El abismo entre el cielo y el lugar del castigo

Imagen de Lázaro
“Lázaro” por Meister des Codex Aureus Epternacensis – The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=155243

En el Evangelio de esta semana escuchamos la parábola del hombre rico y el pobre mendigo Lázaro. Una de sus partes nos presenta al rico, muerto y en el infierno, que al voltear hacia arriba ve a Abraham con Lázaro a su lado y le implora que el pobre baje y le moje la lengua, pues no aguanta el tormento de las llamas:

“Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso, él goza de consuelo mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar ni hacia allá ni hacia acá’.

Esta parte nos habla de la totalidad y dureza del lugar de castigo, y de que una vez que pasamos a la otra vida, ya no hay vuelta atrás: O fuiste bueno, o fuiste malo. Pero, ¿por qué? ¿Qué la misericordia de Dios no es tan grande que puede perdonarnos a todos?

Todos tenemos nuestras oportunidades de reconciliación con Dios en nuestras vidas. Cuando nuestro tiempo acaba, no debemos tener excusas. El infierno es el lugar de castigo, y muchos lo llaman y lo describen como la ausencia de Dios.

Simplemente, ya no estamos a la vista de Él, y no por decisión de Dios, sino por nuestra necedad. Al quedar invisibles, el abismo que se abra no se podrá pasar en ninguna dirección.

El dolor de las llamas es el dolor del espíritu que no encuentra a su pastor y se ve perdido en el infinito del espacio-tiempo, como una piedrita suelta en la magnitud del universo, sin llegar a ningún lado, sola y sin propósito.

El verdadero paso del tiempo

Es muy interesante ver cómo el concepto de tiempo es vital para entender el mensaje y la palabra de Dios.

Y es que, muchas veces, en nuestra soberbia humana tratamos de hacer que las cosas quepan en nuestras ideas, bajo nuestros límites, dentro de lo que alcanzamos a ver. Esta es una de las razones por las que mucha gente se desespera de las doctrinas y las catalogan de irreal, ficticia, falsa… y optan por decir mejor me vuelvo ateo.

Paddy, el típico irlandés que es como el Juan o el José de Latinoamérica, le dijo un dia a uno de los más conocidos sacerdotes de ese país: Padre, yo ya no voy a la Iglesia porque soy ateo. Y el padre le respondía: Paddy, tu no eres ateo, eres sólo un huevon vago. ¡Ja!

Bueno, pero ya me salí del tema.

Vamos a repasar un poco:

  • El universo tiene como 13 mil doscientos millones de años, un chinconcua.
  • timeNuestra raza humana actual (homo sapiens), sin contar a todos los changos que nos precedieron, tiene aproximadamente 200,000 años.
  • La historia escrita tiene como 10,000 años.
  • El Antiguo Testamento es relativo a 5,000 años.
  • Jesús caminando sobre la Tierra ocurrió más o menos 2,015 años.
  • A la Iglesia le tomó como 300 años establecerse, después de que a muchos de los iniciadores los hecharon de comida a los leones, los quemaron, y les hicieron barbaridades. Entonces hablamos como hace 1,700 años.
  • Las grandes civilizaciones antiguas, como los Aztecas, La dinastía Ming, y otras alrededor del mundo, florecieron hace más o menos 1,000 años.
  • América fue descubierta hace poco más de 500 años.
  • Los Estados Unidos nacieron hace más de 200 años.
  • La Revolución Industrial empezó hace como 150 años.
  • Las Guerra Mundiales empezaron hace 100 años.
  • El hombre llegó a la Luna hace como 50 años.
  • La Internet nació hace como 40 años.
  • La Web Tiene como 20 años.
  • El iPhone ya casi tiene 10 años, más que Obama en la presidencia.

Bueno, ¿y a que coños viene todo esto? Pues la idea es que comprendas la gran cantidad de tiempo que ha pasado para que estés aquí mismo leyendo en tu pantalla este artículo. Las cosas no se hacen de un día para otro, y todo proceso de maduración y revelación toma su tiempo.

Cuando el pueblo Judío salió de Egipto, creyeron que ya pa´la nochecita estaremos de regreso, pero duraron sus 80 años navegando por el desierto. Los que originalmente salieron no fueron los que finalmente llegaron. Una generación se perdió.

Poco a poco entraremos a más detalle sobre este tema. Sólo recuerda, la medición del tiempo no es la misma entre Dios y nosotros.

Le preguntaba un tipo a Dios: Señor, ¿cuánto es para tí mill millones de dólares? Y le responde Dios: Menos de un centavo. Y pregunta otra vez el tipo: y ¿cuánto es para tí mil millones de años? Menos de un segundo, responde El Creador. En eso clama el hombre: ¡Señor, dáme un centavo!, Sí, como no –responde Dios–, espera un minuto. 🙂