El Evangelio de san Mateo dice que esto ocurre en tiempo de Herodes, gobernador de Judá. Y lo dice para dejar en claro que se trata de un evento que se puede verificar históricamente: Es cierto, Herodes gobernó al area de Judá y llevó a cabo una matanza de niños. Aunque este tipo de matanzas habÃa sido cosa común en el pasado en contra del pueblo JudÃo, en tiempos de la ocupación romana resultaba dramático y aberrante… pero como los judÃos eran un pueblo que causaba muchos problemas y dolores de cabeza, pues el Imperio no le dio mucha importancia.
He aquà algunas cosas a considerar de este acontecimiento:
Cuando los magos de oriente llegaron, debieron haberlo hecho de manera que causó tanta conmoción en la región, pues llamaron la atención del gobernador Herodes.
La Biblia no dice cuántos fueron, y mucho menos sus nombres. Lo que sà dice es que llevaron como regalos: oro, incienso y mirra. Por eso, la tradición dice que fueron tres reyes magos, y con el paso del tiempo hasta se les puso nombre: Melchor, Gaspar y Baltazar. Recordemos: esto es producto de la tradición cristiana de principios del cristianismo.
Todo esto ocurrió en los primeros doce dÃas de vida de Jesús. Desde ese momento el mundo estaba cambiando y muchos sucesos, buenos y malos, se estaban gestando a su alrededor.
Seguimos en el tiempo de Adviento, es decir, de preparación. Y el Evangelio de San Lucas de este dÃa nos habla de Juan el Bautista y su mensaje de preparación para la llegada de Jesús.
Termina la lectura con el mensaje de preparación de Juan:
“Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta IsaÃas: “Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios”.
Juan nos invita a prepararnos para recibir a Jesús. En este tiempo de Adviento, reflexionemos lo que en realidad significa su mensaje y enderecemos el camino todavÃa que hay tiempo.
Escuchemos a la verdadera voz que clama en el desierto de nuestro corazón.
Hoy celebramos la EpifanÃa del Señor, es decir una de las manifestaciones de Dios en nuestras vidas. Hay muchas epifanÃas escritas en la Biblia, como la aparición de los ángeles, las apariciones de Jesús, y otras. Pero la de hoy es referente a Jesús.
En la primera lectura, el profeta IsaÃas describe el nacimiento de El Salvador casi 900 años antes, de manera muy similar a la que estamos acostumbrados a ver en los nacimientos (escenas de navidad):
“Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes d eMadián y de Efá.Vendrán todos los de Sabá, trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor”.
Incienso y oro. Parte de la tradición, que por toda nuestra vida hemos escuchado:
3 reyes magos: aunque la Biblia no menciona cuantos son.
Melchor, Gaspar y Baltazar: No, en ninguna parte de la Biblia aparecen sus nombres.
Sus monturas: caballo, camello ¡y hasta elefante!
Y sus razas, uno era europeo blanco, otro árabe, y Baltazar era ¡africano!
Y finalmente, sus restos se encuentran en la ciudad de Colonia, en Alemania.
Los magos se van de con Herodes y vuelven a ver la estrella que los iba guiando, y con mucha alegrÃa la vuelven a seguir. Encuentran al pesebre, y le hacen los ofrecimientos al niño: oro por ser rey, incienso por ser Dios, y mirra, una combinación de aceites perfumados, por ser hombre y como recordatorio de lo que le espera. La mirra se usaba en ese entonces como un unguento para los muertos.
Advertidos durante el sueño de no volver a Herodes, tomaron otro camino de regreso a sus tierras. Y nunca más volvemos a saber de ellos.
Se han tratado de dar muchas explicaciones a este elemento del nacimiento de Jesús: fue una estrella que explotó (super nova), fue una alineación extraordinaria de planetas, o fue simplemente un fenómeno sobrenatural.
Por favor, no le quiten ni le pongan: lo escrito, escrito está. No lo menosprecien o le den tinte maligno como lo han hecho con otros Ãconos católicos ¡sólo por estar en desacuerdo!
En el ralato están escritas unas simbologÃas muy interesantes:
Eliseo está arando las tierras, lleva la última de las doce yunta de bueyes. Doce es un número perfecto, que en este caso simboliza a las doce tribus de Israel.