Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga

Moisés y la zarza ardiendo
Moisés y la zarza que arde, por Dirk Bouts – Public Domain, link.

Deuteronomio

Dt 30, 15-20
Esto dice el Señor:

“Mira: Hoy pongo delante de ti la vida y el bien o la muerte y el mal. Si cumples lo que yo te mando hoy, amando al Señor tu Dios, siguiendo sus caminos, cumpliendo sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y te multiplicarás. El Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla. Pero si tu corazón se resiste y no obedeces, si te dejas arrastrar y te postras para dar culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que perecerás sin remedio y que, pasado el Jordán para entrar a poseer la tierra, no vivirás muchos años en ella.

Hoy tomo por testigos al cielo y a la tierra de que les he propuesto la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Elige la vida y vivirás, tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a Él; pues en eso está tu vida y el que habites largos años en la tierra que el Señor prometió dar a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob”.

Evangelio según San Lucas

Lc 9, 22-25
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.

Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo:

“Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga.
Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?”

Lecturas del Domingo: Septiembre 15, 2019 – El Hijo Pródigo

El retorno del hijo pródigo
El retorno del hijo pródigo – por Pompeo Batoni – [1], Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4628046
Los caminos del Señor son misteriosos” dice el conocido refrán. Sin embargo, la realidad es que más que misteriosos, son fascinantes, enternecedores y gratificantes, aunque al principio no lo podamos –o queramos– ver así.

Hoy es el día de la parábola del Hijo Pródigo, la cual nos ayuda a entender mejor los designios de Dios:

“Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte que me toca de la herencia’. Y él les repartió los bienes.
“No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó toda su fortuna, viviendo de manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región y él empezó a pasar necesidades. Entonces, fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país el cual lo mandó a los campos a cuidar cerdos. Tenía tantas ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.
“Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’.
“En seguida, se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.
“Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto! Traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete”.

Qué hermoso es escuchar en el Evangelio de San Lucas este episodio, el cual nos muestra la misericordia y el amor de Dios, cuando nos arrepentimos y volvemos hacia Él. El hijo menor hizo cosas terribles: se gastó mucho dinero en cosas malas, vivió desordenadamente, y pecó contra su padre y contra Dios (sólo Él sabe las cosas que hizo este muchacho).

Mucha gente dice que esta es una parábola y que por lo tanto no existieron ninguno de los personajes. Pero, ¿no nos parecen familiares todos ellos y que son salidos de la vida misma? ¿Acaso no hemos escuchado historias semejantes?

El hijo menor se arrepintió, esa es la clave, y sólo así pudo volver a su padre. Pero ese arrepentimiento sólo ocurrió cuando tuvo que sufrir penas y miserias. Hasta ese momento se acordó de su vida cuando aún gozaba del reino de su progenitor.

Dios nos pone pruebas, enfermedades, y situaciones de crisis. Desafortunadamente, muchos de nosotros cometemos el error de olvidarnos de Él y seguimos en nuestros caminos torcidos.

Aprendamos a reconocer el llamado de Dios en nuestras dificultades, y cuando identifiquemos nuestro mal obrar en esas malas pasadas, seamos lo suficientemente humildes para arrepentirnos de todo corazón y podamos volver a nuestro Padre, que nos recibirá con los brazos abiertos y nos llenará de bendiciones, mientras que en todo el cielo habrá una fiesta porque hemos sido encontrados.

La Cruz de mis Problemas es Jesús Quien la Lleva

La visión del profeta Isaías
“La visión del profeta Isaías” por Julius Schnorr von Carolsfeld – Die Bibel in Bildern, Public Domain, Link

Jesús cargó una cruz y sufrió una muerte de cruz, tan dolorosa, tan triste y tan irreal que ninguno de nosotros hubiera podido soportar ni al principio.

Dice San Pablo en los hechos de los Apóstoles que para ganar el reino de los cielos hay que pasar por muchos problemas, por muchas pruebas y por mucho dolor. Y nosotros no somos la excepción, pues en nuestra vida en esta Tierra, estamos pasando o pasaremos por situaciones similares.

Pero, si tenemos Fé en Cristo, a Él podemos encargarle nuestra cruz:

  • Señor, ayúdame a cargar esta cruz de tristeza.
  • Señor, ayúdame a cargar esta cruz de dolor.
  • Señor, ayúdame a cargar esta cruz de incomprensión.
  • Señor, ayúdame a cargar esta cruz del cáncer que me acongoja.
  • Señor, ayúdame a cargar esta cruz de esta muerte de mi ser querido.
  • Señor, ayúdame a cargar esta cruz de mi sufrimiento.

Y con Jesús de nuestro lado, y nuestra fé ciega y puesta en él, el verdadero milagro se dará y tus males se alejarán, porque con ellos darás Gloria a Dios.

Jesús hizo de la traición de Judas un evento nuevo. Jesús transformó la traición en Gloria para Dios, pues con su muerte, Dios fue glorificado y la humanidad salvada por los siglos de los siglos.