Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, 2020

altar
Consagración del vino en la Parroquia de Corpus Christi en Lawrence, MA.

Para nosotros los católicos, la Eucaristía es el sacramento (el ritual) en el que se consagran (se ofrecen o dedican) una ofrenda de pan y vino, en recuerdo de la Última Cena de nuestro Señor Jesucristo.

Hoy es el día dedicado por la Iglesia para recordar específicamente el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor, representados por el Pan y el Vino.

La primera lectura, tomada del libro del Deuteronomio, nos recuerda El Pan

“En aquel tiempo, habló Moisés a su pueblo y le dijo: ‘Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto, para afligirte, para ponerte a prueba y conocer si ibas a guardar los mandamientos o no.
“Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que ni tú ni tus padres conocían, para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
“No sea que te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto y de la esclavitud; que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, lleno de serpientes y alacranes; que en una tierra árida hizo brotar para tí agua de la roca más dura, y que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres'”.

La segunda lectura, tomada de la primera carta de San Pablo a los corintios, nos recuerda El Vino

“Hermanos: El cáliz de la bendición con el que damos gracias, ¿no nos une a Cristo por medio de su sangre? Y el pan que partimos, ¿no nos une a Cristo por medio de su cuerpo? El Pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un sólo cuerpo, porque todos comemos del mismo Pan”.

Y el Evangelio de San Juan nos muestra el Cuerpo y la Sangre de Jesús como la clave de la salvación

“En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: ‘Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan qe yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida’.
“Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: ‘Cómo puede éste darnos a comer su carne?’
“Jesús les dijo: ‘Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
“Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.
“Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron su padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre'”.

Todos podemos alcanzar la vida eterna. La clave está en lo que dice Jesús de comer su cuerpo y su sangre. ¿Cómo lo podemos hacer? Consumiendo la Eucaristía que se da en la Iglesia todos los domingos. Pero para poderla consumir, tienes que seguir los mandamientos de Dios y seguir a Jesús.

Así todo lo necesario para la salvación está enfrente de nosotros en todas las misas a la hora de la consagración: El Cuerpo y la Sangre de Cristo.

 

Lecturas del Domingo: Enero 27, 2019 – El nacimiento de la misa

Esdra
Esdra leyendo el libro de la Ley a la Asamblea, por Gustave Doré – Doré’s English Bible, Public Domain, Link

Hoy es el tercer domingo del tiempo ordinario, y la lecturas de hoy son muy interesantes, pues en ellas conoceremos cómo es que se consagró un día para la lectura de la palabra y la celebración de la misa.

Primero, Nehemías nos relata un evento que pasó casi 500 años antes del nacimiento de Jesús. Se trata de que en una ocasión, Esdras, el sacerdote de Judá, trajo el libro de la ley a la asamblea y lo leyó desde el amanecer hasta el mediodía, con el pueblo a su alrededor absorto a sus palabras.

“Esdras abrió el libro a la vista del pueblo, pues estaba en un sitio más alto que todos, y cuando lo abrió el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo entonces al Señor, el gran Dios, y todo el pueblo levantando las manos respondió: ´¡Amén!´, e inclinándose, se postraron rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicaban el sentido, de suerte que el pueblo comprendió la lectura”.

Muchos aspectos de la celebración de la misa se tomaron de esta imagen y se siguen hasta el día de hoy. Y muchos de los pasajes del antiguo testamento fueron profecías de lo que se había de cumplir cuando llegara Jesús a este mundo. Todo el antiguo testamento es la preparación para la llegada de Jesús.

El evangelio de hoy nos dice que Jesús fue a la sinagoga de Nazaret, y tomando el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y en medio de la asamblea leyó un pasaje que decía:

“El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación de los cautivos, y la curación de los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de la gracia del Señor”.

Con esta lectura, de casi 800 años antes, Jesús nos habla de la llegada del mesías, el curador, el libertador que tiene la bendición y gracia de Dios.

“Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes de la sinagoga estaban fijos en él. Entonces, comenzó a hablar diciendo: ´Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír´”.

Jesús es el mesías, el curador, el libertador que tiene la bendición y gracia de Dios