No cabe duda que Dios nos ha puesto fácil el camino a su Reino. Si en verdad túamas a Dios, no lo tentarás, ni tratarás de cometer ningún acto que lo ofenda, como la mentira, el robo, la infidelidad, o la muerte a otros.
Y si a eso le sumas lo mismo, pero con el prójimo, pues en realidad tendremos al Paraiso aquà mismo en la Tierra.
Tengamos en mente siempre: Depende completamente de nosotros si queremos vivir en un Paraiso o un infierno.
Y, como decÃamos anteriormente, ¡cómo es difÃcil amar al prójimo! Podemos ir todos los dÃas a la Iglesia, orar cien rosarios, aprendernos toda la Biblia de memoria, cantar con dulce voz los más hermosos coros y salmos… pero de nada vale todo esto si despreciamos a nuestro prójimo.
El libro del Éxodo, en la primera lectura, nos trae una explicación a esto:
Por su parte, los JudÃos en ese tiempo odian a los samaritanos. Los delcaran impuros y no los reconocen como descendientes de Abraham, por lo tanto no son miembros de la alianza.
¿Te das cuenta de cómo ha de ser el odio entre los dos pueblos? Ahora imagÃnate a Jesús decirle a los judios que ni el sacerdote, ni el levita son buenos, sino ¡un samaritano! y que deben amar a su prójimo, representado por ¡un samaritano!