¿Quién soy yo para oponerme a Dios?”

Pedro teniendo su visión
La visión de Pedro de una sábana con animales, por Domenico Fetti – Public Domain, Link

Hechos de los Apóstoles

Hch 11, 1-18
En aquellos días, los apóstoles y los hermanos que vivían en Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro regresó a Jerusalén, los circuncidados le hicieron reproches, diciendo: “Has entrado en la casa de unos incircuncisos y has comido con ellos”.
Entonces Pedro les contó desde el principio lo que le había pasado:

“Estaba yo en la ciudad de Jafa, en oración, cuando tuve una visión y vi algo semejante a un gran mantel, que sostenido por las cuatro puntas, bajaba del cielo hasta donde yo me encontraba. Miré con atención aquella cosa y descubrí que había en ella toda clase de cuadrúpedos, fieras, reptiles y aves. Oí luego una voz que me decía: ‘Levántate, Pedro. Mata el animal que quieras y come’. Pero yo le respondí: ‘Ni pensarlo, Señor. Jamás he comido nada profano o impuro’. La voz del cielo me habló de nuevo: ‘No tengas tú por impuro lo que Dios ha hecho puro’. Esto se repitió tres veces y luego todo fue recogido hacia el cielo.
En aquel instante, se presentaron en la casa donde yo estaba tres hombres, que venían de Cesarea, con un recado para mí. El Espíritu me dijo entonces que me fuera con ellos sin dudar. También fueron conmigo estos seis hermanos y todos entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó cómo había visto de pie, ante él, a un ángel que le dijo: ‘Manda a buscar en Jafa a Simón, llamado Pedro. Lo que él te diga, te traerá la salvación a ti y a toda tu familia’. En cuanto empecé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como había descendido al principio sobre nosotros. Entonces me acordé de lo que había dicho el Señor: ‘Juan bautizó con agua; pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo’. Por lo tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesús, ¿quién soy yo para oponerme a Dios?”

Con esto se apaciguaron y alabaron a Dios, diciendo: “Por lo visto, también a los paganos les ha concedido Dios la conversión que lleva a la vida”.

Evangelio según San Juan

Jn 10, 1-10
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió:

“Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.
Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia’’.

Lecturas del Domingo: Octubre 25, 2020 – Amarás al Señor con todo tu corazón

fariseos siendo regañados por Jesús
Jesús dirigiéndose a los fariseos, por James TissotOnline Collection of Brooklyn Museum; Photo: Brooklyn Museum, 2008, 00.159.209_PS2.jpg, Public Domain, Link

Hoy es el trigésimo domingo del tiempo ordinario, y en el Evangelio de San Mateo escucharemos la lección que resume todas las leyes de las Sagradas Escrituras: la clave de la verdadera Salvación:

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a Él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.
Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la Ley y los profetas”.

¡Tan sencilla es la regla para la Salvación!

No cabe duda que Dios nos ha puesto fácil el camino a su Reino. Si en verdad amas a Dios, no lo tentarás, ni tratarás de cometer ningún acto que lo ofenda, como la mentira, el robo, la infidelidad, o la muerte a otros.

Y si a eso le sumas lo mismo, pero con el prójimo, pues en realidad tendremos al Paraiso aquí mismo en la Tierra.

Tengamos en mente siempre: Depende completamente de nosotros si queremos vivir en un Paraiso o un infierno.

Los últimos serán los primeros

Niños en un salón de clases en Angola
“Niños en un salón de clases en Angola” por Living in KuitoClass, CC BY 2.0, Link

Los últimos, los que llegan al final en el reparto de riquezas, los perdedores, los pobres, los que nunca ganan, los infelices.

En la escala del tiempo, los últimos no son los santos, ni los profetas, ni los papas, ni los sacerdotes o los justos. En base al tiempo, los últimos son… ¡los niños!

Porque ellos son las más puros, sus corazoncitos no se han manchado del mal. No se han envenenado de las avaricias, envidias, y rencores.

Por eso Jesús nos dijo que “Dejen que los niños vengan a mí”, refiriéndose que, para entrar al Reino de Dios, tenemos que se como los niños.

Los últimos que han llegado a este mundo.

De ellos será el Reino de Dios.

Lecturas del Domingo: Agosto 25, 2019 – ¿Son pocos los que se salvan?

Salvación
“Alegoría de la Salvación”, por Wolf HuberPetar MiloševićThis photograph was taken with a Olympus E-P5., Public Domain, Link

En el evangelio según San Lucas del día de hoy, tenemos que uno de los asistentes que iba a las enseñanzas de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”.

Esta persona ha entendido, después de oír a Jesús, que en realidad va a ser difícil entrar al reino de Dios si no se seguían los pasos correctos. Recordemos que son judíos, que sólo se han regido por la Ley de Moisés y la mayoría de la gente la considera como la única forma de salvación. La Ley es lo único que conocen para gobernar sus vidas.

Pero el mensaje nuevo de Jesús viene y cambia todo. La antigua Ley queda atrás y Cristo se convierte en la nueva puerta para llegar a Dios. Su mensaje es distinto, y su requisitos son diferentes. Ahora, ya no se habla de temor a Dios, sino de su Amor.

La persona de esta narración se siente confundido, y en lugar de preguntar ¿me voy a salvar? o ¿qué puedo hacer para salvarme? Se siente derrotado de entrada y su pregunta ni siquiera lo incluye a él: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”.

Jesús le responde:

“Esfuércense por entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta , diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’, pero él les responderá: ‘No sé quiénes son ustedes’.
“Entonces le dirán con insistencia: ‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas’. Pero él replicará: ‘Yo les aseguro que no sé quienes son ustedes. Apártense de mí, todos ustedes los que hacen el mal’. Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados afuera.
“Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros, y los que ahora son los primeros, serán los últimos”.

 

Reflexión de Inicio de Año

Nos rodea la Fe

En este principio de año, quiero reflexionar acerca de la misión que tenemos los blogs. En un mundo con más de 7 mil millones de personas, los blogs que hablan acerca de religión sólo pueden llegar a unos cuantos miles. Si todos estos websites habláramos de la fórmula mágica para la salvación del alma, nuestro resultado no alcanzaría a tanta gente como la que uno quisiera. A veces, esto puede resultar frustrante.

Hemos hablado de los eventos que están predichos en la Biblia con respecto al Apocalipsis: la caída de una “montaña” en el mar, la llegada de un monstruo, el marcado de la gente con el terrible número del enemigo, y otros más.

Dios nos dice constantemente en las escrituras que nadie sabe ni el día ni la hora en que el Juicio Final llegará. Los sucesos que se relatan en el Apocalipsis son tan nefastos, pero si nos ponemos a ver a nuestro alrededor, no están todavía ocurriendo, o al menos aun no ha caído el asteroide en el mar o ha aparecido un monstruo con muchas cabezas.

Sin embargo, al poner atención, la cadena de eventos que producirán estos hechos ya están en marcha: Guerras, pérdida de humanidad (cuántos crímenes desgarradores no estamos viendo en las noticias), catástrofes naturales y creadas por el hombre que están transformando al mundo, etc.

Hagamos una pausa y pensemos: estas cosas han ocurrido por miles de años. Herodes mandó matar a cientos de niños en su reinado por miedo a la profecía del nacimiento de Jesús. ¡Esto es algo siniestro! Pero no es único: Los egipcios mataban a cientos de bebés judíos para evitar la reproducción del pueblo de Israel. Las culturas prehispánicas destrozaban a los enemigos con la intención de atemorizar a los pueblos débiles. Asesinatos por codicia, celos, venganza. Todo ha ocurrido por miles de años.

Pongamos atención a las épocas de la humanidad en las que ocurren calamidades. Después de un tiempo, la misma gente o se acostumbra, o recapacita, o se adapta. Y lo que parecía ser el fin del mundo, no se convierte más que en otro recuerdo para los libros de historia. Una vez pasado el susto, viene un período de tranquilidad y hasta de prosperidad.

Yo veo esta parte de la historia como una curva que sube (prosperidad), y luego baja (muertes, enfermedades, guerras, depresión).

Pero este ciclo se va a romper un día, y lo que quede será sólo la parte baja.

¿Cuándo ocurrirá? Nadie lo sabe. Ni hay una forma de calcularlo. Sin embargo, y como apuntábamos líneas arriba: es muy posible que en nuestra vida no veamos la destrucción del mundo, pues aún falta mucho reacomodo de las piezas para que esto ocurra… sin embargo, no hay duda que estamos siendo testigos de que se está formando esta nube negra.

Ahora bien, esto no quiere decir que nos vamos a salvar del castigo o que no veamos el Juicio Final. Cuando nuestro cuerpo duerma –al morir—nuestro Espíritu no va a desaparecer. En el instante que pasemos de la vida a la muerte, sólo cerraremos los ojos y cuando podamos ver de nuevo sentiremos que sólo han pasado unos minutos. Será como si hubiéramos tomado una siestecita, aunque en la Tierra hayan pasado tal vez un día o quizá miles de años.

Por recuento de los que saben, tendremos un período de reconciliación, recuento y perdón. Y entonces veremos nuestro juicio, y tal vez el de todos los demás.

En las narraciones del Apocalipsis ocurre lo mismo: después de cada destrucción por parte del enemigo, la luz de Dios lo detiene –pero no lo destruye—y la humanidad tiene un período de tranquilidad y hasta de prosperidad. El último de ellos es de mil años.

Pero, ¿sabes qué destruye cada período de tranquilidad? Los habitantes de la Tierra vuelven a caer, se vuelven otra vez al pecado y la perdición. Es ahí que el enemigo vuelve a tomar forma y renacer.

Entonces, ¿Cuál es el objetivo de escribir en estos websites?, ¿Cuál es la intención de escribir sobre lo que no nos va a pasar o lo que de todas formas se va a presentar? La respuesta es sencilla: salvar la mayor cantidad de gente que se pueda.

No, no se trata de decir que yo y sólo yo tengo la verdad en mis manos y sólo yo sé cómo se puede salvar la gente. Eso es muy peligroso.

Pero lo que podamos presentar es nuestro grano de arena; no para detener lo inevitable, sino para ayudar a quien tenga la duda, la pregunta, la inquietud.

Y es nuestra responsabilidad de pasar esta información a nuestros descendientes. Así, nuestro legado será una oportunidad para la Salvación.

¡Jesucristo resucitó! ¡Viva Cristo Rey!

Jesús resucitó
Jesús resucitó

Jesús, con su sacrificio, borró el pecado y logró nuestra salvación. El pecado original de nuestros padres fue tan grande que tenía que resolverse de una forma tan grande también. Al tercer día después de su muerte, y en su resurrección, los discípulos por fín entendieron el significado de sus enseñanzas; por fín, todo lo que les dijo tenía sentido, y la humanidad logró finalmente la salvación.

Viernes Santo: La Pasión

crucifixion

Hoy no se celebra misa, sino que sólo tenemos liturgia de la palabra. Es una ceremonia de tres lecturas, incluyendo una completa descripción de la Pasión de Nuestro Señor.

El mensaje de hoy es mostrar cómo Jesús nos ama a cada uno, aunque seamos pecadores, pues Él sufrió su Pasión y muerte por los pecados de todos, para que la humanidad entera se salvara.