Lecturas del Domingo 16 de Enero de 2022: Las Bodas de Caná

boda de caná
Las Bodas de Caná,, por By Maerten de VosWeb Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Public Domain, Link

Hoy es el Segundo Domingo del Tiempo Ordinario de la Iglesia, y entamos de lleno al tiempo general. Ya se acabó el tiempo de preparación y las fiestas, y ahora comenzamos el año como lo estás haciendo en las escuelas y las oficinas.

Pero esto no quiere decir que volvamos a la rutina. No, ahora debemos hacer el compromiso de aprender más de nuestra fe y crecer mas en nuestros conocimientos.

El día de hoy las lecturas nos hablas de bodas, esposas, y prometidas. Jesús ya no nos es presentado como un bebé o como niño. Jesús es un hombre, que va con su madre a una boda, y lleva consigo a sus discípulos.

Hoy es el dia que Jesús se revela a los demás. Hoy también es el día en que María les dice a los criados, pero con un eco a través de todos los tiempos que llega hasta nosotros hoy en día: Hagan lo que Él les dice.

Isaías 62, 1-5

Por amor a Sión no me callaré
y por amor a Jerusalén no me daré reposo,
hasta que surja en ella esplendoroso el justo
y brille su salvación como una antorcha.

Entonces las naciones verán tu justicia,
y tu gloria todos los reyes.
Te llamarán con un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona de gloria en la mano del Señor
y diadema real en la palma de su mano.

Ya no te llamarán “Abandonada”,
ni a tu tierra, “Desolada”;
a ti te llamarán “Mi complacencia”
y a tu tierra, “Desposada”,
porque el Señor se ha complacido en ti
y se ha desposado con tu tierra.

Como un joven se desposa con una doncella,
se desposará contigo tu hacedor;
como el esposo se alegra con la esposa,
así se alegrará tu Dios contigo.

Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a y c.

R. (3) Cantemos la grandeza del Señor.
Cantemos al Señor un nuevo canto,
que le canten al Señor toda la tierra;
cantemos al Señor y bendigámoslo. R.
R. Cantemos la grandeza del Señor.
Proclamemos su amor día tras día,
su grandeza anunciemos a los pueblos;
de nación en nación, sus maravillas. R.
R. Cantemos la grandeza del Señor.
Alaben al Señor, pueblos del orbe,
reconozcan su gloria y su poder
y tribútenle honores a su nombre. R.
R. Cantemos la grandeza del Señor.
Caigamos en su templo de rodillas.
Tiemblen ante el Señor los atrevidos.
“Reina el Señor”, digamos a los pueblos,
gobierna a las naciones con justicia. R.
R. Cantemos la grandeza del Señor.

Primera Carta a los Corintios 12, 4-11

Hermanos: Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.

En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Uno recibe el don de la sabiduría; otro, el don de la ciencia. A uno se le concede el don de la fe; a otro, la gracia de hacer curaciones, y a otro más, poderes milagrosos. Uno recibe el don de profecía, y otro, el de discernir los espíritus. A uno se le concede el don de lenguas, y a otro, el de interpretarlas. Pero es uno solo y el mismo Espíritu el que hace todo eso, distribuyendo a cada uno sus dones, según su voluntad.

Evangelio según San Juan 2, 1-11

En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que Él les diga”.

Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo”.

Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”.

Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el primero de sus signos. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él.

En las bodas el vino mejor se sirve primero y el barato se deja para el final

Dice el evangelio del domingo pasado que el mayordomo le dijo al novio de la boda de Caná:

Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tu en cambio has guardado el vino mejor hasta ahora”.

Así es el espejismo del mundo: nos pone lo bueno al principio… para después mostrarnos la verdadera cara.

El glamour de lo malo nos atrae, pero al final nos venimos quedando con el agrio vino que nos dejará un amargo sabor de boca por el resto de la fiesta.

Lecturas del Domingo: Enero 20, 2019 – La Boda de Caná

La Boda de Caná
La Boda de Caná, por Giotto di Bondone, Public Domain, Link

¡Hay tanto que aprendimos de las lecturas de hoy!

Primera Enseñanza: El Servicio a los Demás

Primero, San Pablo en la segunda lectura nos dice “En cada uno se manifiesta el Espíritu Santo para el bien común“; así todos recibimos algún tipo de don, como el don de lenguas, el don de ciencia, el don de fe, la gracia de curación de enfermedades, etc. Pero al final, es sólo el Espíritu Santo el que hace todo eso, distribuyendo a cada uno sus dones según su voluntad.

Pero no es para que únicamente lo presumamos, o –al contrario– lo “metamos en un hoyo en la tierra” porque nos da miedo que los demás sepan de nuestras aptitudes y que éstas nos lleven a un escenario incómodo en el que todos nos vean. Por miedo y ansiedad el don se pierde.

Los dones son para alabar a Dios primero; en su honor, le brindamos nuestro extenso trabajo y sacrificio que nos llevó a terminar ese proyecto importante en nuestro trabajo o escuela. A Él le agradecemos que hicimos esa traducción tan necesaria para una familia que la necesitaba. Como dijimos anteriormente, ya no hacemos sacrificios para alabar a Dios, ahora le ofrecemos nuestro trabajo y nuestros éxitos.

Segundo, en el hermoso evangelio de San Juan escuchamos cómo Jesús realiza su primer milagro, no para recibir gloria y alabanza de los demás, sino para evitar que un novio fuera avergonzado durante su banquete de bodas, al convertir en vino seis tanques de agua. Servicio a los demás al poner en marcha sus poderes para ayuda a los demás.

María, nuestra Madre e intercesora

María fue invitada a una boda en Caná de Galilea, y ella llevó a Jesús y a su pequeño grupo de seguidores que se empezaba a formar. Jesús aún no era famoso en la región, pues sólo un grupo de gente le había oído su prédica, pero nada mas.

Durante la boda, el vino se acabó. En ese entonces, esto solía pasar por causa de robos o de mala planeación por parte de los novios, quienes eran los responsables de la celebración. Pero muchas veces era porque simplemente la nueva pareja no tenía tanto dinero y no habían podido comprar suficiente bebida. Cuando esto ocurría, era motivo de burla por parte de la gente, y los novios sufrían una humillación muy grande. Definitivamente, no es algo que se quiera durante la alegría de un nuevo matrimonio.

María, se dio cuenta de esta situación y le dice a Jesús: “Ya no tienen vino”. María le lleva a Jesús una súplica.

María les dice a los sirvientes: “Hagan lo que él les diga“. Igual, María nos dice a nosotros que hagamos que lo que Jesús nos pide.

Jesús les pide a los criados que llenen con agua seis vasijas de piedra que asemejan barriles (cada una puede contener 100 litros de líquido). Luego les dijo que sacaran un poco y se lo llevaran al mayordomo, es decir el criado principal de la boda. Esto sucedió después:

“En cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: ´Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tu en cambio has guardado el vino mejor hasta ahora´”.

Así, Jesús realizó su primer milagro en una boda en la que había cientos de invitados. De esta forma empezó su ministerio.

María NO hace el milagro. Es Jesús quien lo realiza, pero por interseción de su madre, nuestra madre, quien le lleva nuestras peticiones.