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Lecturas del Domingo: Noviembre 26, 2017 – Jesucristo, Rey del Universo

Jesús
Mosaico de Jesús en una catedral en Estambúl, Turquía. Foto por Dianelos GeorgoudisOwn work, CC BY-SA 3.0, Link

Hoy es el último Domingo del tiempo ordinario en el calendario de la Iglesia Católica, y esta semana terminamos el año litúrgico. Este día celebramos a Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. La próxima semana comienza el tiempo de adviento, que quiere decir preparación. y, ¿para qué nos preparamos? pues para la llegada del mesías, el nacimiento del Salvador, el nacimiento de Jesús.

En las lecturas de hoy, escuchamos que el profeta Ezequiel hace mención a los rebaños de ovejas y de cómo el pastor es el líder que las cuida y vela por ellas. Así mismo, Jesús nos dice en el Evangelio de hoy, hablándole a los discípulos:

“Cuando venga el Hijo del Hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante Él todas las naciones, y Él apartará los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha, y a los cabritos a su izquierda”.

Hasta aquí, es la imagen que siempre hemos tenido de los buenos a un lado y los malos al otro. Sin embargo, pongamos atención que originalmente Jesús está hablando de Él mismo (el Hijo del Hombre), pero ahora cambiará a tercera persona:

“Entonces dirá el rey a los de su derecha: ´Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo´”.

Ahora, Jesús explicará cómo es que se ha hecho la selección de buenos y malos. A través de una lista de acciones:

“Porque estuve hambriento, y me dieron de comer.
Sediento, y me dieron de beber.
Era forastero, y me hospedaron.
Estuve desnudo, y me vistieron.
Enfermo, y me visitaron.
Encarcelado y fueron a verme.”

“Los justos le contestaron entonces: ´Señor,
¿Cuándo te vimos hambriento y tedimos de comer?
¿Sediento y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos?
¿O desnudo y te vestimos?
¿Cuándo te vismos enfermo?
¿O encarcelado, y te fueimos a ver?´
Y el rey les dirá: ´Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron?”

¿Cuál es la clave de la enseñanza de Jesús? Se trata de la misericordia, la ayuda y compasión por los demás que no se queda sólo en buena intención.

Y, ¿qué hay para los otros, los de la izquierda? Jesús les da este mensaje:

“¡Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles.”

Y volverá a presentar la lista anterior, pero en forma negativa:

“Porque estuve hambriento, y NO me dieron de comer.
Sediento, y NO me dieron de beber.
Era forastero, y NO me hospedaron.
Estuve desnudo, y NO me vistieron.
Enfermo, y NO me visitaron.
Encarcelado y NO fueron a verme.”

Obviamente, esperamos los acusados reaccionarán ofendidos ¡Cuándo pasó todo eso!. Jesús les responderá:

“Yo les aseguro que cuando NO lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo. Entoncés irán estos al castigo eterno y los justos, a la vida eterna”.

El que tenga oídos, que oiga.

Lecturas del Domingo: Octubre 1, 2017 – Parábola de los dos hijos

Parábola de los dos hijos

Muchas veces renegamos a de la voluntad de nuestro Dios; sabemos cual es su voluntand, pero nos es difícil seguirla. Sin embargo, su misericordia es tan grande, que nos da la oportunidad para que pensemos y rectifiquemos nuestras acciones.

En la primera lectura, el profeta Ezequiel nos dice que:

“Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”

La clave es muy clara y sencilla: recapacitar y apartarse de lo malo. Pero, a veces esto no resulta tan obvio o tan fácil. Imaginemos a una persona que está cometiendo adulterio: al estar tan metido en su otra relación, no se da cuenta de que puede estar haciendo mal. En su cabeza pueden estar dando vueltas muchas ideas y justificaciones. Y mientras tanto, el tiempo sigue pasando.

No es sino que hasta que ocurre una situación inesperada –como un susto o sorpresa– que el inculpado o inculpada se dan cuenta de lo que están haciendo. Es ahí el momento que Dios nos da para rectificarnos antes de que sea demasiado tarde.

Jesús también nos habla de algo similar en su parábola del dueño de la viña y sus dos hijos :

“Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ´Hijo, ve a trabajar hoy en la viña´. Él le contestó: ‘Ya voy, señor’ pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este le respondió: ´No quiero ir´, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?”

Es aquí que tenemos cómo el arrepentimiento vuelve a mencionarse como la clave para nuestra propia salvación.

Jesús está dirigiéndose a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo. Ellos eran los “sabios” –ciertamente versados en todas las escrituras, pues las sabían de memoria– a quienes los habitantes tenían como autoridades morales. Pero eran corruptos, muchas veces injustos, y gustaban de vanagloriarse ante todos.

A la pregunta de Jesús, todos respondieron: “El segundo“.

Respuesta obvia y fácil, incluso para nosotros hoy en día. Pero, es interesante ver cómo Jesús impone su autoridad al hacerles preguntas para ponerlos a prueba, algo inusual y escandaloso en esos tiempos.

Jesús sigue su enseñanza cambiando su tono a uno más duro:

“Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas, sí le creyeron. Ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.

Los publicanos y las prostitutas se dan cuenta de sus errores y cambian. Ciertamente, es fácil ver quién está cumpliendo la voluntad del Señor.

¿Cuál de los dos hijos eres tú?

Lecturas del Domingo: Septiembre 11, 2016 – Todos somos hijos pródigos

El retorno del hijo pródigo
El retorno del hijo pródigo – por Pompeo Batoni – [1], Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4628046
En un día tan importante como es el 9-11, es muy confortante recordar que nuestro Padre Dios, a pesar de todos nuestros pecados, fallas e imperfecciones, siempre está ahí para darnos su Misericordia.

Primero, en el libro del Éxodo, Moisés se atreve a hablar directamente con Dios, quien está sumamente enojado con su pueblo, pues después de haberlo sacado de Egipto se han olvidado de Él y han hecho un becerro de oro y le ofrecen sacrificios y alabanzas. Dios está enojadísimo y asegura que los destriurá a todos.

Pero Moisés se atreve a hablarle de tú-a-tú, y le recuerda la promesa que le hizo a Abraham, Issac y Jacob, de que iba a hacer de ellos un pueblo grande y que tendrán posesión de toda la tierra que les prometió.

Y Dios en su Misericordia –y a pesar de su gran enfado– les perdona.

Salmo

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión, borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Salmo 50, 12-13

El hijo pródigo

¡Ah! una de las más bellas narraciones de San Lucas. Un hijo que le pide a su padre su herencia en vida, y luego va a despilfarrarla en todos los excesos posibles. Estando todo gastado, y en un país extraño, no le queda mas que irse de cuidador de cerdos. ¡Y cómo envidia a los animales que se hartan de las bellotas y el no tiene nada para comer!

Se dice a sí mismo: “¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra tí; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores”

Y se encaminó y eso fue lo que hizo.

¿Qué es lo que este muchacho representa? A todos nosotros. Su padre nos es otro mas que Dios mismo. Estar en un país lejano quiere decir estár lejos de la gracia de Dios. Dice el hijo: “me levantaré, y volveré a mi padre“, queriendo decir que se arrepiente y quiere volver con Dios.

¿Y la respuesta de su padre? Al verlo llegar se enterneció, lo cubrió de besos, le mando asear y vestir por sus criados (los ángeles) y hasta le mando hacer una fiesta con todo y el cordero gordo que se estaba reservando para una ocasión especial.

La misericordia de Dios es infinita.

Pero… el otro hijo, el que siempre ha estado al lado de su padre, el que siempre le ha obedecido y nunca se ha apartado de su lado… ese está enojadísimo, pues se siente traicionado por el padre: ¿Cómo es posible que reciban al descarriado con fiesta y todo?

“El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara”

Ninguno de los dos hijos es perfecto. Pero el amor del padre es el mismo para los dos. El amor de Dios es el mismo para todos los buenos y los malos, pues para los dos grupos el cielo sale igual, la lluvia cae igual.

Pero no te confundas, para ser hijo pródigo el verdadero arrepentimiento es lo que vale. Nada de medias tintas. ¡Ojo con eso!

La lectura del hijo pródigo nos recuerda que todos somos hijos, que nos separamos de nuestro padre, que nos llena la soberbia… pero que Dios siempre está ahí para recibirnos de vuelta.