
Durante la vida pública de Jesús, Pedro mostró muchos signos de fallas humanas que a veces rayaban en lo inusual, y hasta en lo cómico:
- Miedo. Cuando comienza a caminar sobre las aguas del mar y, al sentir el viento en su cara teme y se empieza a hundir, clamando a Jesús.
- Ira. Cuando van a apresar a Jesús, saca su espada y le corta la oreja a uno de los criados.
- Distracción y euforia. Durante la Transfiguración, Pedro le dice a Jesús que se siente bien relajado, hasta le recomienda que hacer tres chozas, una para Elias, otra para Moisés, y otra para él.
- Falta de tacto. Cuando Jesús le va a lavar los pies, Pedro le dice: ‘Tú no me vas a lavar los pies’. Al recordarle Cristo que, de otra forma no podrá entrar al Reino de los cielos, Pedro se apresura a decir: ‘Entonces, no sólo lo pies ¡sino todo el cuerpo!’.
- Pena y vergüenza. Cuando canta el gallo tres veces.
Pero hoy, el caso es muy diferente, pues Simón ya no es más, ha quedado atrás. Ahora es Pedro, el apostol fuerte. Y Jesús lo deja claro en el Evangelio de San Mateo:
“En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discÃpulos: ‘¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?’ Ellos le respondieron: ‘Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que ElÃas; otros, que JeremÃas o alguno de los profetas’.
“Luego les preguntó: ‘Y ustedes, ¿quien dicen que soy yo?’ Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: ‘Tú eres el MesÃas, el Hijo de Dios vivo’.
“Jesús le dijo entonces: ‘¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo’.
“Y les ordenó a sus discÃpulos que no dijeran a nadie que él era el MesÃas”.
Jesús escogió a Pedro como cabeza de la Iglesia por ser el más humano, el más parecido a cada uno de nosotros. Y asÃ, los Papas son los sucesores de Pedro, quien impuso las manos a su sucesor y, en cadena, lo han seguido haciendo uno tras otro, durante más de dos mil años.


Al ser ungido en tan alta posición, ElÃas menciona que “le vestiré tu túnica (de Sebná), le ceñiré tu banda, y le traspasaré tus poderes”. ¿Te parece conocida esta descripción? Pues es nada más y nada menos que la de los actuales sacerdotes:
Jesús ha establecido una sola Iglesia. En sucesión y por imposición de las manos se irá pasando esta investidura de Pedro a otros y asà llegar hasta el dÃa de hoy con el Papa y todos los sacerdotes de nuestra Iglesia.

