Pero nosotros somos humanos, con una condición divina que nos hace más importante que los demás animales. Tenemos conciencia, alma y espÃritu. Por lo tanto, tenemos cualidades que nos dan la ventaja de romper con la tradición natural y elevarnos sobre nosotros mismo para hacernos responsables de los demás seres de este mundo.
Asà lo definió Dios en el ParaÃso, cuando le dio a Adán poder sobre todas las bestias. Pero no para destruirlas, sino para gobernarlas. No para maltratarlas, sino para convivir con armonÃa. No para causarles dolor y muerte, sino para darles amor y protección.
Volviendo al relato del Evangelio, Jesús se sentó y llamándolos les dijo:
“Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.