Lecturas del Domingo: Diciembre 3, 2017 – Primer Domingo de Adviento

Adviento
Corona de Adviento, por Micha L. Rieser – Own work by uploader (wreath and picture), CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5331008

El día de hoy es el Primer Domingo de Adviento el cual marca el inicio del año litúrgico para la mayoría de las iglesias cristianas de occidente, especialmente para la Católica.

De acuerdo a la tradición Judía-cristiana, el mundo tuvo primera noción de la venida del mesías ¡cuatro mil años antes del nacimiento de Jesús! Esa es una de las razones por las que hoy iniciamos prendiendo una corona con cuatro grandes velas, cada una representando 1000 años antes de la llegada de Dios a este mundo. En las próximas semana prenderemos el resto de las velas.

Adviento quiere decir preparación, pues estamos esperando la venida del Señor, la cual celebraremos en la Navidad. Este es un tiempo de recogimiento, de meditación, pues vamos a recibir a un visitante en nuestros corazones. La pregunta es, ¿Qué tipo de hospedaje le vamos a dar?, Acaso, ¿una pocilga, lleno de maldad, mentira y suciedad?; ¿O tal vez un lugar frio, donde sólo impera el interés por el dinero y las cosas materiales?

El Evangelio nos dice hoy:

“Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como el hombre que se va de viaje, deja su casa y encimienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a llegar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo, o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente, y los halle durmiendo.
“Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta”.

Lecturas del Domingo: Agosto 7, 2016 – Esperando al amo

Parabola Del Sirviente Bueno
Parábola del Siervo Fiel, por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550884

Estén listos –dice Jesús a sus discípulos, pero también a todos nosotros– con las túnicas puestas y la lámparas prendidas.

Todos sabemos que Jesús habla del juicio personal que nos espera a cada uno de nosotros. La semana pasada nos presentó al viejo rico que, acumulando riquezas, al final iba a morir esa misma noche. Ahora, nos dice que es cuestión personal estar preparados, no de equipo, ni de familia, ni de grupo social. Cada uno es responsable de estar listo para estar frente a Dios y responder por nuestras acciones.

Sin embargo, hay algo extra en la lectura de hoy que muy poca gente conoce. Dice Jesús:

“Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle cuando llegue y toque”.

Ojos. Jesús habla de criados, o sea esclavos. En ese momento Israel se encuentra bajo el yugo Romano, otra vez escalvo de un pueblo más poderoso. Recordemos que, durante la mayor parte de de su existencia, el pueblo judío ha sido esclavo (Egipto, Babilonia, Roma), y siempre está sediento de libertad.

“Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar en la mesa, y él mismo los servirá. Y si llega a la medianoche o en la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos”.

Los amos de entonces, para anunciar que unos de sus esclavos acababa de ser liberado, lo sentaban en su mesa. Así, todos sabían que el siervo no sería más tratado como sirviente, sino como hombre libre. Eso era todo un orgullo para el liberado.

Así, Jesús les dice –y nos dice– que dichosos todos los que se sienten a la mesa de Dios, pues seremos liberados. No seguiremos siendo escalvos (de nuestros vicios, nuestras cadenas, nuestros pecados). Al fin seremos libres.

Y para el pueblo judio, sin duda se trata de una noticia de gran esperanza.