El Evangelio de esta semana nos habló acerca del poder de orar. En la primera lectura de este pasado domingo, tenemos un hermoso episodio tomado del Libro del Exodo.
El pueblo de Israel acababa de salir de Egipto y estaba en el desierto –lo estarÃa por más de 40 años– con muy pocas pertenencias, abatido por la caminata, sediento y cansado… y encima de todas estas penas ¡los amalecitas los atacaron para quitarles lo poco que les quedaba!
La Viuda y el Juez por Anonymous artists from New York hired by Pacific Press Publishing Company expressly to illustrate this book (page 8) – Christ’s Object Lessons by Ellen Gould Harmon White, page 167 https://archive.org/details/christsobjectles00whitrich, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=50789840
Pero todo está desproporcionado, por 5 mil amalecitas hay un Israelita, asà que es bien fácil pensar que cualquiera se hubiera dado por vencido rápidamente.
Ora, ora, ora. Y la respuesta te llegará. No deseches el apoyo de otros: familia, congregación, la medicina, los doctores, etc. Todos son parte de la misma respuesta.
El Juez Malo
Y para terminar, Jesús nos recuerda cómo la oración insistente produce resultados. La parábola del juez injusto nos presenta a un malvado juez, “que no teme a Dios ni a los hombres”. Esta descripción la usa Jesús para darnos a entender que el tipo es un verdadero malo.
Jesús nos pone los elementos más extremos: el juez malo pero poderos, y la viuda impotente, que no tiene otro recurso mas que insistirle, insistirle, e insistirle por justicia.
Otra vez tenemos: ¡oración, oración, y oración!
El hombre, harto ya de tanto ruego de la pobre viuda, decide hacerle justicia, no porque se le haya ablandado el corazón, ¡Sino para que ya lo deje en paz!
Y termina diciendo nuestro Señor:
“Si asà pensaba el juez injusto, ¿creen ustedes acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él dÃa y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar.”