Domingo de Pentecostés 2023

Vitral del Pentecostés

Jesús nos dijo que no nos dejaría sólos. Y nos dejó al Espíritu Santo.

Hechos de los Apóstoles

Hch 2,1-11
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.

En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.

Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: “¿No son galileos, todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua”.

Salmo 103

Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.

Bendice, al Señor, alma mía;
Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor!
La tierra llena está de tus creaturas.

Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.

Si retiras tu aliento,
toda creatura muere y vuelve al polvo.
Pero envías tu espíritu, que da vida,
y renuevas el aspecto de la tierra.

Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.

Que Dios sea glorificado para siempre
y se goce en sus creaturas.
Ojalá que le agraden mis palabras
y yo me alegraré en el Señor.

Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.

Primera Carta de Pablo a los Corintios

1 Co 12,3b-7. 12-13
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús “Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.

Secuencia

Veni, Sancte Spiritus
Ven, Dios Espíritu Santo,
y envíanos desde el cielo
tu luz, para iluminarnos.

Ven ya, padre de los pobres,
luz que penetra en las almas,
dador de todos los dones.

Fuente de todo consuelo,
amable huésped de alma,
paz en las horas de duelo.

Eres pausa en al trabajo;
brisa, en un clima de fuego;
consuelo, en medio del llanto.

Ven, luz santificadora,
y entra hasta el fondo del alma
de todos los que te adoran.

Sin tu inspiración
divina los hombres nada
podemos y el pecado nos domina.

Lava nuestras inmundicias,
fecunda nuestras desiertos
y cura nuestras heridas.

Doblega nuestra soberbia,
calienta nuestras frialdad,
endereza nuestras sendas.

Concede a aquellos que ponen
en ti su fe y su confianza
tus siete sagrados dones.

Danos virtudes y méritos,
danos una buena muerte
y contigo el gozo eterno.

Evangelio según San Juan

Jn 20,19-23
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado.

Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”.

Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

 

Domingo de Pentecostés, Junio 5 2022

Pentecostés
Vitral celebrando el Pentecostés en la Parroquia de Santa María de la Asunción. Lawrence, MA. Foto NosRodea.com

Hoy celebramos el nacimiento oficial de la Iglesia. Jesús se ha elevado a los cielos y los discípulos están solos. Per el Espíritu Santo llega sobre ellos para infundirles valor, sabiduría y entereza para ir a llevar la verdadera Palabra de Dios a todos los lugares del mundo.

Hechos de los Apóstoles 2, 1-11

El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.

En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.

Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: “¿No son galileos, todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua”.

Salmo 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34

R. (cf 30) Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Bendice al Señor, alma mía;
Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor!
La tierra está llena de tus creaturas. R.
R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Si retiras tu aliento,
toda creatura muere y vuelve al polvo.
pero envías tu espíritu, que da vida,
y renuevas el aspecto de la tierra. R.
R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Que Dios sea glorificado para siempre
y se goce en sus creaturas.
Ojalá que le agraden mis palabras
y yo me alegraré en el Señor. R.
R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13

Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús “Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.

Sequencia

Veni, Sancte Spiritus
Ven, Dios Espíritu Santo,
y envíanos desde el cielo
tu luz, para iluminarnos.

Ven ya, padre de los pobres,
luz que penetra en las almas,
dador de todos los dones.

Fuente de todo consuelo,
amable huésped de alma,
paz en las horas de duelo.

Eres pausa en al trabajo;
brisa, en un clima de fuego;
consuelo, en medio del llanto.

Ven, luz santificadora,
y entra hasta el fondo del alma
de todos los que te adoran.

Sin tu inspiración
divina los hombres nada
podemos y el pecado nos domina.

Lava nuestras inmundicias,
fecunda nuestras desiertos
y cura nuestras heridas.

Doblega nuestra soberbia,
calienta nuestras frialdad,
endereza nuestras sendas.

Concede a aquellos que ponen
en ti su fe y su confianza
tus siete sagrados dones.

Danos virtudes y méritos,
danos una buena muerte
y contigo el gozo eterno.

Evangelio según San Juan 20, 19-23

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado.

Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”.

Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Jesús y Juan
Jesús y Juan Valentin de BoulogneSt. John in Art, Public Domain, Link

 

Domingo de Pentecostés, 2021

Pentecostés
Vitral celebrando el Pentecostés en la Parroquia de Santa María de la Asunción. Lawrence, MA. Foto NosRodea.com

Hoy se cumplen 50 días desde el inicio de la Pascua. Se han cumplido aproximadamente 7 semanas desde la Resurrección de Jesús después de su Pasión.

Jesus Resucitado se apareció muchas veces a sus discípulos en este tiempo, y la semana pasada celebramos su Ascención al Cielo en medio de una gran multitud que lo vio al final perderse detrás de una nube.

Pero Jesús no nos dejó solos. El día de hoy celebramos la llegada del Espíritu Santo y el verdadero nacimiento de la Iglesia en el mundo. La llegada de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad se simboliza con el fuego que se posa sobre todos los reunidos en el nombre de Jesús.

Dice el Libro de los Hechos de los Apóstoles:

El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu les inducía a expresarse.
En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Atónitos, y llenos de admiración, preguntaban: ‘¿Qué no son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua.

Así, todos y cada uno de los presentes tienen la misión de escuchar la historia de Jesús desde su nacimiento hasta su Pasión y Resurrección, y después regresar a sus lugares de origen y llevar esa Palabra. Y lo hacen en su propia lengua.

Este es el verdadero nacimiento de la Iglesia de Dios.

 

 

Domingo de la Santísima Trinidad 2020

Santísima Trinidad
La Adoración a la Trinidad, por Albrecht Dürer. En medio, de arriba a abajo: El Espíritu Santo (la paloma), Dios Padre, y el Hijo, Jesucristo crucificado – _wGp9zTkz0OVqQ at Google Cultural Institute maximum zoom level, Public Domain, Link

Una semana depués del Domingo de Pentecostés, celebramos a la Santísima Trinidad, la cual es la dedicación a la doctrina de que sólo existe un Dios, pero que está formado por tres personas eternas e iguales: El Padre, el Hijo (Jesús) y el Espíritu Santo. Tres personas distintas, pero al mismo tiempo un mismo cuerpo y substancia.

Dice el Evangelio de San Juan de hoy:

“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino que el mundo se salvara por Él. El que cree en Él no será condenado, pero el que no crea ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios”.

 

Domingo de Pentecostés 2020

Espíritu Santo
“El Espíritu Santo” por Dnalor 01Own work, CC BY-SA 3.0 at, Link

Depués de 49 días del Domingo de Resurrección se celebra el Domingo de Pentecostés (algunos estudiosos de la Palabra dicen que son en realidad 50 días contando ambos domingos), y también hoy concluye oficialmente la Pascua 2020. En los tiempos de Jesús, el pueblo Judío celebraba en estas fechas el llamado festival de las cosechas, así que en la ciudad de Jerusalén se encontraba una gran cantidad de peregrinos que venían de muchas partes del mundo (o más bien, del mundo conocido hasta entonces) para las celebraciones.

Jesús ha resucitado y constantemente se ha aparecido a sus discípulos. Incluso, en una ocasión se manifestó a muchísima gente. Y cada vez, les recuerda a todos que está por irse, pero no se quedarán solos: El Espíritu Santo se quedará con ellos.

Recordemos que, al principio de la vida pública de Jesús, cuando Juan el Bautista procedió a bautizar a Jesús en el Jordán, mucha gente, incluido San Juan, el discípulo amado por Jesús, son testigos de que el “Espíritu Santo descendió como paloma” y se posó sobre nuestro Señor.

Luego, según el Evangelio de hoy, del propio San Juan, Jesús les dejó el Espíritu Santo a los apóstoles:

“Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz esté con ustedes’. Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
“Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: ‘La paz esté con ustedes. Así como mi Padre me ha enviado, así también los envío yo’.
Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Pero ahora, 50 días después, en la Primera Lectura, tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, escucharemos el relato de lo que pasó en este día:

“El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu les inducía a expresarse.
“En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
“Atónitos, y llenos de admiración, preguntaban: ‘¿Qué no son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua'”.

El Espíritu Santo ya no sólo está con los apóstoles ¡sino con todos los seguidores de Jesús, y estamos nosotros también incluidos! Así, aunque Jesús subió a los cielos, no nos dejó y cumplió su promesa: “Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fín del mundo” – Mateo28, 20.

 

Domingo de Pentecostés 2019

Vitral de Pentecostés
Vitral conmemorando la venida del Espíritu Santo el Día de Pentecostés

Hoy finaliza la Pascua, y cerramos con una de las más importantes fechas de la Cristiandad: el Domingo de Pentecostés. Dice el Libro de los Hechos de los Apóstoles:

“El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.
“En esos días, había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
“Atónito y llenos de admiración, preguntaban: ´¿No son galileos, todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos en nuestra lengua nativa?´”.

Pente” quiere decir cincuenta. Hoy hace cincuenta días que terminó la cuaresma e inició la Pascua y éste día conmemora el final de esta última. En Jerusalén se celebraba con un “festival”, una ocasión grande a la que asistía judíos de todas partes del “mundo” (recordemos que el “mundo” en ese entonces era considerado todo lo que el imperio romano abarcaba), pero principalmente del norte de África, todas las regiones de Grecia, Roma, y hasta Arabia y un poco más allá.

Imaginemos el desconcierto de estas multitudes al oír el estruendo, salir corriendo para ver qué estaba pasando, y llegar y escuchar a galileos, considerados como los más pobres y analfabetas, hablar en todos los idiomas. Pero, no sólo hablando por hablar, sino explicando lo que en las semanas pasadas acababa de ocurrir: la doctrina de Jesús, sus enseñanzas, su muerte y lo más importante: su resurrección.

Jesús ascendió a lo cielos y se perdió detrás de una nube. Pero antes de irse dejó un mensaje muy claro: esto no era el fin, sino el inicio. El inicio de la propagación de la Palabra. Y Jesús prometió que no nos dejaría solos. Primero, Él mismo había soplado el Espíritu Santo a los apóstoles; pero, ahora Dios mismo nos lo entrega a todos nosotros.

Es nuestra misión que los dones que el Espíritu Santo nos ha dado –hablar idiomas, ciencia, ayuda a los demás, etc.– los pongamos a trabajar para llevar el mensaje de Jesús a más y más lugares: Fe y Esperanza son necesarias en muchas partes del mundo, por gente que está pasando necesidades y no saben a quién recurrir.

Seamos inteligentes y usemos los dones del Espíritu Santo para servir a Dios y a los demás.

Pascua 2019, Sexto Domingo: Mi Paz les dejo, mi Paz les Doy

By Duccio – This file was derived from:  Duccio di Buoninsegna 034.jpg, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=42762785

Les dice Jesús a sus discípulos:

“El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto les he dicho.”

La última parte del mensaje de Jesús hace referencia a la venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, que ocurrirá en dos semanas mas. Luego les dice:

“La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ´Me voy, pero volveré a su lado´. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean”.

 

 

Domingo de Pentecostés

Vitral de Pentecostés
Vitral de Pentecostés en Iglesia de Corpus Christi en Lawrence, MA

Hoy terminan los 50 días de Pascua, que inició después de la Semana Santa y de la Cuaresma. Y todo este tiempo santo, se acaba de la mejor manera posible: con el inicio de la proclamación de la palabra a todos los puntos cardinales.

Pentecostés es el nombre que se le da al Festival Judío llamado de las Siete Semanas, el cual se celebra 50 días después de la Pascua. Se supone que coincide cuando las frutas están maduras, en su mejor momento, y listas para consumirse.

En Jerusalén, se reunían miles de judíos de muchas partes del mundo conocido, para este festival y muchos de ellos estaban sorprendidos de escuchar las historias de lo que acababa de pasar sólo unas semanas antes con la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.

Pero muchos de ellos no hablan Arameo, pues vienen desde lugares tan distantes como Roma, Grecia y otra regiones de Asia Menor, por lo que su entendimiento de la importancia del evento es muy limitado.

Cuando los apóstoles están reunidos con decenas de los seguidores de Jesús en un algún lugar de Jerusalén, son sorprendidos por un ruido ensordecedor, como de una explosión, acompañado de una fortísima ráfaga de aire que resuena en el lugar de reunión.

“Entonces aparecieron lenguas de fuego que se distribuyeron y posaron sobre ellos, y empezaron a hablar en diferentes idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.”

La simple naturaleza de este evento es de por sí impresionante: el sonido de la explosión fue tan fuerte que la gran mayoría de los habitantes de la ciudad y los turistas, salieron corriendo a ver qué estaba pasando.

Y cuál será su sorpresa por escuchar a todos los presentes hablar en sus idiomas.

Toda esta narración, presentada en los cuatro Evangelios, nos describe el nacimiento de la Iglesia de Cristo, pues ahora la historia ya no está siendo limitada a un pequeño grupo de gente o una pequeña región del mundo. Los discípulos, y los visitantes, comenzarán a ir a sus lugares de origen y a comenzar a extender la historia de los sucesos del nacimiento, la vida, las enseñanzas, la muerte y, finalmente, la Resurrección de Nuestro Señor Jesús.

El Plan Divino de Dios comienza a caminar.

Lecturas del Domingo: Mayo 15, 2016 – Domingo de Pentecostés

El Día de Pentecostés
By Duccio – The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=150317

Pentecostés es el nombre que se le da al Festival Judío llamado de las Siete Semanas, el cual se celebra 50 días después de la Pascua. Se supone que coincide cuando las frutas están maduras, en su mejor momento, y listas para consumirse.

En Jerusalén, se reunían miles de judíos de muchas partes del mundo conocido, para este festival y muchos de ellos estaban sorprendidos de escuchar las historias de lo que acababa de pasar sólo unas semanas antes con la Resurrección de Jesús.

Pero muchos de ellos no hablan Hebreo, pues vienen desde lugares tan distantes como Roma y otra regiones de Asia Menor, por lo que su entendimiento de la importancia del evento es muy limitado.

Cuando los apóstoles están reunidos con decenas de los seguidores de Jesús en un algún lugar de Jerusalén, son sorprendidos por un ruido ensordecedor, como de una explosión, acompañado de una fortísima ráfaga de aire que resuena en el lugar de reunión.

“Entonces aparecieron lenguas de fuego que se distribuyeron y posaron sobre ellos, y empezaron a hablar en diferentes idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.”

La simple naturaleza de este evento es de por sí impresionante: el sonido de la explosión fue tan fuerte que la gran mayoría de los habitantes de la ciudad y los turistas, salieron corriendo a ver qué estaba pasando.

Y cuál será su sorpresa por escuchar a todos los presentes hablar en sus idiomas.

Toda esta narración, presentada en los cuatro Evangelios, nos describe el nacimiento de la Iglesia de Cristo, pues ahora la historia ya no está siendo limitada a un pequeño grupo de gente o una pequeña región del mundo. Los discípulos, y los visitantes, comenzarán a ir a sus lugares de origen y a comenzar a extender la historia de los sucesos del nacimiento, la vida, las enseñanzas, la muerte y, finalmente, la Resurrección de Nuestro Señor Jesús.

El Plan Divino de Dios comienza a caminar.