Mt 13, 31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre:
“El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en su huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas”.
“El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar”.
Jn 11, 19-27
En aquel tiempo, muchos judÃos habÃan ido a ver a Marta y a MarÃa para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero MarÃa se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquÃ, no habrÃa muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas“.
Honra a tu padre y a tu madre para que vivas largos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su esclavo, ni a su esclava, ni su buey, ni su burro ni cosa alguna que le pertenezca’’.
Evangelio según San Mateo
Mt 13, 18-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discÃpulos:
“Escuchen ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.
Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegrÃa; pero, como es inconstante, no la deja echar raÃces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas, la sofocan y queda sin fruto.
En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta’’.
“Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenÃa poca tierra; ahà germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenÃan raÃces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oÃdos, que oiga”.
Mt 12, 38-42
En aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: “Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa“. El les respondió:
Los habitantes de NÃnive se levantarán el dÃa del juicio contra esta gente y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquà hay alguien más grande que Jonás.
La reina del sur se levantará el dÃa del juicio contra esta gente y la condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oÃr la sabidurÃa de Salomón, y aquà hay alguien más grande que Salomón”.
Y comerán asÃ: Con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Ese dÃa será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua’ “.
Evangelio según San Mateo
Mt 12, 1-8
Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discÃpulos, que iban con Él, tenÃan hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discÃpulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado“.
¿Tampoco han leÃdo en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo digo que aquà hay alguien más grande que el templo.
Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: ‘Yo he venido a ustedes porque he visto cómo los maltratan en Egipto. He decidido sacarlos de la esclavitud de Egipto para llevarlos al paÃs de los cananeos, hititas, amorreos, perezeos, jiveos y yebuseos, a una tierra que mana leche y miel‘.
Los ancianos de Israel escucharán tu voz y tú irás con ellos a ver al faraón y le dirán: ‘El Señor, el Dios de los hebreos, se nos ha aparecido. PermÃtenos caminar tres dÃas por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios‘.
“¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque asà te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Ex 2, 1-15
En aquellos dÃas, un hombre de la tribu de Levà se casó con una mujer de su misma tribu. La mujer concibió y dio a luz un hijo; y viendo que era hermoso, lo tuvo escondido tres meses. Pero como ya no podÃa ocultarlo por más tiempo, tomó una canastilla de mimbre, la embadurnó con betún y con brea, metió en ella al niño y la dejó entre los juncos, a la orilla del rÃo. Entre tanto, la hermana del niño se quedó a cierta distancia para ver lo que sucedÃa.
Mt 11, 20-24
En aquel tiempo, Jesús se puso a reprender a las ciudades que habÃan visto sus numerosos milagros, por no haberse arrepentido. Les decÃa:
“¡Ay de ti, CorozaÃn! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han hecho en ustedes, hace tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Pero yo les aseguro que el dÃa del juicio será menos riguroso para Tiro y Sidón, que para ustedes.
Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo, porque si en Sodoma se hubieran realizado los milagros que en ti se han hecho, quizá estarÃa en pie hasta el dÃa de hoy. Pero yo te digo que será menos riguroso el dÃa del juicio para Sodoma que para ti”.
Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero Cristo Jesús me perdonó, para que fuera yo el primero en quien Él manifestara toda su generosidad y sirviera yo de ejemplo a los que habrÃan de creer en Él, para obtener la vida eterna.
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sÃ: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos“.
Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vÃstansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mÃo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete.
El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mÃo es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’ “.