Pentecostés es el nombre que se le da al Festival JudÃo llamado de las Siete Semanas, el cual se celebra 50 dÃas después de la Pascua. Se supone que coincide cuando las frutas están maduras, en su mejor momento, y listas para consumirse.
En Jerusalén, se reunÃan miles de judÃos de muchas partes del mundo conocido, para este festival y muchos de ellos estaban sorprendidos de escuchar las historias de lo que acababa de pasar sólo unas semanas antes con la Resurrección de Jesús.
Pero muchos de ellos no hablan Hebreo, pues vienen desde lugares tan distantes como Roma y otra regiones de Asia Menor, por lo que su entendimiento de la importancia del evento es muy limitado.
Cuando los apóstoles están reunidos con decenas de los seguidores de Jesús en un algún lugar de Jerusalén, son sorprendidos por un ruido ensordecedor, como de una explosión, acompañado de una fortÃsima ráfaga de aire que resuena en el lugar de reunión.
“Entonces aparecieron lenguas de fuego que se distribuyeron y posaron sobre ellos, y empezaron a hablar en diferentes idiomas, según el EspÃritu los inducÃa a expresarse.”
La simple naturaleza de este evento es de por sà impresionante: el sonido de la explosión fue tan fuerte que la gran mayorÃa de los habitantes de la ciudad y los turistas, salieron corriendo a ver qué estaba pasando.
Y cuál será su sorpresa por escuchar a todos los presentes hablar en sus idiomas.
Toda esta narración, presentada en los cuatro Evangelios, nos describe el nacimiento de la Iglesia de Cristo, pues ahora la historia ya no está siendo limitada a un pequeño grupo de gente o una pequeña región del mundo. Los discÃpulos, y los visitantes, comenzarán a ir a sus lugares de origen y a comenzar a extender la historia de los sucesos del nacimiento, la vida, las enseñanzas, la muerte y, finalmente, la Resurrección de Nuestro Señor Jesús.
El Plan Divino de Dios comienza a caminar.