Lecturas del Domingo: Septiembre 4, 2016 – La Salvación no se hace a medias

La construcción de la torre
“La construcción de la torre” por Meister der Weltenchronik – The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=155203

La verdadera salvación no se puede hacer a medias, ni acepta tibios, ni trabajos sin acabar.

La verdadera Salvación es completa o no se hace, así de sencillo. Y para ejemplo, Jesús nos dice:

“¿Quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ´Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar´”. Lucas 14,25-33

Las cosas no se hacen a medias. Muchas veces Jesús nos habla de que los tibios no entrarán en el Reino de Dios:

“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre, a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”.

El día de hoy hay una conexión bien interesante en las lecturas. La primera (el Libro del Eclesiástico) empieza así: “¿Quién es el hombre que puede conocer los designios de Dios?”, y el Evangelio, casi 1000 años después, le da la respuesta.

 

Lecturas del Domingo: Agosto 28, 2016 – Humildad

banquete de bodas
¡Sáquese de aquí! Le dice el dueño del banquete al gorrón que se quiso pasar de listo y sentarse en el lugar de honor de la mesa.

En la primera lectura, el Libro del Eclesiástico nos dice que, en nuestros asuntos “procedamos con humildad y se nos amará más que los hombres dadivosos. Hagámosnos pequeños cuanto más grandes seamos y hallaremos gracia ante el Señor, porque sólo Él es poderoso, y sólo los humildes le pueden dar gloria“.

Luego, en el Evangelio de San Lucas, Jesús nos presenta la parábola del banquete de bodas. Cuando Jesús es invitado a una comida de un jefe de los fariseos, se da cuenta cómo éstos se peleaban por los lugares de honor de la mesa. Luego les dice la parábola del banquete de bodas: cuando te inviten a uno de estos banquetes no te trates de sentar en el lugar de honor, no vaya a ser que alguien más importante llegue y te quiten del lugar para dárselo a él. ¡Uff, eso si que sería vergonzoso!

Al contrario, siéntate al final, en el lugar más humilde. Así, cuando el que te invite te vea, podrá ir por tí y frente a todos decirte: “amigo, ¿qué haces aquí? pásale al frente a los lugares de honor”

¡Eso sí que sería un honor!

“El que se engrandece a sí mismo será humillado, y el que se humilla será engrandecido” Lucas, 14, 1,7-14

La segunda parte del Evangelio

Aquí Jesús nos dice otra parte más intrigante y profunda, dirigiéndose al que lo habia invitado (pero realmente es a todos nosotros, en todos los tiempos y lugares):

“Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensando (a mano). Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobre, a los lisiados, a los cojos, y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.

Lecturas del Domingo: Agosto 21, 2016 – Para todas las naciones

¿Estás salvado?
¿Estás a salvo? por BiosthmorsOwn work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=48171787

Jesús nos habla en el Evangelio de San Lucas que, aunque todos somos herederos de la misma salvación, la puerta para entrar a Su Reino en realidad es angosta; y muchos querrán entrar, pero no podrán hacerlo. Y no precisamente por estar gorditos.

De nuevo Jesús recalca la idea de que la Salvación no sólo es para el Pueblo Elejido, sino para todas las naciones:

“Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros, y los que ahora son los primeros, serán los últimos.”

Isaías, en la primera lectura (Isaías 66, 18-21) y el Salmo 116, 1-2, hacen preludio a este mensaje cuando nos mencionan que las naciones de toda lengua vendrán y verán la gloria de Dios.

Pero también en este párrafo, se nos recuerda quiénes son últimos el día de hoy: los pobres, los perseguidos, los que pasan hambre, tienen frio, están presos, etc. Y los que ahora son los primeros son los famosos “uno por ciento“, los que tienen ahora mismo la mayoría de las riquezas económicas del mundo.

¿Quiere esto decir que no debo esforzarme en la vida y debo vivir miserable? ¡Definitivamente NO! Tu deber es esforzarte, y con toda justicia recibir lo que mereces por tu trabajo, no importa que sea mucho, en el nivel de miles o hasta millones.

El problema se da cuando todo eso que ganas se convierte en tu vida. Cuando ya no te importa cómo lo ganas (corrupción, usura, robo, homicidios, etc.), y peor aún cuando sólo te interesa estarlo acumulando para tí o tu familia solamente.

El tener una riqueza no es un sólo un privilegio, sino una responsabilidad; y no sólo para con tu familia, sino para con todos los demás.

Y si eres de ese uno por ciento, o una persona que se enfoca en sólo estar ganando dinero sin importar los medios, te aseguro que no importa cuán flaquito(a) estés: va a ser bien difícil que entres en el Reino de Dios.

¿De qué estaba enfermo San Pablo?

Manos deformadas por la lepra
Manos deformadas por la lepra B.jehleOwn work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=27098744

Carta de San Pablo a los Gálatas 6,14-18:

Hermanos: no permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva criatura.
Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo.

San Pablo frecuentemente habla en primera persona, o de sí mismo, en términos un poco arrogantes vanagloriándose un poquito; y luego, como si se diera cuenta, cambia a términos más duros sobre sí.

Pero esta lectura, y algunas otras mas, nos hablan de que Pablo está enfermo: “Porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo“. Y esto va más allá de los latigazos, apedreadas y torturas por las que ha pasado.

Muchos estudios recientemente han revelado una trágica teoría sobre su verdadera enfermedad: la lepra.

En muchas ocasiones Pablo será expulsado de lugares que lo ven no sólo como un apostol que no mas se la pasa regañando, sino como alguien a quien nadie se quiere acercar.

San Pablo, sin duda, es el apostol que más esparció el Evangelio en el mundo. Y aunque nunca conoció a Jesús en persona, lo vio cuando se le apareció en el camino a Damásco y se convirtió del Judaismo al Cristianismo, y le encomendó la misión de esparcir el mensaje de la verdadera salvación por la fé, y no por las leyes de los judios.

Y en todos sus viajes y peregrinajes siempre vivió con el dolor en su cuerpo, con mala salud, y el repudio constante por su enfermedad.

Pero nunca se echó para atrás.

Que la vida de San Pablo sea un ejemplo para todos los que a veces nos sentimos cansados, con dolor, y que no queremos seguir adelante por los pequeños detalles de la vida.

 

Lecturas del Domingo: Agosto 7, 2016 – Esperando al amo

Parabola Del Sirviente Bueno
Parábola del Siervo Fiel, por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550884

Estén listos –dice Jesús a sus discípulos, pero también a todos nosotros– con las túnicas puestas y la lámparas prendidas.

Todos sabemos que Jesús habla del juicio personal que nos espera a cada uno de nosotros. La semana pasada nos presentó al viejo rico que, acumulando riquezas, al final iba a morir esa misma noche. Ahora, nos dice que es cuestión personal estar preparados, no de equipo, ni de familia, ni de grupo social. Cada uno es responsable de estar listo para estar frente a Dios y responder por nuestras acciones.

Sin embargo, hay algo extra en la lectura de hoy que muy poca gente conoce. Dice Jesús:

“Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle cuando llegue y toque”.

Ojos. Jesús habla de criados, o sea esclavos. En ese momento Israel se encuentra bajo el yugo Romano, otra vez escalvo de un pueblo más poderoso. Recordemos que, durante la mayor parte de de su existencia, el pueblo judío ha sido esclavo (Egipto, Babilonia, Roma), y siempre está sediento de libertad.

“Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar en la mesa, y él mismo los servirá. Y si llega a la medianoche o en la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos”.

Los amos de entonces, para anunciar que unos de sus esclavos acababa de ser liberado, lo sentaban en su mesa. Así, todos sabían que el siervo no sería más tratado como sirviente, sino como hombre libre. Eso era todo un orgullo para el liberado.

Así, Jesús les dice –y nos dice– que dichosos todos los que se sienten a la mesa de Dios, pues seremos liberados. No seguiremos siendo escalvos (de nuestros vicios, nuestras cadenas, nuestros pecados). Al fin seremos libres.

Y para el pueblo judio, sin duda se trata de una noticia de gran esperanza.

Lecturas del Domingo: Julio 31, 2016 – La avaricia y la perdición

Parábola del Hombre Rico
Parábola del Hombre Rico, por Rembrandt – www.uni-leipzig.de : Home : Info : Pic, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5812686

Esta semana, la primera lectura y el Evangelio nos hablan de uno de los principales problemas de la Humanidad: la avaricia.

Nos dice el libro del Eclesiastés que todo es ilusión, que no debemos enfocar nuestra vida a sólo estar buscando dinero o poder. ¿De qué sirve matarse toda la vida en ganar y ganar dinero?

Ojo y mucho cuidado. La Sagrada Escritura no está diciendo que no debemos trabajar, sino que no debemos perder de vista lo que es realmente importante: la familia y el amor.

Y es que estos son valores universales que no sólo corresponden a los católicos, sino que toda persona, de cualquier religión –y hasta los ateos– debemos estar de acuerdo. Podemos decir que hasta nos unen.

En el Evangelio, Jesús nos trae a cuentas la parábola del hombre rico. Se trata de una persona que ha trabajado toda su vida duramente, y en una de las actividades más fuertes: la cosecha. Hasta ese momento su trabajo le ha dado muchos frutos, pues tiene ya dos graneros llenos y aún viene más cosecha.

El hombre está pensando en destruir los graneros y hacer unos más grandes para poder ahí meter todo su nuevo tesoro, y poder así dedicarse a descansar, comer, beber, y darse la buena vida.

Destruir los graneros. Hacer nuevos y acumular, acumular. ¿No es más fácil hacer unos nuevos sin destruir los anteriores?

Pero Dios le dice:

“¡Insensato! Esta misma misma noche vas a morir. ¿Para quien serán todos tus bienes?”

Cuántos millonarios no sabemos que se dedicaron toda su vida a trabajar en negocios que les dieron mucho dinero, pero que siempre estaban metidos en sus oficinas, día y noche trabajando.

Yo recuerdo cómo una familia de descendencia libanesa abrieron dos tiendas departamentales en mi ciudad natal, y cuando pasábamos por sus oficinas mi mamá me decía: “Mira, ahí están los dueños; todo el día trabajando, contando dinero, firmando papeles, haciendo facturas”.

Y a ellos les gustaba ser vistos en esas condiciones.

Pero, al final murieron. Y los hijos, que en realidad nunca habían trabajado como ellos, fueron los que se quedaron con las fortunas y en poco tiempo se las acabaron.

“Hay quien se agota trabajando y pone en ello todo su talento, su ciencia y su habilidad; y tiene que dejarlo todo a otro que no lo trabajó. Esto es vana ilusión y gran desventura.” Eclesiastés 1,2: 21-23.

 

Lecturas del Domingo: Julio 24, 2016 – Pide y se te dará

Abraham observa la destrucción de Sodoma
Abraham observa la destrucción de Sodoma

La primera lectura de hoy es la continuación de la semana pasada en la que tres personas visitan a Abraham y le hacen una prediccción acerca del poco probable nacimiento de su hijo. Después del episidio, los tres visitantes se van a la ciudades de Sodoma y Gomorra, tristmente celebres por su decadencia, vida desenfrenada, y proclive a todos los excesos.

Dios le dice a Abraham que, por sus pecados, estas dos ciudades van a ser destruídas. Pero Abraham le pide a Dios que considere su acción. ¿Qué tal si en la ciudad viven 50 justos?, ¿Merecen ellos la misma suerte de los pecadores? Dios le asegura que si hay 50 no la destruirá. Entonces Abraham comenzará a regatear el número de justos: 45, 40, 30, 20, y finalmente 10. Dios le asegura que no destruirá Sodoma si hay 10 justos.

Lo interesante del relato es cómo Abraham se atreve a hablarle a Dios, a enfrentarlo directamente con una petición. Pero no lo hace altaneramente, sino de manera sencilla y huminde:

Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza

Durante toda la historia escucharemos a Abraham pedir una y otra vez que considere el castigo en base al número de buenas personas que viven en la ciudad. La descripción suena hasta divertida, chistosa. Pero la enseñanza es crucial para todos nosotros.

Pidan y se les dará.

Jesús, en el Evangelio del día nos dice:

Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá

Yo recuerdo en mi experiencia profesional, una persona de una secta Evangélica me comentó: “Ustedes los católicos tienen el problema de constantemente estar pidiendo a Dios. Eso lo enoja. Es sólo cuestión de pedir una sola vez y no molestarlo”.

El Amigo Importuno a Medianoche
“El Amigo Importuno a Medianoche”, por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550704

¡Cuán equivcado está este tipo! El relato menciona la parábola de amigo que le pide a otro que le de algo de comer y beber pues le llegó visita a media noche. El amigo ya está acostado, molesto porque el otro le interrumpe su descanso. Jesús nos dice:

“Si el otro sigue tocando, Yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su melesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite”

¡Pide, pide, pide con oración y con todo tu corazón. Dios te escuchará y te dará cuanto necesites!

Lecturas del Domingo: Julio 17, 2016 – ¡Marta, Marta, Marta!

Martha and Mary
Jesús en la casa de Marta y María. By Johannes VermeerfwE2zem7WDcSlA at Google Cultural Institute maximum zoom level, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=21865869

Primero, el relato de Abraham

Abraham y los tres visitantesEn esta primera lectura escuchamos como Abraham recibe a tres visitantes. Él sabe que no se trata de personas cualquiera, y que él está en presencia divina.

Muchos estudios dicen que son ángeles. Sin embargo, Abraham hace algo que nos dejará en claro quiénes son:

“Al verlos, se dirigió a ellos rápidamente desde la puerta de la tienda, y postrándose en tierra les dijo: Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte”.

Son tres personas, y él les llama “Señor mío”. Se trata de la Santísima Trinidad y Abraham lo sabe bien. De ellos recibirá una gran noticia: que su esposa Sara tendrá un niño el próximo año. Abraham y Sarah son viejos de 80 años. Sara escucha lo que sucede y se rie para sí, pensando en lo ridículo de esa profecía. El trio la amonesta diciéndole: “Nada es imposible para Dios“.

El relato de Marta y María

Este pasaje es hermoso e interesante. Jesús y todos los discípulos llegan a casa de María y Marta, dos hermanas que vivien juntas. Mientras el Señor predica la palabra, María se sienta a sus pies escuchándolo atentamente. Marta, por su parte, está ocupada sirviendo a los demás y en otros quehaceres de la casa. Llega un momento en que no aguanta más y le dice a Jesús: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Díle que me ayude”.

A veces, ¿no sientes como que se te deja todo a tí?, ¿no has pensado en ocasiones que es injusto cómo otros sólo se sientan a hacer otras tareas sencillas y tu estás todo ocupado(a)?

Jesús tiene la respuesta correcta: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará“.

No juzguemos a Marta. Alguien tiene que hacerse cargo del quehacer y del servicio. Y lo más importante: ella sí está poniendo atención, pero se ha sobrecargado de tareas y solita se está llenando de tensión y problemas.

¿Cómo sabemos que está poniendo atención? Más adelante, cuando el hermano de Marta y María, Lázaro, venga a escena, Marta le dirá a Jesús: “Tu eres resurrección y la vida“.

Sin duda, una lección bien aprendida.

Lecturas del Domingo: Julio 10, 2016 – El buen Samaritano

El buen samaritano
By Jan Wijnantshttp://www.hermitagemuseum.org/wps/portal/hermitage/digital-collection/01.+Paintings/46144, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4088414

Mucho que aprender de la parábola que ahora nos ofrece Jesús en el Evangelio de hoy. Todos hemos escuchado el relato del viajero que, caminando de Jericó a Jerusalén, es asaltado y dejado medio muerto a la orilla del camino. Pasa un sacerdote y no hace nada con el pobre tipo tirado en el camino. Luego pasa un levita –un hombre experto en la Ley de Moisés– y también ignora al infeliz. Finalmente pasa un samaritano, que no sólo ayuda el pobre tipo, lo lleva hasta un mesón, cura sus heridas, lo lava, y le paga al dueño del lugar para que lo siga cuidando.

Jesús luego pregunta: “¿Cuál de estos tres se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?

Para todos nosotros es obvio quién se sacó el primer lugar, el samaritano. Sabemos que debemos portarnos bien y debemos ayudar a los demás. Nosotros tenemos la dicha de vivir más de 2000 años después del nacimiento de Jesús y sabemos sus doctrinas desde pequeños. Pero, en el tiempo de Cristo, todas estas enseñanzas son nuevas, y hasta escandalosas.

Los samaritanos

Esta parábola cobra mucha resonancia cuando comenzamos a entender a los protagonistas. Los samaritanos es un grupo de gente que vive en la región de Samaria, cerca de Jerusalén. Ellos dicen que son descendientes legales de una de las 12 tribus originales de Israel, y por lo tanto miembros de la misma alianza de los Judíos con Dios.

Por su parte, los Judíos en ese tiempo odian a los samaritanos. Los delcaran impuros y no los reconocen como descendientes de Abraham, por lo tanto no son miembros de la alianza.

Los odio entre los dos grupo llegaron al máximo unos cien años antes del nacimiento de Jesús, cuando un grupo de samaritanos entró a templo sagrado de los judios en Jerusalén, y arrojó restos humanos, haciéndolo impuro.

¿Te das cuenta de cómo ha de ser el odio entre los dos pueblos? Ahora imagínate a Jesús decirle a los judios que ni el sacerdote, ni el levita son buenos, sino ¡un samaritano! y que deben amar a su prójimo, representado por ¡un samaritano!

Los escuchas están asombrados y escandalizados. Pero la lección va más allá de sólo hablar de los dos grupo étnicos.

  • El problema no es Dios. Todos queremos a Dios, eso no cabe duda.
  • El problema no es rezar. Todos sabemos rezar y lo hacemos de noche, golpeándonos el pecho.
  • El problema no es dar el diezmo. ¡Ah como duele! pero al final lo damos.

No señor, nada de eso es el problema. El problema es EL PROJIMO.

  • El problema es el asesino.
  • El problema es el ladrón que te dejó sin nada.
  • El problema es tu pareja abusón o abusona.
  • El problema son los compañeros de trabajo a los que no les caes bien y que todos los días te están haciendo la vida de cuadritos.
  • El problema es el malo que te hace daño.

Todos ellos, y muchos más, son tus prójimos.

El doctor de la ley le preguntó a Jesús: “Maestro, qué debo hacer para conseguir la vida eterna”…”amarás a Dios con todas tus fuerzas, y al prójimo como a tí mismo”

 

 

 

Lecturas del Domingo: Junio 26, 2016 – Sígueme

Elías y Eliseo
Elías y Eliseo

Las lecturas de hoy tienen una conexión bien linda entre la vida de los antiguos profetas y las revelaciones del nuevo testamento.

El la primera lectura –Primer Libro de los Reyes– Elías es mandado por Dios a buscar un sucesor. Hemos estado hablando de Elías en las últimas semanas, y sabemos que él es considerado el más grande de los profetas por el pueblo Judío. Pero él ya está viejo y cansado, y Dios le ha ordenado que busque a Eliseo, el hijo menor de Safat, y lo nombre el sucesor.

En el ralato están escritas unas simbologías muy interesantes:

  • Eliseo está arando las tierras, lleva la última de las doce yunta de bueyes. Doce es un número perfecto, que en este caso simboliza a las doce tribus de Israel.
  • Elías se quita su manto y se lo pone a Eliseo, imponiéndole todas las potestades de su puesto, pero también todas las responsabilidades. Ahora bien, este no es un manto cualquiera, pues con el más adelante Elías partirá las aguas del rio Jordán, similar a lo que hizo Moisés.
  • Eliseo pide permiso para despedirse de su padre. Con una amonestación, Elías lo permite. Cuando regresa, Eliseo mata a lo bueyes y con el collar del arado de los animales hace una hoguera para inmolarlos y ofrecerlos como sacrificio a Dios. ¿Qué tiene esto de interesante? Pues que con este acto Eliseo no ve para atrás pues está destruyendo su fuente de trabajo. De esta forma le indica a Dios que él está completamente a su servicio.

Luego viene el Evangelio, con algo similar.

Jesús se topa a algunos hombres y les dice que lo sigan. Ellos le responden:

  • El primero: “Te seguiré a donde vayas“, Jesús le dice:  “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza“. Esto quiere decir que Herodes, el administrador del pueblo Judío, era conocido como el Zorro, por su astucia. Los pájaros de los que Jesús habla son las águilas, es decir: los romanos que tienen oprimido al los judíos.
  • El segundo: “Sí, pero primero déjame enterrar a mi Padre“. Cuando Dios nos llama, no le respondas con condiciones: “Sí, pero primero…
    “Deja que lo muertos entierren a los muertos”. Todo aquel que escucha y sigue la Palabra de Dios vive. Los demás símplemente están muertos.
  • El último: “Te seguiré Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia“. ¡Otra vez la yunta al buey! De nuevo le ponemos condiciones a Dios, “Sí, pero“.
    Ahora Jesús responderá: “El que empuña el arado y mira para atrás, no sirve para el Reino de Dios“. ¡Ajá! Ahí está la conexión con la primera lectura. Eliseo destruyó su yunta y sacrificó a los bueyes, es decir no vuelve la vista para atrás pues está deshaciéndose de su fuente de empleo, de su trabajo, de su vida.

Por favor, cuando recibas el llamado de Dios en cualquiera de sus formas, no le pongas condición.