Lecturas del Domingo – 13 de Noviembre de 2022: Cuídense de que nadie los engañe

Imagen de la destrucción de Jerusalén
La destrucción de Jerusalén, por David RobertsFuente, Public Domain, Link

Malaquías 3, 19-20

“Ya viene el día del Señor, ardiente como un horno, y todos los soberbios y malvados serán como la paja. El día que viene los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles ni raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen al Señor, brillará el sol de justicia, que les traerá la salvación en sus rayos”.

Salmo 97, 5-6. 7-9a. 9bc

R. (cf. 9) Toda la tierra ha visto al Salvador.

Cantemos al Señor al son del arpa,
aclamemos al son de los clarines
al Señor, nuestro Rey.

R. Toda la tierra ha visto al Salvador.

Alégrese el mar y el mundo submarino,
el orbe y todos los que en él habitan,
Que los ríos estallen en aplausos
y las montañas salten de alegría. R.

R. Toda la tierra ha visto al Salvador.

Regocíjese todo ante el Señor,
porque ya viene a gobernar el orbe.
Justicia y rectitud serán las normas
con las que rija a todas las naciones.

R. Toda la tierra ha visto al Salvador.

Segunda Carta del Apostol San Pablo a los Tesalonicenses 3, 7-12

Hermanos: Ya saben cómo deben vivir para imitar mi ejemplo, puesto que, cuando estuve entre ustedes, supe ganarme la vida y no dependí de nadie para comer; antes bien, de día y de noche trabajé hasta agotarme, para no serles gravoso. Y no porque no tuviera yo derecho a pedirles el sustento, sino para darles un ejemplo que imitar. Así, cuando estaba entre ustedes, les decía una y otra vez: “El que no quiera trabajar, que no coma“.

Y ahora vengo a saber que algunos de ustedes viven como holgazanes, sin hacer nada, y además, entrometiéndose en todo. Les suplicamos a esos tales y les ordenamos, de parte del Señor Jesús, que se pongan a trabajar en paz para ganarse con sus propias manos la comida.

Evangelio según San Lucas 21, 5-19

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido“.

Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?” Él les respondió:

“Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.

Luego les dijo:

“Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles.
Pero antes de todo esto los perseguirán a ustedes y los apresarán; los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, no caerá ningún cabello de la cabeza de ustedes. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.

Lecturas del Domingo: Agosto 7, 2016 – Esperando al amo

Parabola Del Sirviente Bueno
Parábola del Siervo Fiel, por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550884

Estén listos –dice Jesús a sus discípulos, pero también a todos nosotros– con las túnicas puestas y la lámparas prendidas.

Todos sabemos que Jesús habla del juicio personal que nos espera a cada uno de nosotros. La semana pasada nos presentó al viejo rico que, acumulando riquezas, al final iba a morir esa misma noche. Ahora, nos dice que es cuestión personal estar preparados, no de equipo, ni de familia, ni de grupo social. Cada uno es responsable de estar listo para estar frente a Dios y responder por nuestras acciones.

Sin embargo, hay algo extra en la lectura de hoy que muy poca gente conoce. Dice Jesús:

“Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle cuando llegue y toque”.

Ojos. Jesús habla de criados, o sea esclavos. En ese momento Israel se encuentra bajo el yugo Romano, otra vez escalvo de un pueblo más poderoso. Recordemos que, durante la mayor parte de de su existencia, el pueblo judío ha sido esclavo (Egipto, Babilonia, Roma), y siempre está sediento de libertad.

“Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar en la mesa, y él mismo los servirá. Y si llega a la medianoche o en la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos”.

Los amos de entonces, para anunciar que unos de sus esclavos acababa de ser liberado, lo sentaban en su mesa. Así, todos sabían que el siervo no sería más tratado como sirviente, sino como hombre libre. Eso era todo un orgullo para el liberado.

Así, Jesús les dice –y nos dice– que dichosos todos los que se sienten a la mesa de Dios, pues seremos liberados. No seguiremos siendo escalvos (de nuestros vicios, nuestras cadenas, nuestros pecados). Al fin seremos libres.

Y para el pueblo judio, sin duda se trata de una noticia de gran esperanza.