Lecturas del Domingo: Febrero 10, 2019 – El Llamado

Un serafín le quema la boca al profeta Isaías
“Un serafín le quema la boca al profeta Isaías” Antonio BalestraThe Bridgeman Art Library, Object 569354, Public Domain, Link

Si hubiera una palabra para describir las lecturas del día de hoy, esta sería el “llamado”.

Primero, Isaías nos habla de una visión que tuvo en la que serafines –los llamados ángeles de los niños– están constantemente alabando a Dios con el canto que dice:

“Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los ejércitos”.

En el antiguo idioma hebreo no existía los adjetivos de grandeza, como elevadísimo, grandísimo, negrísimo, y para indicar un valor de esa magnitud, se repetía el adjetivo tres veces. Así, “Santo, santo, santo”, quiere decir “Santísimo“.

Volviendo a la primera lectura, Isaías se dio cuenta de que estaba siendo testigo de una alabanza al mismísimo Dios, que el estaba bajo su presencia, y de inmediato se sintió indigno, impuro, y humildemente dijo:

“¡Ay de mí!, estoy perdido, porque soy un hombre de labios impuros que habito en medio de un pueblo de labios impuros, porque he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos”.

¿Cómo se puede limpiar la impureza? Obviamente, limpiando. Y así le pasó al profeta, pues en ese momento un serafín bajó con una brasa y con ella le toco la boca.

Así también nosotros, debemos entender que en esos momentos de dolor –por enfermedad, por la pérdida de alguien importante, por todas las cosas que nos duelen– es cuando nuestra alma se limpia, se le quita la impureza, y nos pone listos a estar presentes frente a Dios.

Isaías escuchó entonces la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía?”.

El profeta escuchó las preguntas, escuchó el llamado, y ahora sí, sintiéndose limpio y listo le dijo a Dios:

Aquí estoy, Señor, envíame“.

 

Lecturas del Domingo: Febrero 2, 2019 – Nadie es profeta en su tierra

La visión del profeta Isaías
“La visión del profeta Isaías” por Julius Schnorr von Carolsfeld – Die Bibel in Bildern, Public Domain, Link

Hoy es el cuarto domingo ordinario del año litúrgico, y el Evangelio de hoy es una continuación de la narración de la semana pasada, cuando Jesús entró a la sinagoga y –ante el asombro de todos los asistentes– declaró que:

“Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la escritura que ustedes acaban de oír”.

Pero hoy escuchamos una de las frases de Jesús que se han vuelto universales, con cierto significado profético: “Nadie es profeta en su tierra“.

Obviamente, antes de desentrañar esta frase, tenemos que conocer el contexto de la lectura. Resulta que Jesús está cobrando fama en la región de Judá, ha hecho muchos milagros y ha sanado a mucha gente. Sin embargo, cuando llegó a Nazaret, ciudad donde se había criado con su padre y su madre, y entro a la sinagoga y se puso a predicar, hizo el anuncio que mencionamos lineas arriba.

Esto causó revuelo entre todos, pues empezaron a decir: “¿No es este el hijo de José?“.

Su misma gente dudaba de su autoridad y estatura. Su misma gente estaba incrédula al escuchar las palabras maravillosas y sabias que salían de su boca. ¿Cómo va a ser posible que éste nos quiera dar lecciones, si nosotros mismos lo vimos jugar y crecer en nuestros barrios y calles?

¿Te parece algo similar a lo que has escuchado en tu vida, cuando tu misma gente –familia, amigos. conocidos– niegan que tengas posibilidades de triunfar o de hacer algo bueno con tu vida? Son tu propia sangre y gente, pero son los primeros que dudan de ti.

Así mismo le pasó a Jesús, quien les dijo: “Seguramente me dirán aquel refrán: ´Médico, cúrate a ti mismo´ y haz lo mismo aquí en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oido que has hecho en Cafarnaúm“.

Y añadió:

“Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra”.

El mensaje de Jesús es duro, y muy difícil de pasar. A veces, tenemos que dejar nuestra casa, nuestra gente para poder triunfar en nuestras vidas. Ciertamente tenemos que dejar también todas las cosas que nos anclan a una vida fácil. Y muchas veces, esas cosas de las que tenemos que alejarnos son las cosas que mas daño nos hacen: los malos amigos, las drogas, la vida mala en la que nos escondemos.

Nadie es profeta en su tierra. Y eso lo sabemos muy bien quienes hemos emigrado a otros lugares. En nuestros pueblos de origen somos unos uno más del montón, por lo mismo de que todos los demás nos conocen y es más fácil de subestimarnos.

Al final, Jesús no pudo hacer ahí ningún milagro y se fue, para nunca más volver.

Lecturas del Domingo: Enero 13, 2019 – Bautismo del Señor

El Bautismo de Cristo
Bautismo de Cristo por Navarrete el Mudo. Juan Fernández Navarrete[1], Public Domain, Link
Este día celebramos el Bautismo de Jesus a través de Juan el Bautista, y también es oficialmente el último día de la Navidad. Todos los domingos de aquí en adelante y hasta el inicio de la Cuaresma serán del tiempo ordinario.

Ochocientos años antes, el profeta Isaías anunciaba al pueblo de Israel que después de muchos años de ser esclavos de los Babilonios por fin eran libres y ya estaban listos para emprender su camino hacia la tierra prometida de la que habían sido sacados. Y lo hacía con un mensaje de esperanza:

“Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de la servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados”.

Recordemos que el pueblo judío, a pesar de ser el elegido de Dios, siempre ha estado en pleito con Él, como un hijo único consentido se rebela a su padre. ¡Y constantemente le ha ofendido! La paciencia de Dios llegó a su fin y los Babilonios se encargaron de darles una lección al derrotarlos y después llevárselos como esclavos.

Después de estas palabras, Isaías hace una profecía acerca del nacimiento de Jesús, y particularmente, nos menciona la figura de San Juan Bautista:

“Una voz clama: ´Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo retorcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor, y todos los hombres la verán´. Así ha hablado la boca del Señor”.

El Evangelio de san Lucas del día de hoy, nos habla del bautismo de Jesús, y nos dice que como el pueblo estaba bastante emocionado al escuchar hablar a Juan en el desierto y de cómo su mensaje era de arrepentimiento y esperanza, y al mismo tiempo de la próxima llegada del verdadero mesías. Pero la gente pensaba que él era el nuevo liberador del pueblo Judío, así que Juan mismo se encargó de corregirlos al decirles:

“Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. El los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.

Y continua san Lucas:

“Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: ´Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco´”.

Así, de nueva cuenta tenemos otra manifestación de Dios en la Tierra. Esta vez dándonos a conocer que en realidad Jesús es el Hijo de Dios, y que junto con el Espíritu Santo, y Dios Padre son uno mismo, y uno solo.

Nuestras tribulaciones y problemas son muchos en la vida. Pero las promesas de Dios siempre se cumplen y siempre son buenas, para todos nosotros. Este es el mensaje de Juan el Bautista y las profecías de Elías. Nosotros no tenemos que esperar ochocientos años, pues nuestra vida es corta y la solución a todos los males siempre está en corto plazo, siempre y cuando tengamos fe en Dios.

Le llegada de Jesús a través de María es un cambio grande para la humanidad rebelde. Ya no estamos hablando solamente de un pueblo, sino de todos los países del planeta como una sola familia.

 

Lecturas del Domingo: Diciembre 9, 2018 – Adviento: Fé

San Juan Bautista
“La prédica de San Juan Bautista” por Pieter Brueghel the ElderOwn work Yelkrokoyade Taken in 20/07/2013, Public Domain, Link

La vela de hoy está dedicada a la Fé.

Seguimos en el tiempo de Adviento, es decir, de preparación. Y el Evangelio de San Lucas de este día nos habla de Juan el Bautista y su mensaje de preparación para la llegada de Jesús.

Pero, lo más interesante de hoy es cómo Lucas nos demuestra que las Sagradas Escrituras tienen sus raíces en la historia. Mucha gente reniega de la fé cristiana acusándola de falsedad, mito y leyenda.

Pero Lucas nos dice:

“En el año décimo quinto del reinado de César Tiberio, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, Herodes, tetrarca de Galilea, su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de Iturea y Traconítide; y Linsanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías“.

Marcando coordenadas históricas de emperador, reyes y procurador. Pero no sólo eso, sino que también nos muestra una jerarquía de posiciones sólida, que no va mucho más allá de un simple rumor o fantasía.

Termina la lectura con el mensaje de preparación de Juan:

“Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías:
“Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios”.

Juan nos invita a prepararnos para recibir a Jesús. En este tiempo de Adviento, reflexionemos lo que en realidad significa su mensaje y enderecemos el camino todavía que hay tiempo.

Escuchemos a la verdadera voz que clama en el desierto de nuestro corazón.

 

Lecturas del Domingo: Septiembre 16, 2018 – El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz, y que me siga.

Cristo cargando su cruz
“Cristo cargando su cruz” por Sebastiano del Piombohttp://www.museodelprado.es/enciclopedia/enciclopedia-on-line/voz/cristo-con-la-cruz-a-cuestas-sebastiano-del-piombo/, Public Domain, Link

Paciencia y fe, en esas dos palabras pueden resumirse las lecturas de hoy. Primero, Isaías nos dice que el llamado de Dios no siempre es fácil de seguir y de soportar:

“El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me estiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y de los salivazos”.

Isaías sufrió mucho llevando la palabra de Dios a muchos lugares donde no era ni bien recibido ni tolerado. Sufrió tanto que se le ha llegado a conocer como “el profeta del sufrimiento”.

Pero su mensaje es de paciencia y fe en el Señor, pues él no perdió la esperanza de que Dios le daría la mano en sus problemas:

“Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”.

¿Y la fe? En la segunda lectura, nos dice el profeta Santiago:

“Hermanos, de qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras?, ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?”.

Quizá alguien podría decir:

“Tú tienes fe y yo tengo obras. A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te demostraré mi fe”.

Finalmente, en el Evangelio de hoy, Jesús nos hace un resumen de las dos cualidades de hoy en una de sus enseñanzas en el área de Cesarea de Filipo:

“El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz, y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.

 

Muchas veces pensamos que nuestros problemas no tienen solución. Por más que pensamos y buscamos alguna salida, no la encontramos. Recordemos que lo primero que tenemos que hacer es tener paciencia y con fe esperar la justicia de Dios, que se dará a su tiempo. Tiempo. Con el tiempo las cosas se van dando por sí solas y las piezas van cayendo una por una para resolver el rompecabezas de nuestras dificultades.

Es increíble que, en un momento dado, la solución simplemente se presenta ante nosotros como una mariposa posándose sobre una flor.

Fe. Paciencia.

Lecturas del Domingo: Diciembre 17, 2017 – Tercer Domingo de Adviento

Tercer Domingo de Adviento

Hoy es el tercer domingo de Adviento, y en este día encendemos la vela rosa, la cual represanta la alegría y el regocijo. En tiempos antiguos se usaba para anunciar a la gente que no sabía leer que quedaban dos semanas antes de la Navidad. Este es un domingo de alegría y de gozo en Dios. Para muchos de nosotros, esto puede parecer un poco fuera de lugar, especialmente si estamos pasando por dificultades.

  • “¡Alégrense!” — ¿Podemos decrirle eso a una persona pobre, que está muriendo de hambre?
  • “¡Alégrense!” — ¿Podemos decrirle eso a una persona que acaba de perder un ser querido?
  • “¡Alégrense!” — ¿Podemos decrirle eso a una persona que está a punto de ir a la cárcel, por cualquiera que sea la situación?

Ciertamente, es muy difícil. Pero, como nos dice el profeta Isaías en la primera lectura:

“El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. A curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, la libertad a los prisioneros, y a pregonar el año de gracia del Señor”.

Así que, tal vez “¡Alégrense!” no sea la expresión más adecuada que podamos decir a la gente descrita arriba, pero sí un “¡ánimo!”, o palabras de aliento en la forma que más estemos acostumbrados. Pero lo más importante, es el anuncio de la buena nueva. Y eso nos corresponde a nosotros, por más difícil que sea el ambiente o la situación.

Sigue diciendo Isaías:

“Me alegro en el Señor con toda mi alma y me lleno de júbilo en mi Dios, porque me revistió con vestiduras de salvación y me cubrió con un manto de justicia, como el novio que se pone la corona, como la novia que se adorna con sus joyas. Así como la tierra hecha sus brotes y el jardín hace germinar lo sembrado en él, así el Señor hará brotar la justicia y la alabanza ante todas las naciones”.

¡Ajá! ¡Ahí está la buena nueva! La Esperanza, la fe de que Dios hará justicia. Ese es el mensaje que debemos compartir. Ahí estará la alegría.

San Pablo nos habla el día de hoy de algo similar:

“Hermanos, vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión, pues eso es lo que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús. No impidan la acción del Espíritu Santo, ni desprecien el don de profecía; pero sométanlo todo a prueba y quédense con lo bueno. Absténganse de toda clase de mal. Que el Dios de la Paz los santifique a ustedes en todo y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, se conserve irreprochablehasta la llegada de nuestro Señor Jesucristo. El que los ha llamado es fiel y cumplirá su promesa”.

Finalmente, el día de hoy tambien celebramos a San Juan. La semana pasada tuvimos una presentación previa, pero muy similar de Juan, y ahora Juan el evangelista nos dice sobre el bautista:

“Yo soy la voz que grita en el desierto: ´Enderecen el caminodel Señor´ como lo anunció el profeta Isaías”

Lecturas del Domingo: Octubre 8, 2017 – Las enseñanzas de la viña

Todos sabemos que, gracias al sacrificio de Jesús, la herencia del pueblo de Israel ya no sólo es de ellos, sino que se ha extendido a todos nosotros.

Pero eso no quiere decir que es algo que ganamos y tenemos 100% asegurado. Para entender esto, recordemos que la Alianza original con los israelitas –a través de Abraham– fue un gran regalo de Dios, pero que poco a poco se fue degradando por las constantes iniquidades, quejas, e indiferencia del pueblo elegido. Cuando los judios fueron esclavos por los egipcios, después fueron liberados por Dios a través de Moisés. Sin embargo,  después de andar a través del desierto por algún tiempo comenzaron de nuevo a rebelearse contra Dios, al grado de ofenderlo con el famoso cordero de oro al que adoraron. Esta vez Dios, aún con misericordia, les dijo que no los destruiría, pero ninguno de esa generación vería la tierra prometida. Los liberados serían “purificados y filtrados” en el desierto.

Todos esto, y mucho más, es recordado en la primera lectura y el salmo de hoy, y después será reafirmado por Jesús en el Evangelio. Y, para que todo el mundo lo entienda, la mejor forma de presentarlo es a través de una comparación con viñas.

Primero, Isaías nos dice en forma de un poema de una mujer a su prometido:

“Mi amado tenía una viña en una ladera fértil. Removió la tierra, quitó las piedras y plantó en ellas vides selectas; edificó en medio una torre y excavó un lagar. Él esperaba que su viña diera buenas uvas, pero la viña dio uvas agrias”

No importa cuánto amor y cuidado puso el viñador (Dios) a su viña (el pueblo), él esperaba uvas buenas (buenas obras, justicia y bienestar), pero las uvas fueron agrias (maldad e iniquidad). Continúa la narración:

“Ahora bien, habitantes de Jerusalén y gente de Judá, yo les ruego, sean jueces entre mi viña y yo, ¿Qué más puedo hacer por mi viña que yo no lo hiciera? ¿Porqué cuando yo esperaba que diera uvas buenas, las dio agrias? Ahora voy a darles a conocer lo que haré con mi viña; le quitaré su cerca y será destrozada. Derribaré su tapia y será pisoteada. La convertiré en un erial, nadie la podará ni le cortará los cardos, crecerán en ella los abrojos y las espinas, mandaré a las nubes que no lluevan sobre ellas”.

Ahora sabemos que este pasaje nos habla de la desilusión de Dios con su pueblo y como su ira será terrible.

El mensaje es claro y originalmente estaba escrito al pueblo Judio. Como mencionamos antes, después del sacrificio de Jesús, la herencia ahora es para todos. Veamos lo que dice El Hijo de Dios a los ancianos y sumos sacerdotes en el Evangelio de hoy:

“Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimía, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.
Po último, les mandó a su propio hijo, pensando: ´A mi hijo lo respetarán´. Pero, cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ´Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia´. Le hecharon mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.”

Sin duda, esta es una lección profética que Jesús les está dando: El propietario es Dios, el viñedo es la Alianza y la palabra en el mundo. Los viñadores son el pueblo. El tiempo de la vendimia es considerado el final de los tiempos, pero una idea más aceptada es cuando Dios decide “hechar un ojo” a cómo andan las cosas en la Tierra.

Los criados son los profetas, apóstoles, márires y santos. Todos ellos son al final muertos por el pueblo malo que no quiere escuchar la palabra y se dedica a la maldad. Y al final, el hijo del propietario es sin duda Jesús, quien recibirá una muerte terrible a manos de los mismos sacerdotes a los que les está hablando.

Y el último mensaje de Jesús es más claro, pero más directo:

“Les será quitado a ustedes el Reino de Dios y sele dará a un pueblo que produzca sus frutos”.

El que tenga oídos, que oiga.

 

 

Lecturas del Domingo: Agosto 20, 2017 – “Mi templo será casa de oración para todos los pueblos”

 

Las tres principales lecturas del día de hoy comparten el mensaje universal de Jesús: La salvación no sólo es para el pueblo judío, sino para todos los pueblos.

El profeta Isaías, en la primera lectura, dice que:

“Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse. A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, los conduciré al monte santo, y los llenaré de alegría en mi casa de oración… porque mi templo será la casa de oración para todos los pueblos“.

Luego, Pablo en la segunda lectura nos trae un párrafo un poco confuso:

“Hermanos: tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos… Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección. Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios, y ahora han alcanzado la misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán”.

En breve podríamos decir que los judíos, como pueblo elegido inicialmente, se rebelaban constantemente contra Dios, al grado que por su rebelión dieron cabida a los más, los que sólo estaban de espectadores, o sea los demás pueblos del mundo.

Pero luego viene una de las más profundas narraciones del Evangelio, una que marca el inicio del mensaje de que Dios es para todos: Resulta que Jesús, en sus predicaciones iba con los apóstoles por un camino, cuando de repente una mujer de Cananea le empieza a gritar desde atrás del grupo, implorándole que le libere a su hija de la posesión de un demonio.

Pero Jesús no le hace caso.

He aquí varios puntos para analizar:

  • Las mujeres del medio Oriente en ese entonces –y todavía en nuestros días en algunas de sus regiones– tienen prohibido dirigirse a hombres que no sean sus padres, hermanos o esposos.
  • Los habitantes de Cananea tienen mucho resentimiento contra los judíos, pues por cientos de años los han considerados como “invasores“. Y dicho resentimiento es mutuo.

Así pues, esta mujer rompe con dos tradiciones y se dirige a Jesús, quien siendo judío está justificado para no atender a los cananeos. Obviamente, no será el caso.

La mujer sigue gritando e implorando, al grado de que los apóstoles le dicen a Jesús que la atienda, ¡para que ya se calle!

Jesús se detiene y la mujer le dice:

“Señor, ayúdame”

El significado de esta sencilla sentencia es: Oremos, oremos, oremos. No dejemos de orar a Dios en nuestras necesidades. El nos oirá, ¡aunque sea solamente para que nos callemos!

Jesús le dice a la mujer:

“No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perritos”

Este pasaje en estos días es sumamente suave, yo recuerdo en mi niñez haberlo escuchado más terrible, ¡usando la palabra “perros”! Pero la idea es clara: Jesús está poniendo la antesala para dar la lección de que la salvación (el pan) no sólo es para los judíos (los hijos)… y los perritos somos todos los demás. ¡Vaya que es un dilema difícil de aceptar!

Y la mujer le responde con gran sabiduría:

“Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”

Antes de que muchos se comiencen a sentir ofendidos por esta narración, recordemos que se trata de una conversación entre Jesús y un pueblo que no tiene los conocimientos que tenemos ahora. Ni los valores morales, ni la ventaja de más de 2000 años de estudio bíblico. Las migajas de la salvación y el poder de Dios por sí solas son enteras para todos.

Finalmente, Jesús le dice a la mujer:

“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”.

Y en ese mismo instante quedo curada su hija.

Jesús más adelante abrirá toda su salvación para todos en formas más claras. Por ahora, tenemos estas lecturas con un mensaje sencillo pero poderoso. El poder de la oración está al alcance de todos y empieza con algo muy simple:

“Señor, ayúdame”

Lecturas del Domingo: Agosto 6, 2017 – La Transfiguración de Jesús

La transfiguración de Jesús
La Transfiguración, por Carl Blochhttp://www.1st-art-gallery.com/Carl-Heinrich-Bloch/The-Transfiguration.html, Public Domain, Link

Las lecturas de hoy tienen mucha relación entre sí, pues nos hablan de la magnífica relación entre Jesús y su Padre.

Primero, Daniel nos habla de una visión que se repetirá más adelante en el Apocalipsis de Juan: Un “anciano de muchos siglos” (Dios) que tiene miles y miles de servidores (ángeles), y millones y millones que estaban a sus órdenes (la Iglesia, o sea todos los que creemos).

Luego, Daniel describe cómo viene una persona –alguien semejante a un hijo de hombre (Jesús en su condición humana)– entre las nubes y recibe del anciano la Soberanía, la Gloria, y el Reino.

Daniel termina su visión del Reino de Dios, y cómo el mismo Padre entrega todo el poder a Jesús, con estas palabras:

“Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido”.

Esta primera lectura nos dice que Dios entrega todo el poder a un hombre, sin mencionar su nombre. Y es que Daniel aún no conoce la historia de Jesús, pues su época es de aproximadamente 300 años antes, pero en sus relatos constantemente se mencionan profecías de su llegada.

Pedro nos recuerda de un encuentro especial con Jesús

Dice Pedro en la segunda lectura:

“Dios lo llenó [a Jesús] de gloria y honor, cuando la sublime voz del Padre resonó sobre Él diciendo ´Este es mi hijo amado en quien yo me complazco´. Y nosotros escuchamos esa voz, venida del cielo, mientras estabamos con el señor en el monte santo”.

Pedro habla del evento de la Transfiguración.

La Transfiguración de Jesús

En estos tiempos, es difícil imaginarnos la intensidad de este momento, especialmente cuando tenemos tanto CGI y efectos especiales en las películas de Hollywood que prácticamente ya no nos impresionan. Para poder tener todo en orden, hay que ponerlo en contexto:

“Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con Él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus ropas se volvieron blancas como la nieve”.

Aquí, hablamos de un evento sobrenatural, en el cual se desafían todas las leyes naturales.

La resplandecencia nos habla de energía, la revelación de lo que en realidad somos y en Jesús lo cofirmamos.  Además, se abre un portal para dar paso a otros dos personajes muy importantes:

“De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús”.

Moisés representa la Ley, y Elías es el Profeta más importante para el pueblo Judío; así pues, los dos vienen a reafirmar la autoridad de Jesús, como diciendo que ellos, dos de las más importantes personas de la religión están a la par de Jesús.

El relato termina así:

“Una nube luminosa los cubrió. y de ella salió una voz que decía: Este es mi Hijo, muy amado, en quien tengo puestas mi complacencias; escúchenlo”.

Conclusión

Las tres lecturas nos han presentado a Jesús, a Dios y al gigantezco momento que Dios nombra a su Hijo como el Predilecto, el Soberano sobre todas las cosas. Tres épocas diferentes, tres relatos de gran contenido. Una sola verdad.

Lecturas del Domingo: Julio 16, 2017 – El sembrador, las semillas y la tierra

Parábola del Sembrador
Representación de la parábola del sembrador, por Sulfababy of en.wiki – Wikipedia en inglés, CC BY 2.5, Enlace

El domingo pasado, las lecturas nos decían que la verdadera sabiduría estaba escondida a los poderosos y a los ricos, y que debíamos ser humildes y mansos de corazón para poderla entender.

Hoy es una ocasión importante, pues la Primera Lectura, el Salmo, y el Evangelio nos narran con con mucha precisión el mismo concepto: la metáfora de las semilla que da fruto en el ambiente correcto, con los elementos precisos y con con el cuidado necesario.

Dice la Primera Lectura, del profeta Isaías:

“Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven para allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”.

Dice el responsorial del Salmo de hoy:

“La semilla cayó en tierra buena y dio fruto”.

Y, finalmente, el Evangelio nos dice que Jesús, al ver a tanta gente que se reunía para escucharlo, tomo una balsa y desde la costa se dirigió a pueblo con esta parábola:

“Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron unos pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero, cuando subió el sol los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron sofocaron a las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno, otros sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga”.

Tomemos en cuenta que, cuando todos estos mensajes se escucharon por primera vez, la genta estaba desconcertada, pues no sabía exactamente a qué se referían Isaías, el rey David, y Jesús con palabras como sembrador, semilla, tierra, etc. Para nosotros, en la actualidad y después de cientos de años de análisis y publicaciones, suponemos que es fácil de entender este mensaje… o al menos eso creemos.

Decifrando el mensaje

Estamos claros que el Sembrador es obviamente Dios, ¿verdad? Y que la semilla es su Palabra, ¿de acuerdo?

Ok, –dicen algunos– yo siempre pensé que el Sembrador es Jesús“, ¡Y están en lo correcto! ¡Porque Jesús y Dios son uno mismo!

Pero, ¿Qué es en sí la Palabra? La Palabra es el mensaje de Dios, es el llamado. Cuando Él te llama a que lo sigas. La Palabra también es el mensaje que ha resonado por miles de años y que lo recibimos todas las semanas en las lecturas dominicales.

Bien, y ¿ahora? El siguiente elemento es La Tierra, donde germinará la Palabra, donde el mensaje de Dios debe comenzar a actuar. ¿Dónde es este lugar? Es nuestro corazón.

Un corazón duro no la dejará germinar. Un corazón temeroso la dejará germinar, pero a la primera prueba se desmoronará. Un corazón bueno será la tierra fértil, donde dará fruto, y la persona comenzará a seguir el mensaje de Dios, La Palabra de Jesús, con sus semejantes, con su país, con su gente, con los animales, con la vida.

Dice Jesús:

“Oirán una y otra vez, y no entenderán; mirarán y volveran a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón.
“Pero dichosos ustedes , porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oir lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron. Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador:
“A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Eso es lo que significan los granos que cayeron en el camino.
“Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconsistente, no deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.
“Lo sembrado entre los espinos representa aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto.
“En cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta”