muy bien de este muchacho, aunque se trataba de la primera vez que él intentó unirse a los seguidores. Es una persona que tiene buenas intenciones, pues sigue la Ley de ese tiempo y sin duda no es un malhechor. Al mirarlo con amor, el relato nos dice que Jesús también siente pena por él por lo que está por suceder.
Segundo, el hombre tiene muchos bienes. Tiene muchas riquezas de las cuales no se puede desprender. Se fue triste y apesadumbrado. El sólo pensar que tenÃa que deshacerse de sus bienes materiales ¡lo puso triste! Eso es estar encadenado a los dioses falsos, pues no puede pensar su vida sin su dinero y oro.
No todos los ricos son malos, y tampoco todos los pobres son buenos. Las riquezas no son malas pues sólo son cosas, y tampoco la falta de ellas es el objetivo que todos debemos de buscar. Lo malo esta en aferrarnos a ellas, en convertirnos en robots que sólo queremos estar trabajando para tener más y más.
Lo malo está en sólo estar pensando en cómo hacer más y más dinero.
Lo malo está en olvidarse de los que no tienen nada. En no poner ese dinero y riqueza a trabajar para ayudar a los demás.
¡Las riquezas son sólo cosas!
Desafortunadamente, la mayorÃa de la gente obscenamente rica es cegada por el oro y el dinero y por eso ellos son los verdaderos sujetos de esta anécdota de Jesús.
Por eso, para ellos será tan difÃcil llegar al Reino de Dios como para un camello pasar por el ojo de una aguja… con todo y sus bolsas de oro.