Iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús

Milagro de Emaús
Una bellísima representación de la aparición de Jesús a los peregrinos de Emaús. Disfruten del efecto de luces. Por Matthias Stom –  Caroline Léna Becker, Public Domain, Link

Hechos de los Apóstoles

Hch 3, 1-10
En aquel tiempo, Pedro y Juan subieron al templo para la oración vespertina, a eso de las tres de la tarde. Había allí un hombre lisiado de nacimiento, a quien diariamente llevaban y ponían ante la puerta llamada la “Hermosa“, para que pidiera limosna a los que entraban en el templo.

Aquel hombre, al ver a Pedro y a Juan cuando iban a entrar, les pidió limosna. Pedro y Juan fijaron en él los ojos, y Pedro le dijo: “Míranos“. El hombre se quedó mirándolos en espera de que le dieran algo. Entonces Pedro le dijo: “No tengo ni oro ni plata, pero te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina“. Y, tomándolo de la mano, lo incorporó.

Al instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza. De un salto se puso de pie, empezó a andar y entró con ellos al templo caminando, saltando y alabando a Dios.

Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y al darse cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado junto a la puerta “Hermosa” del templo, quedaron llenos de miedo y no salían de su asombro por lo que había sucedido.

Evangelio según San Lucas

Lc 24, 13-35
El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: “¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?” Él les preguntó: “¿Qué cosa?” Ellos le respondieron:

“Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron”.

Entonces Jesús les dijo: “¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?” Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a Él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer“. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: “¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!

Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: “De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón“. Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

 

Tercer Domingo de Pascua, 2021

Milagro de Emaús
Una bellísima representación de la aparición de Jesús a los peregrinos de Emaús. Disfruten del efecto de luces. Por Matthias StomSelf-photographed, Photograph taken at: Corps et Ombres : Le Caravagisme européen, Musée des Augustins, 23 July 201214 October 2012 , Caroline Léna Becker, Public Domain, Link

Imaginemos por un momento: no hay energía eléctrica ni luces como ahora. Despues de la Resurrección de Jesús, los dos discípulos que se lo encontraron en el camino de Emaús, está reunido en una casa junto con los apóstoles. Están casi en tinieblas porque tienen miedo a prender lámparas, pues los judíos los están buscando. Es posible que sólo tengan una velita, y a su luz están más de once personas rodeándola. De repente, la figura de Jesús aparece de la nada y los saluda.

Esta es la entrada del Evangelio de San Lucas del día de hoy. Y esta es la lectura del día:

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: “No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse, un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo”. Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?” Le ofrecieron un trozo de pescado asado; Él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: “Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba entre ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto”.

El mensaje del evangelio de hoy no es nada más a los apóstoles, sino a todos nosotros. El mensaje de Jesús es para que, cuando estamos en las circunstancias más difíciles de nuestras vidas, tengamos la esperanza de que, por su resurrección, las cosas se pueden arreglar, y muchas veces de forma que parecerá milagrosa.

Todos hemos sido testigos de este poder, de una forma u otra: La recuperación de un ser querido, el conseguir un buen trabajo, el consejo o consuelo de alguien cuando más lo necesitamos.

Jesús, después de más de 2000 años, sigue diciéndonos: No duden, crean

Pascua 2020: Los discípulos de Emaús

Milagro de Emaús
Una bellísima representación de la aparición de Jesús a los peregrinos de Emaús. Disfruten del efecto de luces. Por Matthias StomSelf-photographed, Photograph taken at: Corps et Ombres : Le Caravagisme européen, Musée des Augustins, 23 July 201214 October 2012 , Caroline Léna Becker, Public Domain, Link

Hoy es el tercer domingo de Pascua, y la lectura del Evangelio de este día es tomada de San Lucas. Escucharemos cómo nuestros corazones están “velados” por las falsas realidades de este mundo (dinero, riqueza, fama, éxito, etc), pero cuando escuchamos hablar de Jesús, nuestras almas “recobran la vista” y esos corazones ciegos “arden” por el mismo amor de Dios en Jesús.

“El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén y comentaban todo lo que había sucedido.
“Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: ‘¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?’.
“Uno de ellos, llamado Cleofás, le preguntó: ‘¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido en estos días en Jerusalén?’ Él les preguntó: ‘¿Qué cosa?’ Ellos le respondieron: ‘Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como lo habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron’.
“Entonces Jesús les dijo: ‘¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?’ Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
“Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: ‘Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer’. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban en la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían uno al otro: ‘¡Con razón nuestro corazón ardía mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las escrituras!’.
“Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: ‘De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón’. Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan”.

 

Pascua 2018 – Tercer Domingo de Pascua

Milagro de Emaús
Una bellísima representación de la aparición de Jesús a los peregrinos de Emaús. Disfruten del efecto de luces. Por Matthias StomSelf-photographed, Photograph taken at: Corps et Ombres : Le Caravagisme européen, Musée des Augustins, 23 July 201214 October 2012 , Caroline Léna Becker, Public Domain, Link

La Pascua llegó y tuvimos la gran celebración hace dos domingos, durante la Resurrección. La semana pasada tuvimos el Domingo de Misericordia, y hoy comenzamos en forma la Pascua.

Así como tenemos cuatro domingos de Adviento para prepararnos para la llegada de la Navidad, así tuvimos los cuarenta días de la Cuaresma para prepararnos para la Resurrección. Pero, en esta ocasión, el evento es tan importante, que se extenderá por varias semanas.

Este año, no escucharemos el hermoso relato de la aparición de Jesús a los peregrinos de Emaús, sino que leeremos qué fue lo que sucedió después: Cuando les estaban contando a los Once Apóstoles –Judas, obviamente no está más con ellos– lo que les sucedió en el camino, Jesús se les volvió a aparecer de entre las sombras del lugar donde se encontraban.

Imaginemos por un momento: no hay energía eléctrica ni luces como ahora. Están casi en tinieblas porque tienen miedo a prender lámparas, pues los judíos los están buscando. Es posible que sólo tengan una velita, y a su luz están más de once personas rodeándola. De repente, la figura de Jesús aparece de la nada y los saluda.

La reacción que podemos esperar: “Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver a un fantasma”.

Jesús respondió:

“No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse, un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo”.

Constantemente Jesús nos llama a no temer, a no dejar que el miedo se apodere de nuestro corazón. Su pregunta “¿Por qué surgen dudas en su interior?” no es una al azar, no se trata de un relleno. Es algo muy importante: No duden, crean. Llegarán momentos en los que apóstoles se verán ante situaciones que los harán vacilar, pero estas palabras de Jesús les darán fuerzas y energía.

Pero no nada mas a los apóstoles, sino a todos nosotros. El mensaje de Jesús es para que, cuando estamos en las circunstancias más difíciles de nuestras vidas tengamos la esperanza de que, por su resurrección, las cosas se pueden arreglar, y muchas veces de forma que parecerá milagrosa.

Todos hemos sido testigos de este poder, de una forma u otra. La recuperación de un ser querido, el conseguir un buen trabajo, el consejo o consuelo de alguien cuando más lo necesitamos.

Jesús, después de 2000 años, sigue diciéndonos: No duden, crean.

Lecturas del Domingo: 30 de Abril de 2017 – Por el camino a Emaús

Milagro de Emaús
Una bellísima representación de la aparición de Jesús a los peregrinos de Emaús. Disfruten del efecto de luces. Por Matthias StomSelf-photographed, Photograph taken at: Corps et Ombres : Le Caravagisme européen, Musée des Augustins, 23 July 201214 October 2012 , Caroline Léna Becker, Public Domain, Link

En las semana pasadas, hemos escuchado cómo Jesús –después de su Resurrección– se ha aparecido unas cuantas veces a un selecto grupo de personas. Se apareció a los apóstoles –sin que Tomás estuviera entre ellos– y luego con Tomás. Ahora se aparece a dos peregrinos que vienen de Jerusalén y van camino a la aldea de Emaús.

Sabemos el nombre de uno de ellos, Cleofás, y que fueron seguidores de Jesús. Pero, después de que Jesús murió en la cruz, sólo han estado escuchando rumores de su resurrección. Nadie más lo ha visto. Están confundidos. Incluso, uno de ellos lo llama profeta.

Jesús no se aparece en forma obvia. Dice el Evangelio:

“Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron.”

Esto no quiere decir que estaban ciegos o que tenían un problema visual. Hasta ese día, los seguidores de Jesús nos estaba seguros de todo lo que estaba sucediendo y no entendían quién era en realidad. Es muy fácil para nosotros disernir que se trata de Jesús, pero para ellos no hay tal. Cuando Jesús les pregunta por qué están tristes, ellos responden un poco molestos:

“¡Por lo de Jesús, el Nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo!”

Lo llaman profeta, no Hijo de Dios. Y es que para ellos, Él iba a ser el libertador de Israel, que se encontraba bajo el yugo romano por muchísimos años. Pensaban que Jesús los iba a liberar políticamente.

Después de regañarlos y llamarles duros de corazón e insensatos, Jesús les da una cátedra de cómo todas las escrituras hablan de Él.

Los peregrinos le invitan a quedarse en Emaús con ellos, pues es de noche y el camino estaba solitario. Pero la verdad, es que querían seguir escuchándolo. Ellos mencionarán después que “su corazón ardía cuando lo escuchaban“.

Estando a le mesa a la hora de la cena, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se los dio.

“Entonces, se les abrieron los ojos, y lo reconocieron, pero Él se les desapareció.”

¡Ahora sí saben quién es el forastero que venía con ellos!

Jesús siempre está en nuestras vidas. Siempre está a nuestro lado. Dice David en la primera lectura: “Yo veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que Él está a mi lado para que yo no tropiece.

Así nos pasa a nosotros, Él esta ahí pero no lo vemos. En el momento que lo aceptamos y oramos es que se nos aparece, pues los ojos se nos abren.

¿Qué sientes cuando tus hijos se abrazan? O cuando tu madre te dice que te quiere, o cuando tu pareja te besa con cariño, o cuando tu mascota brinca de alegría y te recibe con gran amor cuando llegas a casa. En todos esos momento Jesús te está tratando de abrir los ojos para que lo veas; sólo déjate llevar y, a diferencia de los peregrinos de Emaús, Él no desaparecerá de tu vida.