Lecturas del Domingo: Agosto 18, 2019 – No he venido a traer la paz

Espíritu Santo
Vitral en la Iglesia de la Ascención (Johnstown, Ohio) representando con fuego al Espíritu Santo. Foto tomada por Nheyob – trabajo propio, CC BY-SA 4.0, Link

Hoy es el vigésimo domingo del tiempo ordinario de la Iglesia, y escuchamos en el Evangelio de san Lucas una serie de frases que son un poco controversiales para mucha personas, especialmente cuando no se conoce el contexto histórico.

“El aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ‘He venido a traer fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo ¡y cómo me angustio mientras llega!'”.

Obviamente, Jesús no está hablando literalmente de fuego… ¡y cuidado que hay mucha gente que así lo interpreta y trata de meter miedo a los corazones de los despistados, tratando de pintarnos a un Dios enojado que sólo quiere castigos!

No, Jesús se refiere al fuego que representa el Espíritu Santo. Recordemos que el Día de Pentecostés el Espíritu llegó como “lenguas de fuego” que se posaron sobre los seguidores de Jesús que estaban reunidos en Jerusalén, durante la Pascua después de su Resurrección.

Cuanto desearía que ya estuviera ardiendo“, es la frase que debe interpretarse como un mundo lleno del Espíritu Santo, y nada más.

Sigue diciendo Jesús:

“¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el Padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija, y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.

Ahora Jesús nos presenta una imagen muy diferente a la que estamos acostumbrados de Él, no mas es nuestro amoroso Señor que quiere lo mejor para todos, sino que nos presenta un escenario severo y hasta aterrador: un mundo dividido y en guerra.

No precisamente. Entendamos que en su tiempo, la religión judía era la dominante en el área de Jerusalén y alrededores (incluso hasta Grecia), y Jesús sólo predice lo que pasará después de su muerte y resurrección: el nacimiento del Cristianismo. Muchos seguidores, judíos ellos, empezarán a llevar un nuevo mensaje el cual estará en contra de lo que les habían enseñado sus padres por generaciones.

Tenemos que imaginar el caos que en una tradicional familia judía uno o dos de los hijos anuncian a sus padres que comenzarán a llevar el evangelio, pues se han convertido en discípulos de Jesús. No es difícil pensar en la escena de dolor de la madre y el padre enojadísimo amenazando a sus vástagos desde azotarlos hasta quitarles la herencia si siguen por ese camino.

Pero, ¿es este escenario sólo para los primeros seguidores de Cristo? Claro que no. Después vendrán los mártires, las persecuciones, los santos, y seguirán los hermanos separados del protestantismo.

No, el cristianismo no trajo la paz, sino que nos quitó y sigue quitando la venda de los ojos para permitirnos ver la realidad del amor de Dios, aunque nos cueste separarnos de nuestros seres más queridos.

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Oscar Editor

Oscar es el editor de NosRodea.com

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