
En las lecturas de hoy tenemos un factor en común: La lepra.
Aunque hoy en dia se trata de una enfermedad que puede ser curable, en la antigüedad era considerada una maldición y las personas infectadas eran severamente excluidas de la sociedad, usualmente hasta el fin de sus dias.
Incluso, hasta en la Ley de Moisés se habla de que se tiene que separar de la población al leproso, con pena hasta de muerte. En fácil de imaginar cuánto miedo sucitaba una persona leprosa en una comunidad.
En la primera lectura, tomada del Libros de Reyes, conocemos a Naamán, el general del ejército de Siria. Esta armada era considerada la más poderosa del mundo, y Naamán era el lÃder más famoso… pero tenÃa lepra.
Sucede que era el tiempo en que Israel era un pueblo esclavo de los sirios, y la esposa de Naamán tenÃa a una niña israelita como sirvienta. La niña le dijo a la mujer que el profeta Eliseo (recordemos que Eliseo es el sucesor de ElÃas el profeta más grande del pueblo IsraelÃ) podrÃas curar a su esposo.
Naamán le platicó esto a su rey, y él lo mandó a Israel a buscar al profeta. Cuando lo encontró, Eliseo le dijo que se bañara 7 veces (numerologÃa, el número 7 otra vez) en el rio Jordán. Esto enojó muchÃsimo al general, quien se sitió ofendido por la orden. Comenzó a empacar, pero su siervo le pidió que hiciera la prueba y viera qué podÃa pasar. A regañadientes, Naamán se baño siete veces y se curó, la lepra desapareció.
Se bañó siete veces. Una por cada pecado capital. Los siete pecados capitales.
El hombre quedó sorprendido. No sabÃa qué hacer. Fue de inmediato con Eliseo y le ofreció muchÃsimas riquezas y bienes. Eliseo sabÃa muy bien que el milagro no era obra de él, sino de Dios, y le dijo al general:
“Juro por el Señor, en cuya presencia estoy, que no aceptaré nada”.
Naamán se puso triste, y le pidió al profeta que entonces le dejara llevarse dos sacos de la tierra de Israel para hacer con ellos un altar al Dios de Israel:
“La usaré para construir un altar al Señor, tu Dios, pues a ningún otro dios volveré a ofrecer más sacrificios”.
Evangelio del dia: Los 10 leprosos
¡Ah, la ingratitud humana! San Lucas nos habla de cuando Jesús, camino a Jerusalén, se topó con un grupo de 10 leprosos. ¡ImagÃnate que susto para sus discÃpulos! Lo primero que quieren hacer es irse, escapar, correr. Pero los enfermos, sabiendo su condición, le gritas desde lo lejos: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.
Jesús les ordena: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Los sumos sacerdotes del templo eran los que decidÃan si una persona enferma era apta para volver a la sociedad o si debÃa de seguir siendo excluida.
En el camino, los enfermos se curaron de la lepra, pero siguieron su camino. Todos excepto uno que, al verse curado, se llenó de emoción, alegrÃa, y agradecimiento… y se volvió corriendo hacia a Jesús, se postró a sus pies y le dio las gracias. Este era samaritano.
¿Te acuerdas que los samaritanos y los judios tienen un odio horrible a muerte?
Jesús le dice al hombre:
“¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios? Después le dijo al samaritano:
“Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.
No importan tu problemas o predicamentos. Si tienes fe, todo se resolverá. Y cuando eso ocurra, no olvides dar gracias a Dios. Asi de sencillo, asi de fácil.