Lecturas del Domingo – El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí

Cristo cargando su cruz
Cristo cargando su cruz” por Sebastiano del Piombo – Public Domain, Link

Segundo Libro de Reyes

2 Reyes 4, 8-11. 14-16a
Un día pasaba Eliseo por la ciudad de Sunem y una mujer distinguida lo invitó con insistencia a comer en su casa. Desde entonces, siempre que Eliseo pasaba por ahí, iba a comer a su casa. En una ocasión, ella le dijo a su marido: “Yo sé que este hombre, que con tanta frecuencia nos visita, es un hombre de Dios. Vamos a construirle en los altos una pequeña habitación. Le pondremos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que se quede allí, cuando venga a visitarnos“.

Así se hizo y cuando Eliseo regresó a Sunem, subió a la habitación y se recostó en la cama. Entonces le dijo a su criado: “¿Qué podemos hacer por esta mujer?” El criado le dijo: “Mira, no tiene hijos y su marido ya es un anciano“. Entonces dijo Eliseo: “Llámala“. El criado la llamó y ella, al llegar, se detuvo en la puerta. Eliseo le dijo: “El año que viene, por estas mismas fechas, tendrás un hijo en tus brazos“.

Salmo 88, 2-3. 16-17. 18-19

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor,
y daré a conocer que su fidelidad es eterna,
pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre, eterno,
y mi lealtad, más firme que los cielos“.

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Señor, feliz el pueblo que te alaba
y que a tu luz camina,
que en tu nombre se alegra a todas horas
y al que llena de orgullo tu justicia.

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Feliz, porque eres tú su honor y fuerza
y exalta tu favor nuestro poder.
Feliz, porque el Señor es nuestro escudo
y el santo de Israel es nuestro rey.

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Carta del Apostol San Pablo a los Romanos

Rom 6, 3-4. 8-11
Hermanos: Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte. En efecto, por el bautismo fuimos sepultados con Él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.

Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con Él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya nunca morirá. La muerte ya no tiene dominio sobre Él, porque al morir, murió al pecado de una vez para siempre; y al resucitar, vive ahora para Dios. Lo mismo ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Evangelio según San Mateo

Mt 10, 37-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles:

“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que salve su vida la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.

Quien los recibe a ustedes me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.

El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.

Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa”.

 

Les dijo Jesús: Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra

Manos deformadas por la lepra
Manos deformadas por la lepra B.jehleOwn work, CC BY-SA 3.0, Link.

Segundo Libro de Reyes

2 Reyes 5, 1-15
En aquellos días, Naamán, general del ejército de Siria, gozaba de la estima y del favor de su rey, pues por su medio había dado el Señor la victoria a Siria. Pero este gran guerrero era leproso.

Sucedió que una banda de sirios, en una de sus correrías, trajo cautiva a una jovencita, que pasó luego al servicio de la mujer de Naamán. Ella le dijo a su señora: “Si mi señor fuera a ver al profeta que hay en Samaria, ciertamente él lo curaría de su lepra”.

Entonces fue Naamán a contarle al rey, su señor: “Esto y esto dice la muchacha israelita”. El rey de Siria le respondió: “Anda, pues, que yo te daré una carta para el rey de Israel”. Naamán se puso en camino, llevando de regalo diez barras de plata, seis mil monedas de oro, diez vestidos nuevos y una carta para el rey de Israel que decía: “Al recibir ésta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán, para que lo cures de la lepra”.

Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras exclamando: “¿Soy yo acaso Dios, capaz de dar vida o muerte, para que éste me pida que cure a un hombre de su lepra? Es evidente que lo que anda buscando es un pretexto para hacerme la guerra”.

Cuando Eliseo, el hombre de Dios, se enteró de que el rey había rasgado sus vestiduras, le envió este recado: “¿Por qué rasgaste tus vestiduras? Envíamelo y sabrá que hay un profeta en Israel”. Llegó, pues, Naamán con sus caballos y su carroza, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo. Éste le mandó decir con un mensajero: “Ve y báñate siete veces en el río Jordán, y tu carne quedará limpia”. Naamán se alejó enojado, diciendo: “Yo había pensado que saldría en persona a mi encuentro y que, invocando el nombre del Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me curaría de la lepra. ¿Acaso los ríos de Damasco, como el Abaná y el Farfar, no valen más que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos y quedar limpio?” Dio media vuelta y ya se marchaba, furioso, cuando sus criados se acercaron a él y le dijeron: “Padre mío, si el profeta te hubiera mandado una cosa muy difícil, ciertamente la habrías hecho; cuanto más, si sólo te dijo que te bañaras y quedarías sano”.

Entonces Naamán bajó, se bañó siete veces en el Jordán, como le había dicho el hombre de Dios, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva a donde estaba el hombre de Dios y se le presentó, diciendo: “Ahora sé que no hay más Dios que el de Israel”.

Evangelio según San Lucas

Lc 4, 24-30
En aquel tiempo, Jesús llegó a Nazaret, entró a la sinagoga y dijo al pueblo:

“Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria”.

Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una saliente del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero Él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.

Lecturas del Domingo – 26 de Junio de 2022: Te seguiré Señor

Jesús habla con el jóven rico
“Jesús hablando con el jóven rico” por Heinrich Hofmann – Obra comprada por John D Rockefeller Jr, actualmente en la Riverside Church, New York, Public Domain, Link

Hoy es el XIII Domingo del Tiempo ordinario. El mensaje de esta semana es muy sencillo: Sigue a Jesus, pero no le pongas condiciones.

Primer Libro de Reyes 19, 16b. 19-21

En aquellos tiempos, el Señor le dijo a Elías: “Unge a Eliseo, el hijo de Safat, originario de Abel-Mejolá, para que sea profeta en lugar tuyo”.

Elías partió luego y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él trabajaban doce yuntas de bueyes y él trabajaba con la última. Elías pasó junto a él y le echó encima su manto. Entonces Eliseo abandonó sus bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo: “Déjame dar a mis padres el beso de despedida y te seguiré”. Elías le contestó: “Ve y vuelve, porque bien sabes lo que ha hecho el Señor contigo”.

Se fue Eliseo, se llevó los dos bueyes de la yunta, los sacrificó, asó la carne en la hoguera que hizo con la madera del arado y la repartió a su gente para que se la comieran. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.

Salmo 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11

R. (cf. 5a) Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio.
Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia:
mi vida está en sus manos. R.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor
y con Él a mi lado, jamás tropezaré. R.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Por eso se me alegran el corazón y el alma
y mi cuerpo vivirá tranquilo,
porque tú no me abandonarás a la muerte
ni dejarás que sufra yo la corrupción. R.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Enséñame el camino de la vida,
sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti. R.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.

Carta del Apostol San Pablo a los Gálatas 5, 1. 13-18

Hermanos: Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. Su vocación, hermanos, es la libertad. Pero cuiden de no tomarla como pretexto para satisfacer su egoísmo; antes bien, háganse servidores los unos de los otros por amor. Porque toda la ley se resume en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pues si ustedes se muerden y devoran mutuamente, acabarán por destruirse.

Los exhorto, pues, a que vivan de acuerdo con las exigencias del Espíritu; así no se dejarán arrastrar por el desorden egoísta del hombre. Este desorden está en contra del Espíritu de Dios, y el Espíritu está en contra de ese desorden. Y esta oposición es tan radical, que les impide a ustedes hacer lo que querrían hacer. Pero si los guía el Espíritu, ya no están ustedes bajo el dominio de la ley.

Evangelio según San Lucas 9, 51-62

Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?

Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió.

Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”.

A otro, Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.

Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.

 

Eliseo y la multiplicación de los panes

Eliseo multiplica los panes
Eliseo multiplica los panes, por TintorettoWeb Gallery of Art:   Imagen  Info about artwork, Dominio público, Enlace

Este domingo escuchamos acerca de la multiplicación de los panes y los pescados, uno de los más maravillosos milagros de nuestro Señor Jesús.

Hoy escucaremos que, en el Libro de Reyes, también hay una anecdota similar pero en menor escala, que sevirá como preámbulo para el acontecimiento de Cristo. Sin embargo, ésto le sucedió 500 años antes al profeta Eliseo:

“Entonces vino un hombre de Baal-salisa, trayendo en su alforja alimentos de primicias para el hombre de Dios: veinte panes de cebada y espigas de grano nuevo.
“Y Eliseo dijo: ‘Da a la gente para que coma’. Y su criado respondió: ‘¿Cómo voy a poner esto delante de cien hombres?’.
“Pero él volvió a decir: ‘Da a la gente para que coma, porque así ha dicho el Señor: Comerán, y sobrará’.
“Entonces él lo puso delante de ellos. Y comieron, y sobró, conforme a la palabra del Señor”.

Para Dios, no existen las barreras.

Lecturas del Domingo: Junio 28, 2020 – La Gracia de Dar

 

Eliseo resucitando a un muerto
Eliseo resucitando a un muerto.

Hoy es el decimotercero domingo ordinario, y esta semana escucharemos acerca de otro profeta. La semana pasada conocimos un poco de Jeremías, pero hoy leeremos acerca del milagroso Eliseo.

Eliseo era discípulo de Elías, considerado como uno de los más grandes profetas de Israel. Cuando Elías se fue de este mundo –y lo decimos literalmente, pues fue llevado al cielo por una carreta de fuego tirada por caballos– Eliseo “se quedó con su puesto” y fue un gran proclamador de la palabra de Dios. Resucitó muertos y predijo resultados importantes de batallas. Incluso, un año después de su muerte y ya enterrado, el cuerpo de otra persona fallecida fue llevado a enterrar a su lado. Los restos de Eliseo quedaron al descubierto y, por error, el cuerpo de la otra persona tocó su brazo… y el recién fallecido ¡resucitó!

Pero el tema principal de hoy es la gracia de dar sin esperar nada a cambio. Aquí tenemos la primera lectura de hoy, tomada de un fragmento del Segundo Libro de Reyes:

“Un día pasaba Eliseo por la ciudad de Sunem y una mujer distinguida lo invitó a comer en su casa. Desde entonces, siempre que Eliseo pasaba por ahí, iba a comer a su casa. En una ocasión, ella le dijo a su marido: ‘Yo sé que este hombre, que con tanta frecuencia nos visita, es un hombre de Dios. Vamos a construirle en los altos una pequeña habitación. Le pondremos allí una cama, una mesa, una silla, y una lámpara para que se quede allí, cuando venga a visitarnos’.
“Así se hizo y cuando Eliseo regresó a Sunem, subió a la habitación y se recostó en la cama. Entonces le dijo a su criado: ‘¿Qué podemos hacer por esta mujer?’ El criado le dijo: ‘Mira, no tiene hijos y su marido ya es un anciano’. Entonces dijo Eliseo: ‘Llámala’. El criado la llamó y ella, al llegar, se detuvo en la puerta. Eliseo le dijo: ‘El año que viene, por estas mismas fechas, tendrás un hijo en tus brazos'”.

Nada es imposible para Dios.

Y para terminar, siguiendo con el tema de saber dar, tenemos la Palabra de Dios, tomada del Evangelio de San Mateo:

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: ‘El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí'”.

Un poco fuerte este Evangelio, y muchas personas siempre se sienten un poco descorazonadas al escuhar estas palabras. Pero, no olvidemos que aquel que en verdad ama a Dios, siempre ama y respeta a su padres; y ama a sus hijos e hijas; Lo que Jesús quiere decir es que siempre tenemos que amar primero a Dios y respetar su lugar y derecho. Un ejemplo muy sencillo: No te enojes con Dios porque se ha llevado a tu mamá o a tu hijo. Nosotros no sabemos qué plan tenía Nuestro Señor para ese familiar, y siempre debemos pensar que no ha sido para mal, sino todo lo contrario: Esa madre o ese hijo está en el lugar más hermoso de la existencia: cerca de Dios y lejos de las enfermedades y maldades de este mundo.

Así, al aceptar la voluntad de Dios –aunque sea con mucho dolor– estamos demostrando que lo queremos más a Él que a nadie mas.

Finaliza el Evangelio diciendo:

“El que salve su vida la perderán y el que la pierda por mí, la salvará.
“Quien los recibe a ustedes me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
“El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.
“Quien diere, aunque no sea más que una vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa”.

 

 

Lecturas del Domingo: Julio 29, 2018 – El milagro de la multiplicación de los panes

Milagro de la multiplicación de los panes y los pescados
Milagro de la multiplicación de los panes y los pescados, por Bernardo Strozzi – http://www.1st-art-gallery.com/Bernardo-Strozzi/The-Miracle-Of-The-Loaves-And-Fishes.html, Public Domain, Link

Esta semana hablaremos de la multiplicación de los panes y los pescados, sin lugar a dudas uno de los más populares milagros relatados en los Evangelios, y que va más allá de saciar el estómago.

Cuando Jesús estaba en una orilla del lago de Tiberíades, en la orilla contraria a Galilea, mucha gente lo trataba de seguir, pues habían escuchado y sabía de los milagros que había hecho por la región.

Según lo documentos evangélicos, el cálculo del número de personas de este relato era de alrededor de 5,000 hombres. Si contamos que cada hombre tenía una mujer y al menos un niño, estamos hablando de aproximadamente 15 mil personas en total.

Jesús, poniendo a prueba a Felipe, uno de los doce apóstoles, le pregunta que cómo podrían comprar pan para que coma toda esa muchedumbre. Felipe, en su calidad humana, le contesta:

“Ni doscientos denarios bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”.

Luego Andrés, otro de los discípulos y hermano de Simón Pedro, le dijo:

“Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?”.

¿No nos pasa constantemente eso en nuestras vidas? Ante la magnitud de los problemas nos hacemos pequeñitos o pequeñitas y lo único que vemos es lo negro, pero no vemos la luz, por muy brillante que esta sea.

Jesús les ordenó a los discípulos que mandaran sentar a toda la gente, y después de dar Gracias a Dios por los alimentos, comenzó a repartir los panes, y luego los pescados. Y todos comieron hasta saciarse.

Después de toda esa gigantesca cantidad de gente comió, Jesús pidió que recogieran los pedazos sobrantes para que no se desperdiciaran, y con todo lo que sobró de los cinco panes se llenaron todavía doce canastos (¿te fijaste que el número es 12, igual que los doce apóstoles?).

Cuando el rumor de lo que había pasado comenzó a esparcirse entre toda la gente, Jesús se dio cuenta de iban a llevárselo y proclamarlo rey. En ese momento se retiró a la montaña, pero esta vez él solo. Y es que, si se hubiera quedado, con semejante número de personas apoyándolo, sería una revuelta contra el imperio romano, y eso traería consecuencias de muchas muertes entre los seguidores de Jesús y los fieles al imperio.

Además, Jesús no estaba destinado a ser rey de este mundo, y ni le interesaba, pues Él sabía muy bien cual era su destino.

Por otra parte, observemos que fue un muchacho, quizá un niño quien con su fe, dio lo que tenía para que se hiciera el milagro.

Y añadiendo un poco a esta narración nos topamos en la primera lectura que el profeta Eliseo, habiendo recibido cómo regalos veinte panes de cebada y grano tierno de trigo, le dice a su criado que lo reparta entre cien hombres (otra vez, con aproximadamente 3 dependientes cada uno). El criado le respondió algo similar a lo que Felipe dijo líneas arriba:

“¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien hombres?”

Obviamente, todos comieron y hasta sobró.

Qué interesante conocer que este evento ocurrió más de quinientos años del nacimiento de Jesús, y que era un preludio –aunque en menor escala– de lo que iba a suceder. Pero siempre resaltando la duda de nuestros corazones, y el resultado de poner la fe en el gran poder de Dios.

Así mismo, en tu vida, no temas a las grandes adversidades. Ten fe. Ni reniegues ni te escondas. Ten Fe. El gran Poder de Dios está aquí para ayudarte , todo lo que tienes que hacer es tener Fe.

Lecturas del Domingo: Julio 2, 2017 – El que ama a su padre o a su madre más que a mí…

Virgen María, Madre de Jesucristo
“La Virgen en oración”, por Giovanni Battista Salvi da SassoferratoWeb Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Public Domain, Link

Dice Jesús en el Evangelio de hoy:

“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí”

Yo recuerdo que, cuando joven, esta lectura me causaba mucha ansiedad, pues era muy difícil para mí poder decir que mi mamá, quien había hecho cientos de sacrificios por mí durante toda su vida, no era la merecedora de todo mi cariño y amor.

Pensaba que ella, por esta lectura, no debería de recibir nada de amor. Y por eso evitaba leer esta parte de las Sagradas Escrituras.

Pero, con los años y después de cursos y pláticas, he logrado entender lo siguiente: En ningún momento Jesús dice que lo amemos más a Él que a los demás. “El que ama más a…”, es muy diferente a “Deben amarme más…”. Todos los sacrificios de mi mamá o de mis tías, hermanos, amigos, etc. son grandes en naturaleza humana, pero Jesús en su dolor y muerte nos libra de lo peor de todo: el pecado y la muerte. Ya por esta simple razón no debería de haber duda en nuestros corazones de amarlo con todo nuestro corazón.

Pero he aquí algo todavía más confortante. Todos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, y somos pequeñas ramitas que salimos de Él. Dios es el gran tronco al que nos vamos a unir por completo, y Jesús —junto con el Espíritu Santo— es uno mismo en Dios.

Así que, no te sientas triste en pensar que estás diluyendo tu amor por amar más a Jesús. Eso no ocurre, pues el amor verdadero no se destruye o se va acabando. Tu amor a tu familia, a tus padres, a tus hijos, a todos, es el mismo que va a Dios y a Jesús. No más ni menos.

Lecturas del Domingo: Octubre 9, 2016 – Fe, misericordia y caridad

los diez leprosos
“La cura de los 10 leprosos” por James Tissot – Online Collection of Brooklyn Museum; Photo: Brooklyn Museum, 2008, 00.159.161_PS2.jpg, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10196025

En las lecturas de hoy tenemos un factor en común: La lepra.

Aunque hoy en dia se trata de una enfermedad que puede ser curable, en la antigüedad era considerada una maldición y las personas infectadas eran severamente excluidas de la sociedad, usualmente hasta el fin de sus dias.

Incluso, hasta en la Ley de Moisés se habla de que se tiene que separar de la población al leproso, con pena hasta de muerte. En fácil de imaginar cuánto miedo sucitaba una persona leprosa en una comunidad.

En la primera lectura, tomada del Libros de Reyes, conocemos a Naamán, el general del ejército de Siria. Esta armada era considerada la más poderosa del mundo, y Naamán era el líder más famoso… pero tenía lepra.

Sucede que era el tiempo en que Israel era un pueblo esclavo de los sirios, y la esposa de Naamán tenía a una niña israelita como sirvienta. La niña le dijo a la mujer que el profeta Eliseo (recordemos que Eliseo es el sucesor de Elías el profeta más grande del pueblo Israelí) podrías curar a su esposo.

Naamán le platicó esto a su rey, y él lo mandó a Israel a buscar al profeta. Cuando lo encontró, Eliseo le dijo que se bañara 7 veces (numerología, el número 7 otra vez) en el rio Jordán. Esto enojó muchísimo al general, quien se sitió ofendido por la orden. Comenzó a empacar, pero su siervo le pidió que hiciera la prueba y viera qué podía pasar. A regañadientes, Naamán se baño siete veces y se curó, la lepra desapareció.

Se bañó siete veces. Una por cada pecado capital. Los siete pecados capitales.

El hombre quedó sorprendido. No sabía qué hacer. Fue de inmediato con Eliseo y le ofreció muchísimas riquezas y bienes. Eliseo sabía muy bien que el milagro no era obra de él, sino de Dios, y le dijo al general:

“Juro por el Señor, en cuya presencia estoy, que no aceptaré nada”.

Naamán se puso triste, y le pidió al profeta que entonces le dejara llevarse dos sacos de la tierra de Israel para hacer con ellos un altar al Dios de Israel:

“La usaré para construir un altar al Señor, tu Dios, pues a ningún otro dios volveré a ofrecer más sacrificios”.

Evangelio del dia: Los 10 leprosos

¡Ah, la ingratitud humana! San Lucas nos habla de cuando Jesús, camino a Jerusalén, se topó con un grupo de 10 leprosos. ¡Imagínate que susto para sus discípulos! Lo primero que quieren hacer es irse, escapar, correr. Pero los enfermos, sabiendo su condición, le gritas desde lo lejos: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.

Jesús les ordena: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Los sumos sacerdotes del templo eran los que decidían si una persona enferma era apta para volver a la sociedad o si debía de seguir siendo excluida.

En el camino, los enfermos se curaron de la lepra, pero siguieron su camino. Todos excepto uno que, al verse curado, se llenó de emoción, alegría, y agradecimiento… y se volvió corriendo hacia a Jesús, se postró a sus pies y le dio las gracias. Este era samaritano.

¿Te acuerdas que los samaritanos y los judios tienen un odio horrible a muerte?

Jesús le dice al hombre:

¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios? Después le dijo al samaritano:
“Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.

No importan tu problemas o predicamentos. Si tienes fe, todo se resolverá. Y cuando eso ocurra, no olvides dar gracias a Dios. Asi de sencillo, asi de fácil.

Lecturas del Domingo: Junio 26, 2016 – Sígueme

Elías y Eliseo
Elías y Eliseo

Las lecturas de hoy tienen una conexión bien linda entre la vida de los antiguos profetas y las revelaciones del nuevo testamento.

El la primera lectura –Primer Libro de los Reyes– Elías es mandado por Dios a buscar un sucesor. Hemos estado hablando de Elías en las últimas semanas, y sabemos que él es considerado el más grande de los profetas por el pueblo Judío. Pero él ya está viejo y cansado, y Dios le ha ordenado que busque a Eliseo, el hijo menor de Safat, y lo nombre el sucesor.

En el ralato están escritas unas simbologías muy interesantes:

  • Eliseo está arando las tierras, lleva la última de las doce yunta de bueyes. Doce es un número perfecto, que en este caso simboliza a las doce tribus de Israel.
  • Elías se quita su manto y se lo pone a Eliseo, imponiéndole todas las potestades de su puesto, pero también todas las responsabilidades. Ahora bien, este no es un manto cualquiera, pues con el más adelante Elías partirá las aguas del rio Jordán, similar a lo que hizo Moisés.
  • Eliseo pide permiso para despedirse de su padre. Con una amonestación, Elías lo permite. Cuando regresa, Eliseo mata a lo bueyes y con el collar del arado de los animales hace una hoguera para inmolarlos y ofrecerlos como sacrificio a Dios. ¿Qué tiene esto de interesante? Pues que con este acto Eliseo no ve para atrás pues está destruyendo su fuente de trabajo. De esta forma le indica a Dios que él está completamente a su servicio.

Luego viene el Evangelio, con algo similar.

Jesús se topa a algunos hombres y les dice que lo sigan. Ellos le responden:

  • El primero: “Te seguiré a donde vayas“, Jesús le dice:  “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza“. Esto quiere decir que Herodes, el administrador del pueblo Judío, era conocido como el Zorro, por su astucia. Los pájaros de los que Jesús habla son las águilas, es decir: los romanos que tienen oprimido al los judíos.
  • El segundo: “Sí, pero primero déjame enterrar a mi Padre“. Cuando Dios nos llama, no le respondas con condiciones: “Sí, pero primero…
    “Deja que lo muertos entierren a los muertos”. Todo aquel que escucha y sigue la Palabra de Dios vive. Los demás símplemente están muertos.
  • El último: “Te seguiré Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia“. ¡Otra vez la yunta al buey! De nuevo le ponemos condiciones a Dios, “Sí, pero“.
    Ahora Jesús responderá: “El que empuña el arado y mira para atrás, no sirve para el Reino de Dios“. ¡Ajá! Ahí está la conexión con la primera lectura. Eliseo destruyó su yunta y sacrificó a los bueyes, es decir no vuelve la vista para atrás pues está deshaciéndose de su fuente de empleo, de su trabajo, de su vida.

Por favor, cuando recibas el llamado de Dios en cualquiera de sus formas, no le pongas condición.

Lecturas del Domingo: Mayo 29, 2016 – Corpus Christi

La multiplicación de panes y pescados
By Bernardo Strozzi – http://www.1st-art-gallery.com/Bernardo-Strozzi/The-Miracle-Of-The-Loaves-And-Fishes.html, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=8151360

Hoy recordamos el milagro de la multiplicación de los panes y pescados para recordarnos que el Cuerpo de Cristo somos todo los que formamos su Iglesia.

Jesús se puso a predicar a una gran multitud, y en un determinado momento los discípulos le piden que despida a la gente, pues el lugar está muy apartado de la ciudad y es posible que las condiciones se pongan muy difíciles pronto, pues se habla de miles de hombres.

Unas versiones mencionan 4,000 hombres, y el Evangelio de Juan menciona 5,000. Pero piensa que por cada hombre hay una mujer y tal vez un niño o niña. Pues hablamos ahora de casi 15,000 almas.

No hay comida. Jesús ordena que les den de comer, pero sólo hay 5 panes y dos pescados. Cuando se los traen, y después de dar gracias, comenzó a partir los panes y los pescados. Y todos comieron hasta saciarse, al grado de que hasta sobraron doce canastos. (Como nota aparte, 12 es uno de los números perfectos de la numerología).

Los milagros de la multiplicación de comida no son nuevos en la Biblia. El profeta Elías multiplicó el pan de la pobre viuda que le dio alojamiento, y así evitó que muriera de hambre con su hijo. Eliseo, el sucesor de Elías, lo hizo también, pero para alimentar a 100 personas.

¡Pero Jesús alimentó a más de 10,000! ¿Qué quiere decir esto? Para la gente del tiempo de Jesús, Elías representaba al más grande de los profetas, y lo ponían a la altura de Moisés. Cuando Nuestro Señor realiza el milagro para miles, a todos les queda claro que Jesús, no es un profeta mas. Si nos ponemos a pensar en la mentalidad de aquellos tiempos, y con la poca información que tenían, pues la idea que se estaba formando era de que este nuevo Jesús es alguien más importante.

Poco a poco conocerán que, en realidad, es el Hijo de Dios.