Eleacín y las similitudes con Pedro

Un serafín le quema la boca al profeta Isaías
“Un serafín le quema la boca al profeta Isaías” Antonio BalestraThe Bridgeman Art Library, Object 569354, Public Domain, Link

El domingo pasado, escuchamos en el Evangelio de San Mateo cómo Jesús redime a Pedro, quien ha sido regañado muchas veces por sus fallas humanas, pero que al final nos muestra por qué es el escogido para ser el portador de las llaves del paraíso.

En las lecturas del Domingo, en la primera, esuchamos un relato muy similar, aunque en menor escala, que involucra a Elías, Eleacín y al mal mayordomo Sebná. Tomado de Elías 22, 19-23:

“Esto dice el Señor a Sebná, mayordomo del palacio: ‘Te echaré de tu puesto y te destituiré de tu cargo. Aquel mismo día llamaré a mi siervo, a Eleacín, el hijo de Elcías; y le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda y le traspasaré tus poderes’.
“‘Será un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré la llave del palacio de David sobre su hombro. Lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo fijaré como un clavo en muro firme y será un trono de gloria para la casa de su padre'”.

 

En las bodas el vino mejor se sirve primero y el barato se deja para el final

Dice el evangelio del domingo pasado que el mayordomo le dijo al novio de la boda de Caná:

Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tu en cambio has guardado el vino mejor hasta ahora”.

Así es el espejismo del mundo: nos pone lo bueno al principio… para después mostrarnos la verdadera cara.

El glamour de lo malo nos atrae, pero al final nos venimos quedando con el agrio vino que nos dejará un amargo sabor de boca por el resto de la fiesta.