Y, si nos ponemos a pensar, por algo tan sencillo como predicar la armonÃa entre todos, fue sentenciado a muerte.
Oración de este dÃa: El Credo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso Creador del Cielo y de la Tierra Creo en Jesuscristo, su único Hijo, nuestro Señor que fue concebido por obra y gracia del EspÃritu Santo, Nació de Santa MarÃa Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer dÃa resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso, desde allà ha de venir a Juzgar a vivos y muertos. Creo en el EspÃritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Hoy es un dÃa en que escuchamos acerca del nacimiento de sacerdocio junto el establecimiento de la organización que es la Iglesia. Y este suceso viene acompañado por una justificación establecida casi 800 años antes.
En la primera lectura, es el profeta IsaÃas que nos habla de cómo Sebná, el mayordomo del palacio, será echado de su puesto y destituido de su cargo. Recordemos que “el palacio” es el del trono de los reyes de Israel.
IsaÃas tenÃa mucha influencia en el palacio, y es sabido por todos que Sebná se ha aprovechado de su posición para cosas personales. Pero su tiempo ha terminado e IsaÃas ha recibido la misión de ungir a un nuevo mayordomo: EleacÃn.
EleacÃn es uno de esos personajes que no escucharemos muy frecuentemente en las escrituras, pero el mensaje que el profeta nos da servirá de ejemplo para una de las bases más importantes de nuestra Iglesia. Dice ElÃas de EleacÃn:
El relato anterior tiene mucha relación con el evangelio de hoy, el cual marca la investidura de los sacerdotes y el establecimiento de la cabeza de la Iglesia.
AsÃ, Simón el Pescador desaparece y nace Pedro el apóstol. Las palabras de Pedro son sinceras, le han salido de su corazón y su mente. Él está convencido de que Jesús es el verdadero Hijo de Dios, y es primero de los doce en confesarlo.
Jesús ha establecido una sola Iglesia. En sucesión y por imposición de las manos se irá pasando esta investidura de Pedro a otros y asà llegar hasta el dÃa de hoy con el Papa y todos los sacerdotes de nuestra Iglesia.
(La imagen nos muestra la ceremonia de imposición de manos sobre nuevos sacerdotes. Este es un rito que viene desde Pedro hasta nuestros dias).
¡Ah, la naturaleza humana! En la primera lectura nos topamos con que los judios del área lo que hoy es Grecia se quejan con los Doce Apóstoles de que sus contrapartes de Palestina no los están ayudando como se debe.
Las viudas son de las personas más necesitadas, especialmente cuando son mayores de edad y no pueden valerse por si mismas. En ese entonces, existÃa un convenio entre todos los judios deberÃan cuidarse los unos a los otros y vivir compartiendo todo para todos. Parte de este acuerdo incluÃa a las viudas de por vida.
Pero una cosa son los buenos deseos y otra la realidad. Los judios palestinos (hebreos) no estaban haciendo su parte con estas mujeres. Por lo que los griegos se fueron a quejar amargamente con los Doce Apóstoles. Estos, sabiendo cómo se las gasta el Pueblo de Dios, toman la decisión de nombrar una comisión de siete (otra vez ese numerito que tanto se repite) para que se hagan cargo de cuidar a los más necesitados.
Este es un evento importantÃsimo, pues es el nacimiento del diaconado, es decir la imposición de las manos a seguidores de Cristo para que realicen labores en nombre de la Iglesia para la gente que mas lo necesita.
Via et veritas et vita
Jesús les dice esto a los 12 en una parte de la Última Cena. TodavÃa hay mucha confusión entre ellos, pues aún no han ocurrido los hechos de la muerte y la resurrección. Su ojos todavÃa están nublados, y por eso Tomás y Felipe hacen cuestinamientos sobre esas palabras:
“Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino? – dice Tomás
Para nuestra fortuna, nosotros sabemos la verdad, pues finalmente será revelada durante la Pasión y la Resurrección. Pero más aún, cuando comprendemos que Jesús no nos deja solos, y que siempre está ahÃ; y es nuestro consuelo que al aceptar a Jesús, estamos aceptando al Padre al mismo tiempo.
Este XII domingo ordinario marca dos importantes eventos de la historia bÃblica: el primero se refiere a Pablo, quien declara que con la resurrección de Jesús el reino de Dios ya no es sólo “propiedad” de los judÃos, sino de todos nosotros.
A muchos de nosotros se nos hacen revelaciones, y el mismo Dios es quien nos las da a conocer. Y aún asà nos rebelamos y nos queremos hacer sordos o ciegos. Pedro es nuestro ejemplo a aceptar con corazón abierto las revelaciones de Dios.
Era el mas broncoso, bravo, peleonero. El fue el que le cortó la oreja a uno de los que fueron a apresar a Jesús el dÃa de la traición. ¡Nuestro Señor tuvo que detenerlo!
Mentiroso. ImagÃnate decirle a Nuestro Señor que estará con Él durante todo el sufrimiento, que nunca lo negará. Y ya sabemos que lo negará tres veces, antes de que cante el gallo.
Pues precisamente por esas fallas Jesús nos demuestra que ha escogido al mas humano de todos, el que con sus fallas, las cuales todos nosotros tenemos, y a pesar de ellas, es ejemplo de que todos podemos llegar a Dios.