Lecturas del Domingo: Diciembre 22, 2019 – Dios con nosotros

Hoy es el cuarto domingo de adviento, último fin de semana de preparación para la llegada de nuestro Salvador al mundo. En este día encendemos la cuarta vela de la Corona de Adviento, la cual quedará completa.

Algo muy interesante es que la primera vela, la que encendimos el primero de diciembre, representa a María, y es la única vela que permanece encendida durante las cuatro semanas de preparación. María es la única persona que estuvo presente durante toda la vida de Jesús: desde la concepción, el nacimiento, la niñez, la adolescencia, la vida adulta, la pasión, la muerte, y por último la resurrección. María es la vela que permanece encendida durante toda la vida de Cristo.

Y hoy escuchamos la hermosa narración del Evangelio de San Mateo:

“Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada de José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.
“Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: ‘José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados’.
“Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quién pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.
“Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa”.

 

Lecturas del Domingo: Diciembre 18, 2016 – Cansando primero al prójimo y luego a Dios

No tentarás al Señor
No tentarás al Señor

¿Cuántas veces nos enfrentamos al dilema de hacer el bien, pero con condiciones?

  • Te presto el carro, pero dame un dinero.
  • Amigos con derechos.
  • ¡Claro que nos casamos! Pero primero, dame aquellito.

Isaías, en la primera lectura, nos dice que no debemos tentar al Señor, y eso parece obvio hasta que nos ponemos a pensar:

  • ¡Ay, Diosito, ayúdame en mi problema y te mando hacer un novenario!
  • Señor, me voy de rodillas caminando hasta tu santuario, pero ayúdame en mi trabajo.
  • Si me saco la lotería, le daré una parte a los pobres.

Efectivamente, todas esas –y muchas otras– son formas de tentar a Dios. Dice Isaías:

“Oye pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios?”

Es mucho lo que tenemos que aprender, pero como siempre, empezamos con lo básico. Lo que parece tan obvio hoy en día ya había sido discutido miles de años atrás. Pero la maldad vuelve y vuelve. ¡Y luego dicen que las enseñanzas de la Iglesía sólo son boberías!

Pero la historia no termina ahí. Isaías predice:

“Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz a un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”.

En nuestro próximo comentario habláremos de cómo esta profecía se presenta cuando María, desposada con José, recibe la visita del ángel del Señor.