Lecturas del Domingo: Octubre 4, 2020 – Parábola de los Viñadores

Hoy es el 27avo domingo del tiempo ordinario y leeremos en el Evangelio de San Mateo una lectura que nos habla de la Herencia de Dios (la viña) para todos, no solamente para el pueblo Judío (los viñadores) que desafortunadamente, nunca supo escuchar la Palabra de Jesús (el Hijo), y lo rechazaron… y le dieron muerte. Dios (el dueño de la viña) mandó primero a sus profetas (los criados), pero el pueblo no les hizo caso.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.

Aquí hay un punto muy importante que pocas veces se resalta: Los sumos sacerdotes y los ancianos eran gentes intocables, incorregibles. Llegarón a tener tanta influencia con los romanos que controlaban Jerusalén y los alrededores, que se creían intocables.

Pero, he aquí que ¡Jesús les está dando lecciones?! ¡Ellos lo escuchan a Él!

Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.
Por último, les mando a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’.  Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.

¿Cómo es posible que piensen que por matar al heredero se quedarán ellos con la herencia? Lo que pasa es que, según ciertos conocedores, puede tratarse de que entre los viñadores había los parientes próximos en línea del dueño de la viña. Así, al morir el heredero, ellos se quedarían con todo.

Ahora, díganme: cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?”
Ellos le respondieron: “Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que entreguen los frutos a su tiempo”.
Entonces Jesús les dijo: “¿No han leído nunca en la Escritura: la piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?
Por esta razón les digo que les será quitado el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos”.

Nosotros somos parte de todos los pueblos a los que se nos ha entregado la viña. Somos los nuevos viñadores. Pero no por eso tenemos ganado el favor de Dios.

Ahora, tenemos que trabajar bien duro para poder producir los frutos que Dios quiere.

Lecturas del Domingo: Agosto 7, 2016 – Esperando al amo

Parabola Del Sirviente Bueno
Parábola del Siervo Fiel, por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550884

Estén listos –dice Jesús a sus discípulos, pero también a todos nosotros– con las túnicas puestas y la lámparas prendidas.

Todos sabemos que Jesús habla del juicio personal que nos espera a cada uno de nosotros. La semana pasada nos presentó al viejo rico que, acumulando riquezas, al final iba a morir esa misma noche. Ahora, nos dice que es cuestión personal estar preparados, no de equipo, ni de familia, ni de grupo social. Cada uno es responsable de estar listo para estar frente a Dios y responder por nuestras acciones.

Sin embargo, hay algo extra en la lectura de hoy que muy poca gente conoce. Dice Jesús:

“Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle cuando llegue y toque”.

Ojos. Jesús habla de criados, o sea esclavos. En ese momento Israel se encuentra bajo el yugo Romano, otra vez escalvo de un pueblo más poderoso. Recordemos que, durante la mayor parte de de su existencia, el pueblo judío ha sido esclavo (Egipto, Babilonia, Roma), y siempre está sediento de libertad.

“Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar en la mesa, y él mismo los servirá. Y si llega a la medianoche o en la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos”.

Los amos de entonces, para anunciar que unos de sus esclavos acababa de ser liberado, lo sentaban en su mesa. Así, todos sabían que el siervo no sería más tratado como sirviente, sino como hombre libre. Eso era todo un orgullo para el liberado.

Así, Jesús les dice –y nos dice– que dichosos todos los que se sienten a la mesa de Dios, pues seremos liberados. No seguiremos siendo escalvos (de nuestros vicios, nuestras cadenas, nuestros pecados). Al fin seremos libres.

Y para el pueblo judio, sin duda se trata de una noticia de gran esperanza.