Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre?

José
José reconocido por sus hermanos“, por Léon Pierre Urbain Bourgeois – Fuente, Public Domain, Link

Génesis

Gn 44, 18-21. 23-29; 45, 1-5
En aquellos días, se acercó Judá a José y le dijo:

Con tu permiso, señor, tu siervo va a pronunciar algunas palabras a tu oído; no te enojes con tu siervo, pues tú eres como un segundo faraón. Tú, señor, nos preguntaste: ‘¿Tienen padre o algún hermano?’ Nosotros te respondimos: ‘Sí, tenemos un padre anciano, con un hijo pequeño, que le nació en su vejez. Como es el único que le queda de su madre, pues el otro hermano ya murió, su padre lo ama tiernamente’. Entonces tú dijiste a tus siervos: ‘Tráiganmelo para que yo lo vea con mis propios ojos, pues si no viene su hermano menor con ustedes, no los volveré a recibir’.

Cuando regresamos a donde está nuestro padre, tu siervo, le referimos lo que nos habías dicho. Nuestro padre nos dijo: ‘Vuelvan a Egipto y cómprennos víveres’. Nosotros le dijimos: ‘No podemos volver, a menos que nuestro hermano menor vaya con nosotros. Sólo así volveríamos, porque no podemos presentarnos ante el ministro del faraón, si no va con nosotros nuestro hermano menor’. Nuestro padre, tu siervo, nos dijo entonces: ‘Ya saben que mi mujer me dio dos hijos: uno desapareció y ustedes me dijeron que una fiera se lo había comido y ya no lo he vuelto a ver. Ahora se llevan también a éste; si le ocurre una desgracia, me van a matar de dolor’ “.

Entonces José ya no pudo aguantarse más y ordenó a todos los que lo acompañaban que salieran de ahí. Nadie se quedó con él cuando se dio a conocer a sus hermanos. José se puso a llorar a gritos; lo oyeron los egipcios y llegó la noticia hasta la casa del faraón.

Después les dijo a sus hermanos: “Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre?” Sus hermanos no podían contestarle, porque el miedo se había apoderado de ellos. José les dijo: “Acérquense“. Se acercaron y él continuó: “Yo soy su hermano José, a quien ustedes vendieron a los egipcios. Pero no se asusten ni se aflijan por haberme vendido, pues Dios me mandó a Egipto antes que a ustedes para salvarles la vida“.

Evangelio según San Mateo

Mt 10, 7-15
En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones:

“Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.

No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre. No lleven morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su sustento.

Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar, saluden así: ‘Que haya paz en esta casa‘. Y si aquella casa es digna, la paz de ustedes reinará en ella; si no es digna, el saludo de paz de ustedes no les aprovechará. Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacúdanse el polvo de los pies. Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad”.

 

Lecturas del Domingo: Julio 11, 2021 – De dos en dos

El primer bautizo
Primer bautizo en Alta California por dos misioneros, por un autor desconocido. Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7974932

Estamos en el décimo quinto Domingo del Tiempo Ordinario, y hoy escuchamos  que Jesús da poder a los discípulos para empezar a hacer milagros. No como una forma de que le den un descanso, sino para comenzar a prepararlos para que en el futuro, ellos mismos tomen diferentes caminos y vaya predicando la Palabra de Dios.

Ellos no lo saben, pero Jesús está cada vez más cerca de dejarlos y ellos tendrán que seguir llevando sus enseñanzas, naciendo así el Nuevo Pueblo de Dios.

Dice el Evangelio de San Marcos:

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos”.
Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

Jesús los manda de dos en dos, estilo que los misioneros modernos siguen hasta nuestros días.

Los poderes que Jesús les da, no es para apoyarse en nada sobrenatural, como una varita mágica o un poderoso rayo. Sino, únicamente en un bastón, sandalias y túnica.

Finalmente, así como Jesús fue rechazado él les indica que los rechazarán, y cuando eso suceda ellos deberán sacudirse el polvo de los pies, como una advertencia.

Los discípulos se convertirán en misioneros, y luego en apóstoles y cada uno de ellos llevará un poquito de Jesús en sus vidas, hasta el final de ellas.

Lecturas del Domingo: Junio 27, 2021 – Día de la Fe

Resucitar a la hija de Jairo
“Resucitando a la hija de Jairo”, por Web Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Public Domain, Link

Nosotros, como humanos, no podemos vivir sin Fe. Aunque veas muchos cuerpos caminando por las calles, vestidos para el diario trabajo, si no tienen Fe, estarán como muertos.

Hoy es el décimo tercer domingo del tiempo ordinario. En este día, en el Evangelio de San Marcos, escucharemos dos narraciones del gran poder de Jesús sobre la enfermedad y sobre la muerte. Pero, estas dos historias también son un ejemplo muy grande de cómo dos simples humanos, una pobre y un rico, son capaces de poner todas sus dudas fuera y se concentran en creer que Jesús es el Salvador, y se convierten en testigos del Gran Poder de Cristo a través de la Fe.

En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: “Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva”. Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.
Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: “¿Quién ha tocado mi manto?” Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’ ” Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad”.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: “Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?” Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: “¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida”. Y se reían de él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: “¡Talitá, kum!”, que significa: “¡Óyeme, niña, levántate!” La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.

La mujer que padecía flujo oyó hablar de las maravillas de Jesús. Nunca lo vió actuar, pero creyó en Él y por su Fe fue curada. Jairo, en un caso mas aterrador, está perdiendo a su hija, pero tiene Fe en que Jesús la puede sanar. A pesar de que él es un jefe de la sinagoga de Jerusalén (sus jefes eran enemigos de Jesús y sus seguidores), eso no le importa y va por Nuestro Señor.

Estas dos son escenas increíbles, impresionantes, y que en verdad pasaron. Y que están narradas para que creas.

Tengamos Fe y fortalescámosla; en su momento, hasta podríamos ser testigos presenciales de historias similares.

Lecturas del Domingo: Julio 15, 2018 – Es tiempo de ser apóstol

El profeta Amós
El Profeta Amós, por Gustave Doré – Doré’s English Bible, Public Domain, Link

En esta semana escucharemos acerca del llamado que Dios nos hace para llevar su mensaje a todos los rincones del mundo. Existen muchas formas de llamar a esta función, pero la más común y popular es “apostolado”.

Primero, escuchamos que Amasías, el sumo sacerdote de la ciudad de Betel, le dice al profeta Amós: “Vete de aquí, visionario, y huye al país de Judá; gánate allá el pan profetizando; pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque es santuario del rey y templo del reino”.

Betel era uno de los pueblos que fundó Jacob, nieto de Abraham, que era dominado por un rey que estableció que debería adorarse a Dios en la figura de un borrego. Amasías era el sacerdote del rey, y sin duda tenía mucho poder en la ciudad.

Pero el profeta Amós, siguiendo el llamado de Dios, fue directamente al pueblo y les anunció que estaban cometiendo errores, que deberían de dejar la adoración al borrego y a la religión “del estado“. El estado no debe de imponer la religión.

Obviamente, esto enfurecía a los miembros de la iglesia de Amasías, y a él mismo, al grado de querer deshacerse de Amós a como diera lugar. Afortunadamente, Dios le dio la Palabra a Amós para defender y seguir con su mensaje, aún en medio de tan peligroso mundo como el de Betel. Amasías tendrá un fin muy doloroso en el que perderá a su familia y todas sus posesiones, pero él mismo quedará vivo. Tal vez eso sea lo más terrible.

Y el evangelio también nos relata cómo Jesús establece la misión de los apóstoles, y San Marcos nos dice que:

“Llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias, y una sola túnica”.

El mensaje es claro: pongan su fe y confianza completamente en Dios, y nunca en los bienes. Los apóstoles sólo estaban armados con la más poderosa de las armas: La Palabra.

La Palabra de Dios es como una semilla, que se siembra en los surcos de la tierra para poder dar fruto. Seamos los sembradores, que al igual que los apóstoles, que alimentemos y cuidemos a esa semillita que se nos ha confiado por parte de nuestro Señor.