Hoy es el décimo quinto domingo del tiempo ordinario. El principal tema de hoy es referente a la primera parte de la Ley de los JudÃos:
“Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tus fuerzas y con todo tu ser, y al prójimo como a ti mismo”.
La narración del evangelio de San Lucas de hoy es acerca de un doctor de la ley –esos que se sabÃan los libros de las leyes de pies a cabeza, y que eran los únicos autorizados para interpretarla y darla a conocer a los demás– que quiere poner a prueba a Jesús, y le pregunta qué hay que hacer para conseguir vida eterna. Jesús le pide que le diga el párrafo de la Ley que está escrito arriba.
Continúa la narración diciendo que el doctor volvió a tentar a Jesús, pera esta vez preguntando:
“Y, ¿Quién es mi prójimo?”
Jesús respondió:
“Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vió y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahà lo vió y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó, luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón, y cuidó de él. Al dÃa siguiente sacó dos denarios, se los dió al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él, y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso’
“¿Cuál de los tres te pare que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones? El doctor de la ley le respondió: ‘El que tuvo compasión de él’. Entonces, Jesús le dijo: ‘Anda y haz tú lo mismo'”.
Los samaritanos, siempre se han considerado herederos por ley del legado de Abraham, de las doce tribus de Israel, y miembros de la alianza eterna con Dios, al igual que los judÃos. El problema es que estos últimos, no los consideraban dignos de compartir el legado de la Alianza. Por siglos, samaritanos y judÃos estaban en peleas a muerte, llegando a cometer increÃbles ofensas unos contra los otros.
Por eso, cuando Jesús presentó esta parábola que ayudó a su prójimo, muchos se escandalizaron: ¡Cómo era posible que un samaritano corriera tantos extremos por ayudar a un extraño, a un judÃo, y que ninguno de su propia raza (el sacerdote y el levita) lo hubieran atendido!
¡No cabe duda que cuando Jesús quiere dar una lección, no tiene ninguna reserva de usar los ejemplos más extremos y más incómodos para su pueblo!
El prójimo es tu hermano, tu amigo, esa persona que te cae muy bien, esa persona que siempre está cercas de ti. Pero, el prójimo también es tu enemigo. El prójimo también es que te hace daño. El prójimo también es el asesino al que nadie quiere ayudar o defender.
Jesús nos pide que este dÃa meditemos el mensaje de salirnos de nuestra burbuja de confort y pongamos en acción –aunque sea poquito a poquito– para acercarnos a quienes más lo necesitan, sin importar quienes son, dónde viven, o el mas que han hecho.
Es difÃcil, pero con la ayuda de Dios y con las enseñanzas de Jesús, todo es posible.
Sólo hay que saber escuchar.