Esto dice el Señor, tu redentor, el Dios de Israel:
“Yo soy el Señor, tu Dios,
el que te instruye en lo que es provechoso,
el que te guía por el camino que debes seguir.
¡Ojalá hubieras obedecido mis mandatos!
Sería tu paz como un río
y tu justicia, como las olas del mar.
Tu descendencia sería como la arena
y como granos de arena, los frutos de tus entrañas.
Nunca tu nombre hubiera sido borrado
ni arrancado de mi presencia”.
Evangelio según San Mateo 11, 16-19
En aquel tiempo, Jesús dijo:
“¿Con qué podré comparar a esta gente? Es semejante a los niños que se sientan en las plazas y se vuelven a sus compañeros para gritarles: ‘Tocamos la flauta y no han bailado; cantamos canciones tristes y no han llorado’.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron: ‘Tiene un demonio’. Viene el Hijo del hombre, y dicen: ‘Ése es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y gente de mal vivir’. Pero la sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras”.
“¿Con quién me van a comparar,
que pueda igualarse a mí?”,
dice el Dios de Israel.
Alcen los ojos a lo alto
y díganme quién ha creado todos aquellos astros.
Él es quien cuenta y despliega su ejército de estrellas
y a cada una la llama por su nombre;
tanta es su omnipotencia y tan grande su vigor,
que ninguna de ellas desoye su llamado.
¿Por qué dices tú, Jacob,
y lo repites tú, Israel:
“Mi suerte se le oculta al Señor
y mi causa no le preocupa a mi Dios”?
¿Es que no lo has oído?
Desde siempre el Señor es Dios,
creador aun de los últimos rincones de la tierra.
Él no se cansa ni se fatiga
y su inteligencia es insondable.
Él da vigor al fatigado
y al que no tiene fuerzas, energía.
Hasta los jóvenes se cansan y se rinden,
los más valientes tropiezan y caen;
pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor,
renuevan sus fuerzas;
les nacen alas como de águila,
corren y no se cansan, caminan
y no se fatigan.
Evangelio según San Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo:
“Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.
El Buen Pastor, por Meister des Mausoleums der Galla Placidia in Ravenna – Public Domain, Link
Isaías 40, 1-11
“Consuelen, consuelen a mi pueblo,
dice nuestro Dios.
Hablen al corazón de Jerusalén
y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre
y que ya ha satisfecho por sus iniquidades,
porque ya ha recibido de manos del Señor
castigo doble por todos sus pecados”.
Una voz clama:
“Preparen el camino del Señor en el desierto,
construyan en el páramo
una calzada para nuestro Dios.
Que todo valle se eleve,
que todo monte y colina se rebajen;
que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane.
Entonces se revelará la gloria del Señor
y todos los hombres la verán”.
Así ha hablado la boca del Señor.
Una voz dice: “¡Griten!”,
y yo le respondo: “¿Qué debo gritar?”
“Todo hombre es como la hierba
y su grandeza es como flor del campo.
Se seca la hierba y la flor se marchita,
pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre”.
Sube a lo alto del monte,
mensajero de buenas nuevas para Sión;
alza con fuerza la voz,
tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén.
Alza la voz y no temas;
anuncia a los ciudadanos de Judá:
“Aquí está su Dios.
Aquí llega el Señor, lleno de poder,
el que con su brazo lo domina todo.
El premio de su victoria lo acompaña
y sus trofeos lo anteceden.
Como pastor apacentará a su rebaño;
llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos
y atenderá solícito a sus madres”.
Evangelio según San Mateo 18, 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda uno solo de estos pequeños”.
“Regocíjate, yermo sediento.
Que se alegre el desierto y se cubra de flores,
que florezca como un campo de lirios,
que se alegre y dé gritos de júbilo,
porque le será dada la gloria del Líbano,
el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Ellos verán la gloria del Señor,
el esplendor de nuestro Dios.
Fortalezcan las manos cansadas,
afiancen las rodillas vacilantes.
Digan a los de corazón apocado:
‘¡Ánimo! No teman.
He aquí que su Dios,
vengador y justiciero,
viene ya para salvarlos’.
Se iluminarán entonces los ojos de los ciegos
y los oídos de los sordos se abrirán.
Saltará como un venado el cojo
y la lengua del mudo cantará.
Brotarán aguas en el desierto
y correrán torrentes en la estepa.
El páramo se convertirá en estanque
y la tierra sedienta, en manantial.
En la guarida donde moran los chacales,
verdearán la caña y el papiro.
Habrá allí una calzada ancha,
que se llamará ‘Camino Santo’;
los impuros no la transitarán,
ni los necios vagarán por ella.
No habrá por ahí leones
ni se acercarán las fieras.
Por ella caminarán los redimidos.
Volverán a casa los rescatados por el Señor,
vendrán a Sión con cánticos de júbilo,
coronados de perpetua alegría;
serán su escolta el gozo y la dicha,
porque la pena y la aflicción habrán terminado’’.
Evangelio segun San Lucas 5, 17-26
Un día Jesús estaba enseñando y estaban también sentados ahí algunos fariseos y doctores de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén. El poder del Señor estaba con Él para que hiciera curaciones.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de entrar, para colocarlo delante de Él; pero como no encontraban por dónde meterlo a causa de la muchedumbre, subieron al techo y por entre las tejas lo descolgaron en la camilla y se lo pusieron delante a Jesús. Cuando Él vio la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: “Amigo mío, se te perdonan tus pecados”.
Entonces los escribas y fariseos comenzaron a pensar: “¿Quién es este individuo que así blasfema? ¿Quién, sino sólo Dios, puede perdonar los pecados?” Jesús, conociendo sus pensamientos, les replicó: “¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil decir: ‘Se te perdonan tus pecados’ o ‘Levántate y anda’? Pues para que vean que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados –dijo entonces al paralítico–: Yo te lo mando: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.
El paralítico se levantó inmediatamente, en presencia de todos, tomó la camilla donde había estado tendido y se fue a su casa glorificando a Dios. Todos quedaron atónitos y daban gloria a Dios, y llenos de temor, decían: “Hoy hemos visto maravillas”.
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago florecerá de su raíz.
Sobre él se posará el espíritu del Señor,
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de piedad y temor de Dios.
No juzgará por apariencias,
ni sentenciará de oídas;
defenderá con justicia al desamparado
y con equidad dará sentencia al pobre;
herirá al violento con el látigo de su boca,
con el soplo de sus labios matará al impío.
Será la justicia su ceñidor,
la fidelidad apretará su cintura.
Habitará el lobo con el cordero,
la pantera se echará con el cabrito,
el novillo y el león pacerán juntos
y un muchachito los apacentará.
La vaca pastará con la osa
y sus crías vivirán juntas.
El león comerá paja con el buey.
El niño jugará sobre el agujero de la víbora;
la creatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente.
No harán daño ni estrago por todo mi monte santo,
porque así como las aguas colman el mar,
así está lleno el país de la ciencia del Señor.
Aquel día la raíz de Jesé se alzará
como bandera de los pueblos,
la buscarán todas las naciones
y será gloriosa su morada.
Salmo 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17
Ven, Señor, rey de justicia y de paz
Comunica, Señor, al rey tu juicio
y tu justicia, al que es hijo de reyes;
así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres
y regirá a tu pueblo justamente.
Ven, Señor, rey de justicia y de paz
Florecerá en sus días la justicia
y reinará la paz, era tras era.
De mar a mar se extenderá su reino
y de un extremo al otro de la tierra.
Ven, Señor, rey de justicia y de paz
Al débil librará del poderoso
y ayudará al que se encuentra sin amparo;
se apiadará del desvalido y pobre
y salvará la vida al desdichado.
Ven, Señor, rey de justicia y de paz
Que bendigan al Señor eternamente
y tanto como el sol, viva su nombre.
Que sea la bendición del mundo entero
y lo aclamen dichoso las naciones.
Ven, Señor, rey de justicia y de paz.
Carta del Apostol San Pablo a los Romanos 15, 4-9
Hermanos: Todo lo que en el pasado ha sido escrito en los libros santos, se escribió para instrucción nuestra, a fin de que, por la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza.
Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, les conceda a ustedes vivir en perfecta armonía unos con otros, conforme al espíritu de Cristo Jesús, para que, con un solo corazón y una sola voz alaben a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Por lo tanto, acójanse los unos a los otros como Cristo los acogió a ustedes, para gloria de Dios. Quiero decir con esto, que Cristo se puso al servicio del pueblo judío, para demostrar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas y que por su misericordia los paganos alaban a Dios, según aquello que dice la Escritura: Por eso te alabaré y cantaré himnos a tu nombre.
Evangelio según San Mateo 3, 1-12
En aquel tiempo, comenzó Juan el Bautista a predicar en el desierto de Judea, diciendo: “Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos está cerca”. Juan es aquel de quien el profeta Isaías hablaba, cuando dijo: Una voz clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.
Juan usaba una túnica de pelo de camello, ceñida con un cinturón de cuero, y se alimentaba de saltamontes y de miel silvestre. Acudían a oírlo los habitantes de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región cercana al Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el río.
Al ver que muchos fariseos y saduceos iban a que los bautizara, les dijo: “Raza de víboras, ¿quién les ha dicho que podrán escapar al castigo que les aguarda? Hagan ver con obras su conversión y no se hagan ilusiones pensando que tienen por padre a Abraham, porque yo les aseguro que hasta de estas piedras puede Dios sacar hijos de Abraham. Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto, será cortado y arrojado al fuego.
Yo los bautizo con agua, en señal de que ustedes se han convertido; pero el que viene después de mí, es más fuerte que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y su fuego. Él tiene el bieldo en su mano para separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.
Jesús enseñando a los doce Apóstoles, por James Tissot – Online Collection of Brooklyn Museum; Photo: Brooklyn Museum, 2007, Public Domain, Link.
Isaías 30, 19-21. 23-26
Esto dice el Señor Dios de Israel: “Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no volverás a llorar. El Señor misericordioso, al oír tus gemidos, se apiadará de ti y te responderá, apenas te oiga. Aunque te dé el pan de las adversidades y el agua de la congoja, ya no se esconderá el que te instruye; tus ojos lo verán. Con tus oídos oirás detrás de ti una voz que te dirá: ‘Éste es el camino. Síguelo sin desviarte, ni a la derecha, ni a la izquierda’.
El Señor mandará su lluvia para la semilla que siembres y el pan que producirá la tierra será abundante y sustancioso. Aquel día, tus ganados pastarán en dilatadas praderas. Los bueyes y los burros que trabajan el campo, comerán forraje sabroso, aventado con pala y bieldo.
En todo monte elevado y toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua el día de la gran matanza, cuando se derrumben las torres. El día en que el Señor vende las heridas de su pueblo y le sane las llagas de sus golpes, la luz de la luna será como la luz del sol; será siete veces mayor, como si fueran siete días en uno’’.
Evangelio según San Mateo 9, 35–10, 1. 6-8
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: “Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”.
Esto dice el Señor: “¿Acaso no está el Líbano a punto de convertirse en un vergel y el vergel en un bosque? Aquel día los sordos oirán las palabras de un libro; los ojos de los ciegos verán sin tinieblas ni oscuridad; los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor y los pobres se gozarán en el Santo de Israel; porque ya no habrá opresores y los altaneros habrán sido exterminados. Serán aniquilados los que traman iniquidades, los que con sus palabras echan la culpa a los demás, los que tratan de enredar a los jueces y sin razón alguna hunden al justo”.
Esto dice a la casa de Jacob el Señor que rescató a Abraham: “Ya no se avergonzará Jacob, ya no se demudará su rostro, porque al ver mis acciones en medio de los suyos, santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los extraviados de espíritu entrarán en razón y los inconformes aceptarán la enseñanza”.
Evangelio según San Mateo 9, 27-31
Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: “¡Hijo de David, compadécete de nosotros!” Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo hacerlo?” Ellos le contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos, diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: “Que nadie lo sepa”. Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.
Parábola del edificio construido sobre roca sólida.
Isaías 26, 1-6
Aquel día se cantará este canto en el país de Judá:
“Tenemos una ciudad fuerte; ha puesto el Señor, para salvarla, murallas y baluartes. Abran las puertas para que entre el pueblo justo, el que se mantiene fiel, el de ánimo firme para conservar la paz, porque en ti confió. Confíen siempre en el Señor, porque el Señor es nuestra fortaleza para siempre; porque Él doblegó a los que habitaban en la altura; a la ciudad excelsa la humilló, la humilló hasta el suelo, la arrojó hasta el polvo donde la pisan los pies, los pies de los humildes, los pasos de los pobres”.
Evangelio según San Mateo 7, 21. 24-27
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“No todo el que me diga: ‘¡Señor, Señor!’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente’’.
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz. Sobre Él se posará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de piedad y temor de Dios.
No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá con justicia al desamparado y con equidad dará sentencia al pobre; herirá al violento con el látigo de su boca, con el soplo de sus labios matará al impío. Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura.
Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos y un muchachito los apacentará. La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas. El león comerá paja con el buey.
El niño jugará sobre el agujero de la víbora; la creatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo, porque así como las aguas colman el mar, así está lleno el país de la ciencia del Señor.
Aquel día la raíz de Jesé se alzará como bandera de los pueblos, la buscarán todas las naciones y será gloriosa su morada.
Evangelio según San Lucas 10, 21-24
En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó:
“¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
“Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.
Aquel día, el vástago del Señor será magnífico y glorioso; el fruto del país será orgullo y esplendor de los sobrevivientes de Israel.
A los restantes en Jerusalén, a todos los inscritos en ella para la vida, los llamaré santos.
Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sión y haya limpiado de sangre a Jerusalén con viento justiciero y abrasador, creará el Señor, sobre todo lugar del monte Sión y sobre la asamblea, nube y humo de día, y fuego llameante de noche. Y por encima, la gloria del Señor será toldo y tienda contra el calor del día, abrigo y resguardo contra el temporal y la lluvia.
Evangelio según San Mateo 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”. Él le contestó: “Voy a curarlo”.
Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían:
“Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos”.
Dios, ciencia, espíritu, tecnología, naturaleza, fé