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Lecturas del Domingo 9 de Junio de 2024 – Perdónanos, Señor, y viviremos

Adan, Eva y la serpiente
Adán, Eva y la serpients, por Rebecca KennisonOwn work, CC BY 2.5, Link

Génesis

Gen 3, 9-15
Después de que el hombre y la mujer comieron del fruto del árbol prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le preguntó: “¿Dónde estás?” Éste le respondió: “Oí tus pasos en el jardín; y tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí”. Entonces le dijo Dios: “¿Y quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?

Respondió Adán: “La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí”. El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Por qué has hecho esto?” Repuso la mujer: “La serpiente me engañó y comí”.

Entonces dijo el Señor Dios a la serpiente:

“Porque has hecho esto,
serás maldita entre todos los animales
y entre todas las bestias salvajes.
Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo
todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya;
y su descendencia te aplastará la cabeza,
mientras tú tratarás de morder su talón”.

Salmo 129

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Desde el abismo de mis pecados clamo a ti;
Señor, escucha mi clamor;
que estén atentos tus oídos
a mi voz suplicante.

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Si conservaras el recuerdo de las culpas,
¿quién habría, Señor, que se salvara?
Pero de ti procede el perdón,
por eso con amor te veneramos.

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Confío en el Señor,
mi alma espera y confía en su palabra;
mi alma aguarda al Señor.
mucho más que a la aurora el centinela.

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Como aguarda a la aurora el centinela,
aguarda Israel del Señor,
porque del Señor viene la misericordia,
y la abundancia de la redención,
y Él redimirá a su pueblo
de todas sus iniquidades.

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Segunda Carta del Apostol San Pablo a los Corintios

2 Cor 4, 13–5, 1
Hermanos: Como poseemos el mismo espíritu de fe que se expresa en aquel texto de la Escritura: Creo, por eso hablo, también nosotros creemos y por eso hablamos, sabiendo que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará a su lado con ustedes. Y todo esto es para bien de ustedes, de manera que, al extenderse la gracia a más y más personas, se multiplique la acción de gracias para gloria de Dios.

Por esta razón no nos acobardamos; pues aunque nuestro cuerpo se va desgastando, nuestro espíritu se renueva de día en día. Nuestros sufrimientos momentáneos y ligeros nos producen una riqueza eterna, una gloria que los sobrepasa con exceso.

Nosotros no ponemos la mira en lo que se ve, sino en lo que no se ve, porque lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno. Sabemos que, aunque se desmorone esta morada terrena, que nos sirve de habitación, Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna, no construida por manos humanas.

Evangelio según San Marcos

Mc 3, 20-35
En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.

Los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: “Este hombre está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera”.

Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas:

“¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos, no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.
Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno”.

Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.

Llegaron entonces su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”.

Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Primer Domingo de Cuaresma 2023

Jesús en el desierto
Jesús en el desierto“, por Ivan Kramskoi – Public Domain, Link

Iniciamos el Tiempo de Cuaresma, tiempo de reflexión y arrepentimiento.

Libro del Génesis

Gn 2, 7-9; 3, 1-7
Después de haber creado el cielo y la tierra, el Señor Dios tomó polvo del suelo y con él formó al hombre; le sopló en la nariz un aliento de vida, y el hombre comenzó a vivir. Después plantó el Señor un jardín al oriente del Edén y allí puso al hombre que había formado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, de hermoso aspecto y sabrosos frutos, y además, en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

La serpiente era el más astuto de los animales del campo que había creado el Señor Dios. Un día le dijo a la mujer: “¿Es cierto que Dios les ha prohibido comer de todos los árboles del jardín?

La mujer respondió: “Podemos comer del fruto de todos los árboles del jardín, pero del árbol que está en el centro, dijo Dios: ‘No comerán de él ni lo tocarán, porque de lo contrario, habrán de morir’ “.

La serpiente replicó a la mujer: “De ningún modo. No morirán. Bien sabe Dios que el día que coman de los frutos de ese árbol, se les abrirán a ustedes los ojos y serán como Dios, que conoce el bien y el mal“.

La mujer vio que el árbol era bueno para comer, agradable a la vista y codiciable, además, para alcanzar la sabiduría. Tomó, pues, de su fruto, comió y le dio a su marido, que estaba junto a ella, el cual también comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entrelazaron unas hojas de higuera y se las ciñeron para cubrirse.

Salmo 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17

Misericordia, Señor, hemos pecado.

Por tu inmensa compasión y misericordia,
Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos
y purifícame de mis pecados

Misericordia, Señor, hemos pecado.

Puesto que reconozco mis culpas,
tengo siempre presentes mis pecados.
Contra ti sólo pequé, Señor,
haciendo lo que a tus ojos era malo.

Misericordia, Señor, hemos pecado.

Crea en mí, Señor, un corazón puro,
un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Señor, lejos de ti,
ni retires de mí tu santo espíritu.

Misericordia, Señor, hemos pecado.

Devuélveme tu salvación, que regocija,
mantén en mí un alma generosa.
Señor, abre mis labios,
y cantará mi boca tu alabanza.

Misericordia, Señor, hemos pecado.

Lectura de la Carta del Apostol San Pablo a los Romanos

Rom 5, 12-19
Hermanos: Así como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.

Antes de la ley de Moisés ya existía el pecado en el mundo y, si bien es cierto que el pecado no se castiga cuando no hay ley, sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés aun sobre aquellos que no pecaron como pecó Adán, cuando desobedeció un mandato directo de Dios. Por lo demás, Adán era figura de Cristo, el que había de venir.

Ahora bien, el don de Dios supera con mucho al delito. Pues si por el delito de uno solo hombre todos fueron castigados con la muerte, por el don de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos la abundancia de la vida y la gracia de Dios. Tampoco pueden compararse los efectos del pecado de Adán con los efectos de la gracia de Dios. Porque ciertamente, la sentencia vino a causa de un solo pecado y fue sentencia de condenación, pero el don de la gracia vino a causa de muchos pecados y nos conduce a la justificación.

En efecto, si por el pecado de un solo hombre estableció la muerte su reinado, con mucho mayor razón reinarán en la vida por un solo hombre, Jesucristo, aquellos que reciben la gracia superabundante que los hace justos.

En resumen, así como por el pecado de un solo hombre Adán, vino la condenación para todos, así por la justicia de un solo hombre, Jesucristo, ha venido para todos la justificación que da la vida. Y así como por la desobediencia de uno, todos fueron hechos pecadores, así por la obediencia de uno solo, todos serán hechos justos.

Evangelio según San Mateo

Mt 4, 1-11
En aquel tiempo, Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final, tuvo hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes“. Jesús le respondió: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios“.

Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: Mandará a sus ángeles que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna“. Jesús le contestó: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios“.

Luego lo llevó el diablo a un monte muy alto y desde ahí le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo: “Te daré todo esto, si te postras y me adoras“. Pero Jesús le replicó: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él sólo servirás“.

Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles para servirle.

 

La Palabra del Viernes 10 de Febrero de 2023

Jesús sanado al sordo y tartamudo
Jesús sanado al sordo y tartamudo

Génesis

Gn 3, 1-8
De todos los animales salvajes creados por el Señor Dios, la serpiente era el más astuto. Un día le dijo a la mujer: “¿Es cierto que Dios les ha prohibido comer de todos los árboles del jardín?” La mujer respondió a la serpiente: “No. Sí podemos comer los frutos de los árboles del jardín, pero de los frutos del árbol que está en el centro, Dios nos ha prohibido comer y nos ha dicho que no lo toquemos, porque, de lo contrario, moriremos“.

La serpiente le dijo a la mujer: “Eso de que ustedes van a morir no es cierto. Al contrario, Dios sabe muy bien que, si comen eso frutos, se les abrirán los ojos y serán como dioses, pues conocerán el bien y el mal“.

Entonces los frutos de aquel árbol le parecieron a la mujer apetitosos, de hermoso aspecto y excelentes para adquirir sabiduría. Tomó de los frutos y comió; y después le dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió. Al momento se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entrelazaron unas hojas de higuera y se cubrieron con ellas.

Oyeron luego los pasos del Señor Dios, que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y se ocultaron de su vista entre los árboles del jardín.

Evangelio según San Marcos

Mc 7, 31-37
En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Ábrete!“). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos“.

 

Lecturas del Domingo: Junio 10, 2018 – Hablando del enemigo

Flanders el diablo
Flanders: el diablo es quien menos te lo imaginas. Fair use, Link

Este domingo volvemos al tiempo ordinario de la Iglesia y estamos en el décimo. Cabe recordar que el tiempo ordinario comprende dos tercios del calendario eucarístico, dejando el resto a la cuaresma, la pascua y el adviento.

Hoy tenemos como un personaje de relato principal nada más ni nada menos que al hombre de rojo, al chamuco, a patas de cabra, al diablo.

Para todos aquellos que piensan que este personaje es fácil de destruir, de manejar, que cualquiera lo hace tonto, o que con un crucifijo se le puede destruir, les recuerdo que el mismísimo satanás ha estado frente a Dios, cerca de Él y ante el mismo Dios le ha pedido que le de poder sobre Job, el paciente.

Y no se diga que ha estado hablando cara a cara con Jesús, durante los 40 días que pasó nuestro señor en el desierto.

Al diablo nos lo presentan de muchas formas, pero en la primera lectura de hoy, el Génesis nos lo trae como la serpiente que engañó a Eva e hizo que Adán comiera la fruta prohibida, lo que causó la furia de Dios y que trajo el pecado original a toda la Humanidad.

En este caso, Dios había prohibido a Adán y Eva que comieran del árbol de la sabiduría del bien y del mal. En el momento que comieran el fruto de ese árbol, verían todo como lo ve Dios. El pecado no fue la acción de comer, sino la soberbia de querer ser como Dios, de ver todo como Él.

Al comer la fruta –que en ninguna parte se menciona que era una manzana—se les “abrieron los ojos”, es decir comprendieron que estaban desnudos y sintieron vergüenza, y después de eso se escondían de Dios por esa pena que sentían. En ese momento entendieron que habían perdido el enlace que los unía directamente a Dios, desde ese momento no podían estar frente a Él como estaban acostumbrados.

Y el culpable, el diablo en forma de serpiente, no se quedó sin castigo. Le dijo Dios:

“Porque has hecho esto serás maldita entre todos los animales y entre todas las bestias salvajes. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida”.

Este evento, tan desastroso para toda la humanidad, no es sólo entre dos seres humanos y un reptil. Es algo que sucedió en el tiempo de la Creación, que posiblemente ni siquiera este en términos humanos sino en términos infinitos de Dios, cuando no existía ni siquiera la Tierra, y todo lo que había eran los ángeles y los espíritus que serían Adán y Eva, todos en el Paraíso, o sea frente a Dios, en su gracia.

Sin duda, algo un poco difícil de imaginar.

Ahora, imaginemos qué locura escuchar en el evangelio de hoy que Jesús, el Hijo de Dios, fue acusado por los escribas y gente del Templo, ¡Que Jesús estaba poseído por Satanás!

Jesús les dijo:

“¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos, no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa”.

De esta forma calló la boca de todos aquellos que lo acusaban de estar poseído. ¡Ya no más eso nos faltaba! ¡Y todavía hay quien se queja de por qué fuimos expulsados del paraíso!

Este es tiempo de reflexionar.