La Palabra del Martes 11 de Octubre de 2022

fariseos siendo regañados por Jesús
Jesús dirigiéndose a los fariseos, por James TissotOnline Collection of Brooklyn Museum; Photo: Brooklyn Museum, 2008, 00.159.209_PS2.jpg, Public Domain, Link

Carta del Apostol San Pablo a los Gálatas 5, 1-6

Hermanos: Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.

Yo mismo, Pablo, les aseguro que, si se dejan circuncidar, Cristo no les servirá de nada. Y vuelvo a declarar que todo el que se deja circuncidar, queda obligado a cumplir toda la ley. Ustedes, los que pretenden alcanzar la justificación por medio de la ley, han perdido a Cristo, han rechazado la gracia.

Nosotros, en cambio, movidos por el Espíritu Santo, esperamos ansiosamente la justificación por medio de la fe. Porque para los cristianos no vale nada estar o no estar circuncidado; lo único que vale es la fe, que actúa a través de la caridad.

Evangelio según San Lucas 11, 37-41

En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer. Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera cumplido con la ceremonia de lavarse las manos antes de comer.

Pero el Señor le dijo: “Ustedes, los fariseos, limpian el exterior del vaso y del plato; en cambio, el interior de ustedes está lleno de robos y maldad. ¡Insensatos! ¿Acaso el que hizo lo exterior no hizo también lo interior? Den más bien limosna de lo que tienen y todo lo de ustedes quedará limpio”.

Lecturas del Domingo: Octubre 27, 2019 – El fariseo y el publicano

Fariseo y Publicano en el templo
El Fariseo y el Publicano en el templo

A los fariseos, sumos conocedores de la antigua ley judía, les gustaba ser tratados con reverencia, recibir los mejores lugares en las comidas, las adulaciones y el respeto. Los publicanos, eran judíos autorizados por el gobierno romano a colectar los impuestos sobre sus propia raza, y eran sumamente odiados y tildados de traidores a su propio pueblo. Muchas veces, los publicanos incrementaban el porcentaje autorizado por los romanos para los impuestos para quedarse ellos mismos con esa diferencia.

Ambas clases de personas eran vistas con recelo y fastidio por el común de la población, que no podía hacer nada contra ellos mas que maldecirlos o hacerles malas caras a sus espaldas.

Jesús, en el evangelio de hoy, hace protagonistas de estos grupos en una de sus más importantes parábolas:

“Dos hombres subieron al tiempo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces a la semana y pago el diezmo de todas mis ganancias'”.

Este hombre estaba haciendo más de lo que la ley pedía: ayunar dos veces por semana, cuando la ley sólo pedía una. Pagaba diezmo de todo lo que ganaba. Y se jactaba de no ser pecador. Hasta se comparó con el publicano. Buen hombre, sin duda. Pero sin corazón, sin amor. ¡Claro que pecaba! Al menos de prudencia y de humildad.

Sigue la lectura:

“El publicano, en cambio, se quedó a lo lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: ‘Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador’
“Pues bien, yo les aseguro que éste bajo a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.

Sabra Dios cuántas cosas malas habría hecho el publicano para irse a confesar ante Él de ser pecador. Pero al menos, tenía la sinceridad para reconocerse y no compararse con los demás. No nos dejemos engañar por las apariencias. No todo lo que brilla es oro.

 

Lecturas del Domingo: Octubre 23, 2016 – No te lleves de las apariencias

Fariseo y Publicano en el templo
Fariseo y Publicano en el templo

¡Ah, el gran pecado de la soberbia! Muchos piensan que, si podemos resumir la Ley de Dios en un solo mandamiento (Amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a tí mismo), también podemos resumir todos los pecados en uno solo: la soberbia.

Yo soy mejor que todos, por eso no me dejo. ¿Por qué voy a dejar que aquel me vea feo? ¡A mí no me hace nadie eso! ¿Por qué Fulana se ve mejor que yo? ¡Yo no me dejo y me voy a hacer una lipo! ¿Por qué ese tipo trae el último modelo de teléfono? ¡Yo me lo merezco! Por eso ahora se le robaré” — Y muchos ejemplos más por el estilo.

Dice el libro del Eclesiástico –el libro que nos da los consejos que agradan a Dios– “Quien sirve a Dios con todo su corazón es oído y su plegaria llega hasta el cielo. La oración del humilde atraviesa las nubes, y mientras él no obtiene lo que pide, permanece sin descanso y no desiste, hasta que el Altísimo lo atiende y el justo juez le hace justicia.”

Parábola del Fariseo y el Publicano

El Evangelio de San Lucas nos presenta la parábola del fariseo y del publicano. ¿Quiénes son estos dos tipos? Los fariseos son estudiosos de la ley, se la saben al 100% y constantemente viven reprendiendo a los demas, corrigiéndolos según sus interpretaciones. Creen que por saber de memoria todos los libros sagrados están salvados… son soberbios y miran a todos por encima del hombro.

Los publicanos son recolectores de impuestos que trabajan para el gobierno Romano –el cual tiene invadida la tierra santa. La gente los odia y los considera impuros, traidores.

Pues bien, ambos personajes van al templo y el fariseo se la pasa diciendo: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de mis ganancias”.

¡Si duda este tipo ha de tener muchos amigos! ¡No cabe ni en si mismo de tanta soberbia!

El publicano, en cambio, ni se atreve a levantar los ojos al cielo y con mucho dolor dice “Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador”.

Y termina diciendo Jesús: “Pues bien, yo les aseguro que éste –publicano– bajó a su casa justificado, y aquél –fariseo– no; porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.